Yucatán

Cerca de 450 personas del gremio de panaderos “Viva Cristo Rey” acudieron a la Catedral para dar gracias al Santo Cristo de la Ampollas por el aniversario 125 de su agrupación. Ataviadas las mujeres con sus elegantes ternos y los hombres vestidos de blanco, portando un delantal, llevaron como ofrenda alrededor de diez mil piezas de pan entre conchas, patas, tutis, polvorones, cocotazos, hojaldras, pan de muerto, etc.

Karla Andrade Martínez dijo que su gremio se fundó en 1824 y lo conforman alrededor de 50 panaderías, y, para celebrar este acontecimiento, el sábado por la mañana fue su entrada y ofrecieron al Santo Cristo flores, por la noche se ofreció serenata en la explanada de la Catedral. Ayer por la mañana se dedicó una misa por los panaderos difuntos y para culminar con el festejo los integrantes de la asociación asistieron a la celebración eucarística al mediodía.

El presbítero Monseñor Joaquín Vázquez Avila fue el que ofició la misa, en su homilía resaltó el mensaje del evangelio en el que Jesús cura a diez leprosos pero solo uno regresó a darle gracias. Exhortó a los presentes que el agradecimiento es algo muy bonito pero también necesario para nuestros corazones, porque nuestros corazones están muy violentos, mencionó que lo deberíamos utilizar para ser educados, para dominar nuestra voluntad y tener paciencia.

—Si analizáramos nuestra vida, tenemos más de lo que pedimos, más de lo que imaginamos y más de lo que merecemos. Suficientes motivos hay para agradecerle a Dios y, sin embargo, somos como los 9 leprosos, suplicamos, nos curamos y nos olvidamos del Señor que nos da la vida y la salud.

Somos rápidos en pedir pero lentos en agradecer. La cultura de hoy no es de agradecimiento, es de reconocimiento, es decir que me den gracias no de que de gracias y eso es porque nos hemos alejado de Dios.

Señaló que no basta con escuchar la palabra del Señor sino que hay que estar unido a él a través de la confesión y comunión.

Exhortó a los fieles a ser agradecidos, siempre unidos a Cristo, porque eso es lo que Dios quiere que hagan; para eso nos dio a su hijo.

—No basta con contemplarlo, hay que comerlo, hay que adorarlo, hay que “perder el tiempo con Dios” para ganar.

Presumió que él como sacerdote es el mejor panadero de su familia porque tiene el pan de la Eucaristía y recordó a su hermano que en alguna ocasión le dijo “en mis manos se convierte la harina en el pan de cada día pero en las mías el pan se convierte en el cuerpo de Cristo”.

Concluyó su homilía diciendo que nos alimentemos con el pan de cada día: de Jesucristo.

Al término de la misa, el gremio de panaderos hizo una procesión dentro de la iglesia y recibieron la bendición de Monseñor Joaquín Vázquez Avila. Finalmente se repartieron panes a todos los asistentes a la eucaristía.

(Elena Gómez)