Yucatán

Roger Aguilar Cachón

El mes de diciembre reviste de una importancia muy especial, ya que además de ser la época navideña, es un tiempo de convivencia familiar y social. Es una de las temporadas más bonitas del año, ya que en ésta no sólo nos llega el aguinaldo -que en el mayor de los casos está gastado- y que también se preparan las grandes fiestas de la cena de la Nochebuena y del Año Nuevo, sino que también hay otras celebraciones relacionadas con éstas que además de promover la unión entre compañeros y familiares, sirve como un medio de distracción, y también como un continuom de nuestras tradiciones y cultura. Me refiero en esta ocasión a una tradición que si bien es cierto tuvo su auge y era practicada por casi todo el mundo, hoy día está casi en peligro de extinción por varias razones.

La Rama o Ramada inicia el primer día del mes de diciembre, y es muy común ver que en este primer día son pocas las ramas que se pueden apreciar y escuchar cantar en las puertas de las casas o bien del trabajo. Con el paso de los días el número de éstas va in crescendo hasta llegar al punto de tener que soportar el canto de cada una de éstas de manera simultánea o bien muy seguida. Un elemento que ya no falta en las ramas es la presencia de uno o más “vigilantes”, que en diversos casos puede recaer en el hermano o hermana mayor, la tía o en algunos casos la mamá, la que acompaña a los niños a recorrer las innumerables calles con la finalidad de cuidarlos y que nada les pase. Soportando en ocasiones el frío o la llovizna. Es posible que en esta ocasión haya un buen tiempo.

Pues bien, mis caros y caras lectoras, pasemos acto seguido a mencionar cuáles son los elementos que conforman una buena rama. Entre éstos pueden mencionarse: una caja -en el mayor de los casos es de zapatos- o receptáculo donde se encuentra una imagen religiosa, pudiendo ser de una Virgen determinada -en la mayoría de los casos es la Virgen de Guadalupe-, y en ocasiones las ramas que se precian de ser originales colocan las figuras de la Sagrada Familia -San José, María y el Niño Dios-, también es conveniente llevar unas cuantas ramitas de xiat –follaje-, un niño -el ecónomo- carga un botecito o cuenquito que sirve como alcancía para recoger las monedas que le dan las personas –dadivosas- donde van a cantar y algunas velas que llevan los integrantes de la misma, aunque no siempre se llevan éstas. Al término de la jornada se reúnen los niños en determinada casa, cuentan el dinero que les dieron de limosna, lo reparten entre ellos y guardan la cajita con la imagen. También se presenta la posibilidad de que se repartan el dinero posteriormente.

Las canciones que se entonan en cada puerta siempre han sido las mismas, y sólo han sufrido unos cambios en el tiempo transcurrido. La primeras notas que escuchamos de la rama son las siguientes: “… doy la media vuelta y me quito el sombrero, porque en esta casa vive un caballero, vive un caballero vive un General, si nos da permiso para comenzar… y de ahí se sueltan pa’l real. Entre los cambios que se han presentado podemos hacer notar el siguiente: “…la calaca tiene dientes, tiene dientes, Topo Gigio tiene dos, si nos da nuestro aguinaldo, se lo pagará el Señor...” diversas son las maneras en que la rama se despide después de haber cantado su letanía. Hay para decir gracias por el aguinaldo recibido y otras en donde se le hace ver a los habitantes de la casa lo mal que se vieron al no darles ningún peso. En el primer caso cuando se les da algunas monedas se despiden de esta manera: “…ya se va la rama muy agradecida por que en esta casa fue bien recibida, pasen buenas noches nosotros deseamos…” pero el mensaje cambia cuando no les dan ni un peso “…Ya se va la rama muy desconsolada porque en esta casa no les dieron nada o bien ya se va la rama con patas de alambre porque en esta casa se mueren de hambre…”. No cabe duda que el ingenio mexicano sale a relucir. Aunque también se pueden escuchar algunas con notas un poco altisonantes.

Las personas que integran el grupo de la Rama son por lo general familiares, ya sean hermanos o primos o bien pueden ser amiguitos de por la casa o bien de la escuela. Es un grupo cada vez más compacto, ya que por diversas razones ya no hay la costumbre de realizar en las calles de nuestra segura Mérida estas actividades. Aunque en muchas ocasiones es poco lo que se puede recolectar, lo importante es la convivencia y el relajo que pueda suscitarse en el transcurso de su caminar.

Al ver que cada año son menos las Ramas que se pueden encontrar en las calles, surgen diversas preguntas en torno a la casi extinción de éstas. En primer lugar hay que destacar que la mayor parte de los niños en edad escolar cuyas edades fluctúan entre los 8 y 15 años, ya encuentran diversas opciones de entretenimiento y no ven en ésta una manera de convivir con sus amigos. Ya que hoy día las nuevas tecnologías hacen que la población que antes participaba en las Ramas se ocupe en dedicar su tiempo libre en los juegos de computadoras u otras acciones derivadas de éstas.

Las familias de esta nueva generación no han procurado mantener viva esta tradición, con lo cual hace posible que no se continúe practicando o bien por cuestiones de carácter de seguridad sea otro elemento importante para no continuar con esta práctica. Estas pueden ser también otras de las causas de la casi extinción de las mismas.

Otra de las posibles causas de que ya no se vean en demasía las Ramas son las casas de amplios muros que impiden que se acerquen los pequeños grupos a cantar a sus puertas, si bien es cierto que algunos fraccionamientos nuevos tienen su porche y aún hay la posibilidad de presentarse ante ellas, la mayor parte de las casas y para procurar la seguridad de su familia hace posible que enfrente de cada una de sus entradas se yergan grandes muros y rejas.

El de la tinta se preocupa de esta tradición y aunque sus hijos, Paola y Hugo ya no están en la edad de practicarla, es conveniente crear conciencia y regresar a nuestros orígenes y prácticas de antaño promoviendo en diversos espacios el regreso de la Rama, por ejemplo, hay que hacer notar que en la escuela de la misma, la encargada de la materia de Artes, la maestra Genoveva, tuvo la iniciativa de crear entre sus grupos esta conciencia de rescate y en los próximos días pasarán de salón en salón, cantando sus alumnos los estribillos de esta tradición, procurando de esta manera revivirlas y darla a conocer a muchos niños en edad escolar que nunca han visto o escuchado una.

El de la letra considera loable esta decisión escolar y así como se trata de recuperar algunas tradiciones, esta, aunque tiene un carácter religioso, tiene también una carga cultural y nos preguntamos si se hacen fiestas de Halloween en algunas escuelas, ¿por qué no revivir esta costumbre y otras más como las pastorelas (tema de otra colaboración) en beneficio de la recuperación de nuestra tradición?

Las ramas poco a poco van perdiendo terreno en nuestra cultura urbana, ya que cada año éstas se han estado reduciendo, al grado tal que en algunas colonias y fraccionamientos de nuestra blanca Mérida ya son casi imposibles verlas y escucharlas. Un reto de esta nueva generación es procurar preservarlas y buscar y encontrar alternativas para su resurgimiento. Y ustedes, caros y caras lectoras, ¿recuerdan cuando salían en la Rama?