150 años de la bicicleta en México y del inicio del ciclismo.
En diciembre de 1910 mientras en el país había iniciado una revuelta social, el Ayuntamiento de Mérida se preocupaba más por continuar con la pavimentación de las calles que por el convulso ambiente nacional; el cabildo meridano protestó, sin embargo, “enérgicamente contra los levantamientos, sucesos acaecidos en varios lugares de la República en los que algunos revoltosos habían pretendido perturbar la paz pública”i.
Las bicicletas eran consideradas en esos momentos objetos de un valor propio de las clases pudientes, a tal grado de que la Compañía Mexicana de Seguros contra Riesgos y Accidentes S.A., con oficinas en la capital yucateca, no solamente ofrecía sus servicios para automóviles, carruajes particulares y de alquiler, sino también aseguraba bicicletas.ii
El domingo 29 de septiembre de 1912 se realizó una carrera de bicicletas de Progreso a Mérida con una distancia de 36 Km, organizada por Juan Usó Muñoz “El Chivo de Halachó”, la cual tendría como meta los Recreos de Itzimná, y de ofreció como premio una bicicleta Premier valuada en $ 130.00, obsequio de la casa W. M. James. Tomaron la salida ubicada junto al Casino Hidalgo del puerto nueve jóvenes, a pesar de que la vía era un pésimo camino carretero e imprimieron todo su entusiasmo; a la llegada de los ciclistas, el vigía abrió el portón de la plaza, el cual se apuntalaba con un tubo de hierro de tres pulgadas de grosor, y sin darse cuenta lo dejó atravesado en el camino. Ramón Fernández, que venía a la cabeza, no vio el obstáculo y cayó al pasar su vehículo sobre el tubo, lo cual aprovechó Porfirio Zetina para pasar a Fernández ganando la carrera y el título de campeón.”iii “El Oso” Zetina impuso el récord de una hora cinco minutos de Progreso a Mérida en bicicleta, el cual duró 18 años.
El joven Zetina, primer campeón ciclista del Estado, laboraba en una agencia de cobranzas de nombre Rapid Messenger Service ubicada en la calle 65, al norte del edificio de Correos de Mérida y que, precisamente, prestaba un servicio activo de mensajeros en bicicleta para la conducción y entrega de cartas, paquetes, medicinas y compras por los que cobraba 10 centavos si se trataba de un servicio en la ciudad y 12 centavos si la entrega era “en otros lugares lejanos”, como Chuminópolis, Penitenciaría, San Cosme e Itzimná.iv
Un juego de moda en la segunda década del siglo XX entre los meridanos fue el llamado caza de la zorra, que consistía en que un pedalista iniciaba su veloz camino en su máquina, la cual traía fijada en la parte posterior de su sillín un pañuelo y, habiéndose adelantado unos metros, otros ciclistas salían detrás de él para intentar darle alcance y arrancarle el trapo o pañuelo, y resultaba ganador el que lo lograra. Estas competencias se celebraban con frecuencia en el Paseo de Montejo, la distancia en la que se competía era de 2 millas de persecución, y concurrían a ellas hasta 150 ciclistas, por lo que en ocasiones, según reseñan los periódicos de esa época, había boxeo e insultos, mismos que remediaba el entusiasta organizador señor Ignacio Moreno Encalada.v
Un anuncio publicado en la prensa de esos años, nos refiere la trascendencia de las bicicletas no sólo para usos recreativosvi:
¡¡ Gratis!! Único Doctor que atiende llamados en bicicleta gratis.
Teléfono Mexicana No. 30
El gobierno de Salvador Alvarado, en su oportunidad, promovió la apertura del edificio de la sociedad Ateneo Peninsular los primeros días de enero de 1916 con diversas actividades, entre ellas una carrera de bicicletas, la cual inició en la calle 47, donde comienza el Paseo de Montejo, la cual fue ganada por el ya conocido Porfirio Zetina.
Para evitar los constantes robos de las máquinas de pedales, se modificó el Reglamento de Bicicletas de la ciudad en octubre de 1918, por el que se dio un plazo a ciclistas o propietarios de bicicletas “para que provean sus bicicletas de un candado que aseguraran de la multiplicación y la cadena cuando tenga la necesidad el interesado de dejarla en algún sitio”vii.
La construcción de las carreteras Kanasín-Mérida, la Dzitás-Chichén Itzá y la terminación de la Chuburná-Mérida, durante el gobierno de Felipe Carrillo Puerto (1922-1923), fueron tramos y caminos que en décadas posteriores, cuando se vivió la época dorada del ciclismo yucateco, sirvieron de rutas para las justas pedalistas. No existen evidencias de acciones de promoción del uso de la bicicleta durante el período del motuleño, en cambio, es desafortunado el evento mencionado en las crónicas locales de esa época, las cuales señalan que en el 18º Batallón del General Ricárdez Broca que se insubordinó y persiguió a Carrillo Puerto en su huida y posterior fusilamiento, hubo un agrupamiento de soldados en bicicleta que recorrían la ciudad arrastrando en el suelo los pendones de las Ligas de Resistencia del Partido Socialista del Sureste.viii
Dos importantes obras de infraestructura tuvieron mucho que ver con el incipiente desarrollo del ciclismo yucateco en los años veinte; la carretera Mérida-Progreso, cuyos trabajos iniciaron en agosto de 1926, inaugurándose el 1 de febrero de 1930; la segunda, la ampliación del Paseo de Montejo, con dirección al norte, con una extensión de 440 metros realizada en 1926.
En ocasión de la inauguración de la carretera Mérida-Progreso, se realizó una carrera ciclística; a las 3 p.m. salieron de Progreso 33 ciclistas con dirección a Mérida. 59 minutos más tarde, ante un público desbordante en aplausos, entró a la meta el primer ciclista, el joven Juan Ruiz; un minuto más tarde arribó el segundo lugar, Alberto Navarrete; el tercer lugar Ramón Covarrubias hizo 61 minutos un cuarto y el cuarto Ramón Cruz registró 63 minutos. ix
A pesar de la gran penetración popular que había logrado el béisbol como deporte oficial gracias al impulso gubernativo y a la amplia difusión que se daba en los medios escritos, el ciclismo competitivo daba sus primeros esbozos en Yucatán al iniciar la tercera década del siglo XX.
*Doctor en Derecho, UNAM; profesor-investigador de Derecho y Política Comparada, Universidad Modelo.
i Libro de Actas de Sesiones del H. Ayuntamiento de Mérida de 1910, 7 de diciembre , Fondo Municipal, caja num.37, Archivo General del Estado de Yucatán
ii La Revista Peninsular, 12 de octubre de 1913 p.12,
iii Diario de Yucatán, 28 de enero de 1930, p.8
iv La Revista de Yucatán, 17 de julio de 1912, p.5
v La Revista de Yucatán, 24 de julio de 1919, p.4; 18 de noviembre de 1923, p. 4.
vi La Revista de Yucatán 26 de febrero de 1914, p. 4.
vii La Revista de Yucatán, 13 de noviembre de 1918, p.4.
viii La Revista de Yucatán, 13, 14, 15 diciembre de 1923; Montejo, Baqueiro, Francisco, Mérida en los años veinte, Maldonado Editores, Mérida, Yucatán., 1980, p.p.147-148.
ix Diario de Yucatán, 2 de febrero de 1930, p.5.