Yucatán

Debemos hacer sentir a los demás el amor de Dios

Jesús nos dice hoy: “Yo te amo, te he dado la vida, te he puesto en un lugar para ser feliz; ahora bien, yo también deseo que tú me ames y me hagas feliz con lo que a mí me gusta”. El Señor quiere que lo hagas feliz conviviendo con la gente con la que te ha tocado vivir; esa es la respuesta al Evangelio de hoy, dijo el padre José Antonio Flores Cervera, presidente del Cabildo Metropolitano, en la misa de confirmaciones que ofició ayer por la mañana en la iglesia catedral.

En su mensaje también pidió a los fieles predicar el evangelio de acuerdo con lo que uno es, con la profesión o actividad que desempeñe, pues uno debe hacer sentir a los demás el amor de Dios.

Antes dijo que Jesús viene a mostrarnos en el Evangelio de San Lucas, cómo Dios ama al hombre: Dios no abandona lo creado ni deja que la cosa vayan como sea, no es un padre irresponsable, que crea los hijos y que luego que ellos vean cómo se las arreglan; no, el Señor es un padre consciente de su paternidad y de la relación que debe existir con sus hijos.

Por eso Jesús vienes a enseñar cómo Dios ama; si nos fijamos en los textos del Señor, a través de todo el Evangelio, son textos de Jesús llenos de amor que quiere que aprendamos a vivir como auténticos hermanos e hijos de Dios. Porque no solamente tener el sacramento del bautismo y decir: sí soy hijo de Dios, sino que es un gran compromiso al que ustedes muchachos, al tomar el sacramento de la confirmación, ustedes se comprometen a ser apóstoles del Señor, se comprometen a predicar el amor de Dios y ahorita vamos a reflexionar cómo se debe predicar el amor de Dios.

Por eso, téngalo en la conciencia de que no es un cumplido sino es una condición para ser seguidor de Jesús. Lo primero que hace el Señor es predicar donde hay gente; los fariseos predicaba en la sinagogas, en el templo, los sacerdotes, pero Jesús lo hace donde hay gente que no conoce el amor, donde hay gente que no sabe que Dios los ama y comienza andar de pueblo en pueblo, en las calles y plazas, no sólo con las enseñanzas, sino a través de sus actos; el Señor no escoge absolutamente lugar, no escoge personas, porque son judíos, porque son de su raza, sino a todo ser humano hombre o mujer que desee vivir el amor de Dios.

Hermanos míos, es de lo único que nos van a juzgar, no te van a decir: cuántas misas oíste, niño, cuánto rosaritos rezaste, cuántos escapularios tenías en tu garganta, perdóneme, ¡no!, te van a decir: “fuiste mi hijo y para que seas mi hijo, ¿amaste a tus hermanos, hiciste familia con ellos? Si hiciste familia, no hay problema, pero si no hiciste familia con ellos, mira, aquí sobras.

Así como no quisiste llevarte con ellos en la tierra, tampoco quisiste compartir con ellos, aquí tampoco puedes compartir, tienes que aprender a compartir aquí en el mundo, para que aquí aprendas a compartir conmigo.

Por eso al llegar a la orilla del lago de dos barcas decide subir a una que era la de Simón y que más tarde se llamaría Pedro y le dice que aleje un poco de la orilla para que le dé libertad y pueda hablar con la gente y le enseña la gente con mucho cariño todo lo que tiene que hacer y después de enseñar le dice a Pedro: Simón, hazte a la mar y echa las redes.

Simón le dice a Jesús: “Maestro, toda la noche estuvimos trabajando y no pescamos nada; Pedro lo dice porque la hora para pescar en el lago era por la noche, no de día, el tipo de pescado que se cogía allá era de noche, pero Jesús dice: echa la redes. De esa manera el Señor va hacer sentir el amor a estos pescadores que vivían de la pesca, para hacer que sientan el amor, después de que hizo sentir a la gente a través de la predicación y ahora les tocaba a ellos.

Para sorpresa de Pedro las redes se llenan de tanto pescado que no pueden subirlas a la barca y llaman a otros compañeros para subir toda la pesca, y así el hombre cuando sabe reconocer que Dios está en todos lados, el hombre se humilla ante Dios.

Aléjate de mí, Señor que soy pecador, dice Pedro; Jesús lo adopta y comienza a formar su equipo de trabajo con esos discípulos pescadores a quienes les dice: “De hoy en adelante, serán ustedes pescadores de hombres” y comienzan una parte del equipo del Señor.

El Señor nos enseña que somos su familia y que tenemos que aceptar como familia con lo que toca vivir en la casa de ustedes; por ejemplo, entre hermanos nos arañamos, pusimos carotas, cuántas veces no lo hicimos, pero somos familia y nos seguimos llevando, seguimos compartiendo. Hermanos, nos piden que prediquemos el evangelio, padre de familia predica a tu esposa y tu esposa a tus hijo.

(Víctor Lara Martínez)