Voces de Vida
Volver a brillar
Hoy es uno de esos días en los que me la paso preguntando: “¿qué es lo que sucede conmigo, que sucede con mis pensamientos? ¿Por qué me siento así?” Como si todo el esfuerzo que estoy haciendo por estar bien, me está dando la contra para demostrarme que realmente todo está muy mal. Como si toda esta lucha para salir del hoyo en el que me encuentro fuera en vano, como si la depresión que llevo a cuestas desde hace más de un año, en vez de alejarse, siga creciendo y me siga comiendo el alma cuando estoy tratando de salir adelante. Me es difícil apreciar hasta el más mínimo detalle de la vida, disfrutar de la vida. MI VIDA y mi propia compañía. Es como si la soledad quisiera ahora convertirse en mi enemiga, cuando en realidad, ella siempre ha estado conmigo y yo ahora quiero aprovecharla para invertir ese tiempo juntas, disfrutando mi soledad conmigo. No sé, es como si en estos momentos estuviese aún más perdida que antes.
Yo sé que ahora estoy consciente de que es difícil, pero no imposible. Que es un proceso largo el cual no se desvanecerá en un solo segundo. Eso lo sé. Lo que no entiendo es ¿por qué ahora, por qué otra vez? Cuando ya comenzaba a sentirme muy bien, a empezar a disfrutar de mi propia compañía hasta con lo más sencillo. Justo cuando comenzaba a disfrutar lo poco que tengo sin importar lo que no tengo y que jamás tendré, tratando de no preocuparme por eso. No lo entiendo, analizo y simplemente no encuentro la respuesta.
Es como gritar en silencio, porque tu voz nadie la escucha y, al mismo tiempo, cuando quieres hablar o ya tienes la oportunidad de hacerlo, de quitarte eso peso de encima, te quedas sin palabras. No hay ningún argumento que te ayude a discernir lo que llevas en lo más profundo de tu interior y en tus pensamientos, esos que a veces no te dejan tranquila.
Es como un laberinto sin salida, cuando crees que estás cerca de ella, corres con fuerza, y cuando estás a punto de salir, descubres que has regresado al mismo lugar. Es como estar encerrada en tu cabeza o en ti misma y, aun así, quieres salir, pero no sabes qué es lo que te impide poner un pie fuera, aunque te esfuerzas por hacerlo. Realmente quiero y deseo que esto termine, lo cierto es que ya no deseo que acabe de la manera más fácil y cobarde. Ya no deseo ser quien lo termine de esa manera, simplemente no quiero. A pesar de eso mi mente amenaza con traer esos horribles pensamientos, es como luchar con ella. Mientras yo trato de despejarla, mi mente parece ignorarme y llevarme la contraria.
Siguen los insomnios, pero las pesadillas han disminuido, los dolores de cabeza son constantes y llega un punto en que mi cabeza no se detiene. Al mismo tiempo me vuelvo a preguntar: “¿Por qué? ¿Qué es lo que me está pasando? ¿Por qué simplemente no me deja en paz este sentimiento de angustia, de nostalgia?” Te duele el pecho, sientes que tu respiración se vuelve irregular, que los latidos del corazón se aceleran, sientes un gran nudo en la garganta, quieres llorar, sacar todo esto pero simplemente no sale. Las lágrimas no bajan y tu corazón llora en silencio mientras tú te quemas viva.
Hace un mes estuve en mi lugar favorito, con personas maravillosas que saben escucharte y brindarte las herramientas necesarias para que seas tú quien tome la decisión final. Mientras estaba en ese lugar compartiendo ese bello momento con ellas, me sentí diferente, era otra, y entonces viene a mi mente: “Yo elegí estar bien por mí y conmigo misma, desde el día en que pedí y acepté ayuda profesional, desde ese momento decidí recuperar mi propia paz y estabilidad emocional. Aunque me esté resultando un tanto difícil”.
Tengo miedo, sí, lo digo en voz alta y lo escribo en estas líneas a pesar que me tiemblan las manos desde que anoté la primera letra. Tengo miedo de estas pequeñas caídas por el simple hecho de que no quiero volver a cometer una locura, que me gane la ansiedad y mis impulsos se disparen. Yo sé que hoy en día tengo ayuda, el psicólogo que me asignaron –el Dr. Gaspar Baquedano– y el grupo La Esperanza PIAS. Y, aunque sea difícil, aunque esté cayendo, a pesar de los miedos y que pueda llegar a tropezar una y mil veces más, a pesar de todo, procuraré no darme por vencida en este largo proceso. Entonces solo puedo decir una cosa más: aunque sientas que se te oprime el pecho, que nadie te escucha, alza la voz y pide ayuda, por favor. Quizá, entre esos murmullos o gritos silenciosos, haya alguien dispuesto o dispuesta a ayudarte. Siempre y cuando tú decidas volver a brillar y que la luz de tu mirada, vuelva a renacer.
(Ana Cruz)
CONTACTO: Para atención directa, acuda al Hospital Psiquiátrico “Yucatán”. Con referencia médica para la atención al suicidio, en los momentos de desesperanza, contactar al Programa Integral de Atención al Suicidio (PIAS) del Hospital Psiquiátrico, Tel. 6 11 01 94, de lunes a viernes en horario de oficina. Estamos también en Radio Universidad 103.9 FM, todos los jueves a la 1 p.m. con repetición los domingos a las 4 p.m. Contacte también a los siguientes correos: programapias@yahoo.com y programapias@hotmail.com, En Facebook, “Grupo La Esperanza PIAS”.