Ariel Avilés Marín
Entre las figuras indispensables de nuestra cultura, a nivel local y nacional, desde luego hay que considerar a Juan García Ponce, hombre polifacético y esencialmente revolucionario por convicción profunda, su vida transcurrió siempre rompiendo con alguna corriente o grupo. Proveniente de una familia de las llamadas de la Casta Divina en Yucatán, Juan García Ponce fue un afilado crítico de esta clase social, sus costumbres, sus prejuicios, sus tabúes, y prácticamente toda la gama de rasgos que caracterizaron, o más bien, caracterizan a esta clase social que aún pervive en Yucatán.
Por otro lado, y como un marcado y fuerte contraste, en las obras de Juan García Ponce flota un velado sentimiento de nostalgia y añoranza de esas mismas cosas que en su obra fustiga. Al leer a García Ponce o ver alguna de sus obras de teatro se paladea, se toca con la punta de los dedos, la profunda nostalgia por “la casa de Chichí”, las nanas mestizas que materialmente son parte de la familia, y que hasta tienen autoridad para “darle su limpia al niño”, si el caso lo requiere. Especialmente en su célebre trilogía teatral, este sentimiento es muy evidente y palpable. Miguelina, la entrañable nana de El Canto de los Grillos, nos pinta esta característica de cuerpo entero.
La noche del martes, a las siete, en la Sala de Arte “Manuel Cierol Sansores”, del Teatro “Armando Manzanero”, el Mtro. Fernando Muñoz Castillo nos deleitó por espacio de hora y media con una profunda evocación y análisis de Juan García Ponce y su obra. Nadie más acertado para hacer esta labor, pues Muñoz y García Ponce son almas gemelas en eso de los rompimientos. Al filo de cumplir cincuenta años el suceso, Fernando Muñoz escandalizó a la “buena sociedad yucateca” al presentar una obra teatral que venía a romper con lo acartonado que se encontraba el teatro en Yucatán. Con memorable escándalo, en el entonces Teatro de la Universidad de Yucatán, en octubre de 1970, se estrena “Eugenio” y con la obra, se estrena Fernando como dramaturgo. Aquello fue un hecho sin precedentes, pues a media función el público se hace de palabras con los jóvenes actores, se intercambian palabras altisonantes, y media sala se sale del teatro en medio de tremendo e inolvidable escándalo.
Pero dejemos los recuerdos y pasemos a la charla del martes. En un agradable aire de informalidad y familiaridad, transcurre la exposición del Mtro. Muñoz, ni siquiera sube al estrado, se sienta en el proscenio y así dicta su profunda cátedra. Las opiniones y análisis que integran la ponencia son citas de personas y autores que tuvieron una relación profunda con el personaje, así que sus planteamientos tienen el profundo valor de ser testimonios directos. Inicia Fernando con el del Mtro. Huberto Batis, quien mantuvo una entrañable relación con Juan García Ponce. Señala Muñoz los puntos asentados por Batis en varios puntos del libro “Lo que Cuadernos del Viento nos Dejó”. Nos pone al corriente Fernando de los estudios realizados en Estados Unidos de América, lo que es posible mediante una beca; para acceder a ésta García Ponce había recibido el apoyo de figuras como Luis G. Basurto y Wilberto Cantón. Sabrosa anécdota nos relata de sus días de estudiante en la UNAM, en los que ya dejaba correr la pluma en revistas, y de la sentida queja del gran director teatral Héctor Azar, ante las afiladas y fuertes críticas del novel estudiante de arte dramático.
Pasa Muñoz a analizar la importante trilogía teatral de García Ponce, ésta constituida por “El Canto de los Grillos”, “Alrededor de las Anémonas” y “La Feria Distante”. Grupo de obras que escribe Juan, y que no son editadas, sino hasta mucho tiempo después. Señala Fernando que El Canto de Los Grillos es una obra que se ha calificado como provinciana. “Es su obra primeriza, la escribe en los linderos de la adolescencia. Es una bien estructurada comedia dramática”. Esta obra no se representa hasta que, en 1957, Salvador Novo la monta con estudiantes de la UNAM. Relata también su acercamiento a su ciudad natal, sus pláticas con Alberto Cervera Espejo, director del grupo de teatro La Casona, para llevar a escena Alrededor de las Anémonas; pero esto no se llega a dar. “Es hasta que Nancy Roche monta las obras de García Ponce, que éstas son conocidas en su propia tierra”. Señala también, lo consignado en Cuadernos del Viento No. 3, acerca de su novela “El Día más Feliz”.
Pasa Fernando a dar cuenta de lo señalado por Armando de María y Campos, sobre Juan García Ponce, destacando que inicia refiriéndose a él como Carlos Ponce, por alguna razón que no se explica. De él dice De María y Campos: “Es un joven autor que considera buscar los goces para su disfrute”. Califica su teatro como realista y señala una profunda influencia de quien ha sido su maestra, Luisa Josefina Hernández; además, subraya que sus personajes salen de la clase media y alta de provincia; como es el caso de El Canto de los Grillos, que nos presenta a una viuda, económicamente venida a menos, y que no sabe educar a sus tres hijos, que viven toda clase de contradicciones morales. Platica Fernando sobre los días de estudiante en la UNAM, estudiando Arte Dramático y Literatura Inglesa, y de su contacto con Ignacio Retes. Dice Muñoz que García Ponce se acerca al Teatro del Absurdo, y eso sucede en su obra “Doce y una Trece”, la cual es montada en 1977 por Carlos Monsiváis, y en 1979 es adaptada para la televisión por Juan José Gurrola, en una versión en la que todo es lento, buscando crear un ambiente irreal. Es en esta época, al iniciar los 80’s, que Nancy Roche lo da a conocer en Mérida.
Nos habla Muñoz de un catálogo editado por David Hevia sobre la obra de García Ponce, en el cual se menciona a la entonces joven estudiante de Arte Dramático, Raquel Araujo. Se puntualiza también cómo la obra del dramaturgo está basada en la sociedad meridana de los años 50’s, y nos presenta a personajes jóvenes cuya visión se contrapone a la de sus mayores. En 1982, García Ponce y Huberto Batis dan cuenta del montaje de “Las Ursulinas” dedicada a Gurrola. Luego se refiere al montaje de “Catálogo Razonado”, la cual es dirigida por David Hevia y en la cual actúa Raquel Araujo. “Tenía un tema musical de Juan Gabriel y jugaba con un sinfín de espejos; toda la acción está basada en la imaginación del autor; son reflexiones sobre una novela en proceso. De Juan García Ponce, todos hablan de él, pocos lo han leído”. Señala lo significativo que es que la UADY nunca ha montado Catálogo Razonado.
Por último, cita Fernando las opiniones del director de teatro Gonzalo Valdez Medellín, que dice que el teatro de García Ponce tiene identidad propia; que Ibargüengoitia y él tendían más a la narrativa. “Su teatro tiende a atender esencialmente hacia la narrativa; hace una disección de la sociedad, especialmente en ‘Doce y una Trece’ y luego en ‘Catálogo Razonado’; esta última, con una mirada de profundo humor”.
Concluye Fernando Muñoz, señalando que García Ponce es también un esencial cuentista y novelista, un profundo crítico de las artes visuales. “García Ponce es un ser luminoso dentro de nuestra literatura”. La concurrencia cerró la sesión con un nutrido y caluroso aplauso al brillante expositor.