Yucatán

En La Habana nada es oculto, todo queda a la vista

Afirma el poeta cubano Miguel Barnet Lanza

La Habana es una mujer desnuda sobre el arrecife de una playa que ha visto galeones españoles, barcos ingleses y hasta ferrys de pasajeros y cruceros turísticos. Una ciudad misteriosa que se niega a desaparecer con un Poniente con cielo violeta y un sol que quema y la robustece, afirmó el poeta Miguel Barnet Lanza al ofrecer una conferencia con motivo de los 500 años de la capital de la República de Cuba.

En el Salón del Consejo Universitario y como parte de los eventos de La Víspera de la Noche Blanca de Mérida, el ex presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Fundación Fernando Ortiz charló ampliamente sobre las relaciones entre Mérida, México y Cuba y en particular con La Habana, ciudad que –dijo– es diversa, ecléctica.

“Alejo Carpentier la llamó ciudad de las columnas. No dejó de tener razón. Columnas protectoras de un Sol quemante y de lluvias torrenciales, columnas que semejan a las gallegas de Santiago de Compostela, más pequeñas y más gruesas, pero también protectoras de las lluvias finas y granizadas, de las que huyeron tantos inmigrantes que luego se abrazaban con el calor del trópico”.

Barnet Lanza sostuvo que en La Habana nada es oculto, todo se expone con desenfado y queda a la vista como en un balneario o en una carnicería, aunque hay mucho oculto, mucho que va de subterráneo y esquivo, y que nadie o casi nadie ve, porque La Habana es profunda y sus calles se hunden en la tierra.

Ardientes boleros y rumba de cajón

“Ella es alegre, frívola y dramática, de ardientes boleros y rumba de cajón”, explicó. “Ella, con sus fachadas descarnadas y su levedad que la ampara y ennoblece muere todos los días y vuelve a renacer atrincherada en una historia que le sirve de bastón, con su ceiba milenaria, su Templete y su gran muro del malecón”.

Explicó que La Habana no se concentra en su casco colonial, el más bello del continente, porque es la dueña de un elenco variado de barrios periféricos y únicos como El Vedado y su vida cultural, el añejo Cerro de las Migraciones al Centro, al Sur y al Norte de la ciudad, de Regla, de la Guanabacoa de Lecuona, Rita y Bola de Nieve, de Marianao que bautizado con nuevos nombres de aborígenes y de La Habana Centro a la que le cantó Fina García Marruz, y cuyos nombres históricos se los llevó el viento con San Leopoldo, Pueblo Nuevo o Los Sitios.

Habló de los parques, de los barrios como La Víbora culta y recogida, porque en la capital cubana se recorta la vida de muchos cubanos que no nacieron en ella, pero la aman y la apapachan como decían los mexicanos, los nuevos habitantes que ya van sintiéndola suya.

Subrayó que La Habana es Cuba porque se concentran todas las razas, todos los colores y toda su gente. “Antigua y moderna, hija de Dios y del Diablo, nada la ha podido vencer, ni los bloqueos del norte ni la desidia, ni el abandono; ella se alza como una palmera real frente a todos los vientos huracanados”.

Asir lo prohibido

Sostuvo que la ciudad es brava, vive en las calles, esquiva las aceras; su gente vive de algo que no ocurre, pero de igual vive. “En La Habana vivir es disfrutar lo inasible, lo prohibido, desandarla con el historiador o sin él, igual de día que de noche, asir lo prohibido”.

El poeta dijo anoche que se encontraba entre amigos y habló de cuando toda América Latina se desentendió de Cuba, los mexicanos jamás la abandonaron, además de que la presentó como una de las capitales mundiales más cosmopolitas, pero con su nacionalismo.

Dijo que “ese cosmopolitismo tiene un espíritu nacionalista con una visión universal, La Habana es una ciudad del Caribe, de América Latina y del mundo. Tenemos 2 millones y medio de habitantes y lo que se ha presentado en las fotografías es solo una parte de la ciudad, porque tiene 33 barrios o demarcaciones”, indicó al hacer referencia a la proyección de unas fotografías del etnólogo José Matos.

En la charla, que la dedicó al historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler, el poeta expresó que Mérida y la capital cubana se parecen porque florecieron al amparo de cultivos como el henequén y la caña de azúcar. “Eso permitió que se construyeran unos palacetes realmente espléndidos, de un lujo desmesurado que no tiene nada que ver con el espíritu del latinoamericano”.

Habló de los juegos que compartimos como la chácara, que ahí es pon, y de la kimbomba que allá es timbomba. “Yo fui un niño gordito y se burlaban de mí porque no jugaba la pelota ni el pon. En la escuela norteamericana donde me formé se jugaba quitinball ahora se está volviendo a poner de moda en Cuba el fútbol soccer.

Bloqueo estadounidense

Y como habló del bloqueo estadounidense, el cronista le preguntó qué opinaba de que hace un par de años se filmó allá buena parte de la película “Rápidos y furiosos 8”, que es una saga de Hollywood. “Te voy a decir una cosa, el bloqueo comercial, económico y financiero a Cuba nos ha aislado del mundo, pero como dijo el Papa, tenemos que abrirnos al mundo.

“Yo no la vi, pero de alguna manera esa película, Fast and furious, los coches que yo vi de esa película, daban una imagen hermosa de la ciudad. Yo creo que la película dejó algún dinero al mundo del cine en Cuba, al gremio cinematográfico cubano”, expresó.

Dijo que al contrario de filmes de co-producción española que muestran a La Habana sucia, llena de juegos y de prostitución, esa película estadounidense mostró a una ciudad bella, positiva.

(Rafael Gómez Chi)