Sócrates, todos los días, antes de comer solía dar largas caminatas y a veces hasta corría. Uno de sus discípulos le preguntó el por qué al maestro:
-Como mi mesa, generalmente, tiene los mismos alimentos que mi modesto nivel económico me permite, los aderezo con una salsa maravillosa.
–¿Y cuál es esa salsa, maestro?
–El hambre; los ejercicios estimulan el apetito; porque con hambre todo sabe bien.
Antología del Chascarrillo
Segunda Epoca