Roldán Peniche Barrera
El DRAE nos ofrece entre decenas de significados, uno que se acerca a nuestro modismo, pero que nos resulta un tanto vago:
AIRE s.m. 2 Fam. Se usa para indicarle a alguien que se vaya.
Sí, ¿pero a dónde? ¿Con qué fin?
Esto es, no se nos indica que se le ha cesado, que se vaya despedido del trabajo. La razón no importa. Simplemente “le dieron aire”: perdió su trabajo.
En cambio, Edgar Rodríguez es un tanto más preciso:
Dar aire (chavos de onda / brozas) sacar a alguien.
Si bien peca del mismo yerro: no da motivo o razón de la salida.
El Dr. Güémez añade la palabra chamba, lo cual mejora la situación:
aire s.m. Dar aire (loc. verb. (Coloq.) Cesar, acabar con algo: “A Pedro le dieron aire en su chamba”.
Ejemplo:
-“Ay” vi a Pito tóo mamao por el Dzalbay la otra noche…
-¡No me diga, tío Pascual!
-Como lo oyes, licenciado. Estaba tirao en la escarpa como jugando a las canicas, sucio, con el pelo parado y los ojos pardos…
-Oigame, tío. ¿Y no lo ayudó usté a levantarse?
-No quiso, abogao. Me mandó a la porra.
-¿Y qué le respondió el hombre?
-No le entendí muy bien, pero escuché algo así como que “le había dado aire” su patrón el Dr. Peniche.
Cosas del corazón
Alberto Loría y Trejo
Por su existencia, el corazón es el órgano más socorrido.
Por su intención, el corazón es el sustantivo más enunciado.
Por su posición, el corazón siempre ha sido de la izquierda.
Por el color del líquido que impulsa, es socialista, siempre al servicio de los demás órganos. Sí señor.
Nunca un corazón ha sido de la derecha.
Todos los corazones están conscientes de su quehacer: Trabajar y amar.
El trabajo del corazón es fecundo y creador. No conoce el ocio, ni los días de asueto.
El corazón siempre practica el amor, aunque muchas veces, no recibe compensación.
Hay corazones que se alquilan, aunque sea por un rato.
Cuando los corazones pretenden concebir un producto, se requiere de la participación de dos: uno masculino y uno femenino. No se permite la adopción.
El amor del corazón tiene que ser virtual, pues no se le puede parar, y como consecuencia, sufra un infarto.
Hay corazones sinceros, pero también los hay traicioneros, según les vaya en la fiesta.
Aquellos que no tienen corazón, están destinados a no tener amor, pero tampoco vida.
Hay corazones miedosos, que pretendiendo amar, sólo quedan en la intención. Son los corazones pendejos. ¡Ay!
Los corazones que se aman demasiado a sí mismos, suelen ser corazones narcisistas.
Sólo los buenos corazones reciben alabanzas, los malos son condenados al ostracismo.
(Concluirá mañana)