Yucatán

Pensamiento y acción del Papa Francisco

Víctor Salas

En nuestra ciudad es muy extraño encontrarse con algo más que las noticias referentes a los exitosos viajes pastorales del último y carismático Papa Francisco.

El martes tres de diciembre en el Foro/Cine Colón se proyectó un documental acerca del Papa Francisco, visto y analizado desde distintas aristas de su vida eclesial. Esto es, desde antes de iniciar su responsabilidad papal.

A lo largo de cerca de noventa minutos se nos presentan imágenes de Francisco llenas de júbilo, radiantes, luminosas y francamente humanas, lo cual lo acerca a la divinidad.

El nombre lo toma de san Francisco de Asís. Al igual que su ideario, el cual es enriquecido y amplificado por las circunstancias de la vida contemporánea globalizada. Este último concepto enmarca a un Papa totalmente distinto a los anteriores, debido al dominio que manifiesta, de los extensos y distintos temas de la aldea global.

El representante del Vaticano, habla, muchas veces, como si fuera un intelectual de primerísimo orden, de la talla de un Jorge Luis Borges u Octavio Paz. Lo hace con una dicción exenta de errores, pausas o lagunas mentales. Le fluye la palabra como a nadie dedicado y ejercitado en las letras y los argumentos orales.

Pero más allá de ese aspecto intelectual, hay otros en los que se involucra por saber cómo vive y la pasan los brasileños de las fabelas, los africanos que buscan refugio en distintas ciudades europeas, los afectados por un maremoto o un sismo. A cada lugar asiste, sin saber que palabras decir para mitigar el dolor ajeno, pero su sola presencia es la palabra silente que lo dice todo, que aplaca el sentimiento doliente de los afectados por la desgracia.

Él se somete al escrutinio y permite que se le hagan preguntas acerca de su modo de vida y de asumir la papal. Para todo y todos tiene una respuesta, sin ficciones o evasiones. Responde de manera directa y breve. San Francisco de Asís, lo guía en todo. Y en cada etapa del santo, el sumo pontífice encuentra un ejemplo de vida digna de ser emulada o recordada.

Cuando habla con voz crítica hasta uno se asusta por la circunstancia de hacerlo enfrente de sectores ultra conservadores de la curia romana, longeva toda ella, y sumamente experimentada en aquello del poder y el dominio. Francisco, entonces, es como un extraño en el paraíso, pero está consciente de serlo y de los peligros que ello significa. Lo más interesante es comprobar que las circunstancias distintas se han acomodado en un mismo ámbito religioso, que han podido convivir las diferentes ideas acerca de la iglesia de Jesús, para él, iglesia de la pobreza. Es ahí donde él se erige en crítico de la riqueza universal y saca datos como el de que el 80% del beneficio económico universal está en manos de un 20% de personas. Expone ideas para que el poseedor de la riqueza pueda compartir un tanto de ella con sus semejantes. Ni un solo argumento suena descabellado o imposible de realizar, porque los poderosos a veces, suelen ser bondadosos. Lo correcto sería lograr una generalización de esa actitud y visión de la compartición material.

“No hay un dios de Israel y otro del mundo musulmán o del Tibet, hay uno solo que es el padre de Dios, y ese es el mismo en cada territorio de la fe humana”, dice contundente el Papa.

Él habla con soltura de economía, periodismo, racismo, ecología, literatura y arte. Nada escapa a su conocimiento de la familia del hombre de todos los continentes.

Un papa es el representante de Dios en la tierra, pero es interesante conocer que también puede ser el representante de todos los hombres de la tierra, en la casa común de la humanidad.

El documental “El Papa Francisco, un hombre de palabra” debería ser conocido por todos, no solo por los católicos.