Yucatán

Necrópolis con peculiar cultura a la muerte

TIZIMIN, Yucatán, 25 de octubre.- Los cementerios de las diversas localidades siempre guardan un halo de misterio, suspenso pero también respeto y cariño hacia quienes en ellos descansan.

Los camposantos de cada localidad se caracterizan por mostrar la peculiar forma en que cada pueblo ha entendido la muerte, construyendo sus tumbas de diversas formas y motivos con ornamentos típicos de la cultura de la región o llenándolas de los gustos de sus difuntos.

Claro ejemplo de ello son las sepulturas en forma de casas, los sobrios altares de concreto, de granito o de elegante mármol, las cruces talladas en madera, las moldeadas de yeso o mausoleos con coloridas flores, ángeles y fotos recordatorias de quienes se encuentran en el panteón municipal “Jardín de la Paz” de esta ciudad.

El caminar por los pasillos de esta necrópolis permite darse un poco cuenta de la historia social y personal de los que ahí reposan, o de los rituales y supersticiones que giran en torno al espacio sagrado de la muerte.

En este lugar se pueden encontrar fosas con formas diversas desde una sepultura que asemeja una pequeña casa de paja, hasta una tumba que tiene marcada una cancha de fútbol y un balón pintado de colores del equipo América, el cual seguramente era el favorito del difunto.

Durante estos días se incrementarán la vista a los panteones ante la llegada de la celebración de los difuntos, por lo que en su visita se puede encontrar aquel sepulcro con forma de un templo o castillo multicolor, monumentos en forma de pagodas, de casas de cristal e incluso una tumba en cuya pintura se observa un camión lo que hace suponer que los restos humanos que ahí se encuentran pudieron pertenecer a alguien que manejaba este tipo de vehículo.

Es sin duda un sepulcro que igual llama la atención es el Mausoleo del Policía, cuya figura central es precisamente la estatua de un gendarme con señal de saludo, cuya propiedad es la Dirección de Protección y Vialidad y en cuyos restos descansan los uniformados que han fallecido en el cumplimiento de su deber o policías cuya familia no cuentan con una fosa donde depositar el cuerpo o recursos para rentarla.

Y como en este mundo existe la diversidad de creencias existe una sepultura forrada en piedras y en cuyo interior se encuentra una veladora con la conocida imagen de “La Santa Muerte.

Y también las hay cuyas tapas solamente están cubiertas con cemento o que con el paso del tiempo y la falta de mantenimiento por parte de los deudos han sido afectadas.

Fernando Meso, quien lleva más de 30 años trabajando la marmolería y cuyas manos han realizado la mayoría de los sepulcros de los cementerios de la ciudad, señala que el recubrimiento de tumbas van desde los 5 mil pesos hasta los 40 a 50 mil pesos, dependiendo del material que se use o los detalles que los familiares quieran que tenga la última morada de su ser querido fallecido.

La forma y las ideas viene de cada familia, ellos escogen si llevan floreros, cruces, ángeles, o la forma que ellos deseen y nosotros les hacemos con gran dedicación y respeto el trabajo, dijo.

Otra de las curiosidades que uno puede encontrar en los cementerios son los epitafios, que son los textos que se colocan en una lápida o placa y que honran al difunto, casi siempre acompañado el nombre del muerto así como su fecha de nacimiento y de fallecimiento.

Y aunque tradicionalmente en un principio eran escritos en verso y con frases armadas, con el paso del tiempo los gustos han cambiado y ahora en muchas de las tumbas se pueden leer epitafios con los pensamientos o las palabras de amor y consuelo de los deudos

El observar los mensajes que se encuentran es las placas puede resultar interesante, pues aunque la mayoría demuestran por medio de frases el amor que se sentía hacia el difunto hay otros con cierto dejo de humor, con frases bíblicas o que incluyen el apodo con el que muerto era conocido en vida.

Las necrópolis de la ciudad son espacios donde las piedras relatan la historia de sus moradores y donde muchos van de visita como a cualquier yacimiento arqueológico y otros a cumplir con el rito de la muerte, que nos guste o no, algún día tendremos que participar.

(Edwin Farfán Cervantes)