Yucatán

Acostumbrado a 'convivir” con los muertos

VALLADOLID, Yucatán, 26 de octubre.- Pedro Loria Caamal estuvo 42 años en la labor de sepulturero en el panteón general y pese a que hoy se encuentra prácticamente jubilado, dijo estar tan acostumbrado a “convivir” con los muertos, que cada vez que puede se ofrece a apoyar en darle cristiana sepultura a alguna persona fallecida.

El entrevistado, quien en la Sultana de Oriente es mejor conocido como “Cua Cua”, mencionó que en más de cuatro décadas de ejercer un oficio considerado “tabú” por muchas personas, ha tenido mucho tiempo para reflexionar sobre la muerte.

“Aún recuerdo a la primera persona a la que di cristiana sepultura, su nombre era Iván Alcocer y si bien la primera vez no fue tan fácil, a él siguieron muchos otros… han sido tantos que ya perdí la cuenta”, agregó.

Tratando de bromear un poco en torno a su “sobrenombre”, indicó que este le fue puesto por uno de sus mejores amigos y deriva del hecho de que “no tengo la palabra tan fácil”, pues a veces se le va la conversación.

“Pero la facilidad de palabra no es requisito indispensable al momento de enterrar a una persona fallecida”, señaló.

Cuestionado sobre alguna anécdota en torno a sus muchos años de trabajo, mencionó que contrario a lo que la gente pudiera pensar, no ha sido testigo de muchos hechos sobrenaturales, a excepto de una ocasión.

“Haciendo memoria, solo una vez vi un alma en el cementerio. Un alma blanca que según pienso, pertenece a Pepe Iturralde.

Ahondando sobre su encuentro con el ente del mas allá, indicó que en esa ocasión arribó al cementerio a eso de las seis de la mañana y entre las tumbas vio cruzar a alguien, se trataba de un varón vestido completamente de blanco con un sombrero del mismo color y zapatos “chillones”.

“Lo primero que hice fue hacerme la pregunta de cómo pudo entrar esa persona si todo estaba cerrado, por lo que empecé a buscarlo para preguntarle y nada, no había rastro. Al principio no me asusté, pero luego, al cruzar por el sitio exacto en donde lo había divisado sentí un extraño escalofrió y fue ahí donde me percaté que era un alma en pena”, sostuvo.

El entrevistado dijo que curiosamente no sintió miedo, pero acto seguido, sintió una pesadez en las piernas y tuvo la sensación de que su cuerpo intentó flotar.

“De esa experiencia no he tenido otra y eso que en enterrado prácticamente a miles de personas, agregó.

En la parte final de la entrevista, Loría Caamal mencionó que se jubiló hace ya un año, pero sigue realizando trabajos extras debido a que extraña el panteón, tanto así que aunque sus hijos lo regañen por venir tanto al lugar, aconsejándolo quedarse a descansar a su casa, seguirá frecuentando el sitio de descanso eterno y ya será solo cuando le toque sepultura que nadie podrá reclamarle por su estadía.

(Alfredo Osorio Aguilar)