Yucatán

Roger Aguilar Cachón

La cultura es dinámica y por lo mismo tiende a cambiar conforme pasan los años y más aún cuando las tecnologías dan pasos agigantados, propiciando en algunos sectores de nuestra sociedad la posibilidad de ir haciendo a un lado nuestra tradición y cultura. La misma globalización ha permitido la intromisión de otras culturas, costumbres y tradiciones que en un momento determinado se conjugan y viven a la par de la nuestra. Considerando importante la misión que tienen en la actualidad los medios masivos de comunicación, es deber de los comunicadores el dar su granito de arena a través de los diversos soportes para poder llevar hasta el más recóndito lugar de nuestra geografía algunos de los elementos que conforman nuestra cultura.

Nuestra cultura maya, llena de tradiciones y coloridos, está presente a cada paso que damos, en cada esquina, en cada colonia, municipios y en la misma capital, se exuda lo nuestro, en algunos casos lo percibimos y en otras pasa de largo sin hacerle caso que ésta podría perderse si no le hacemos lo necesario para preservarla.

La tradicional vaquería, que muchas personas pueden pensar que por la modernidad está cayendo en el olvido, o en desuso, he de decirles a mis caros y caras lectoras que esta tradición está aún más viva que antes. Solamente hay que “pescar” una fiesta de algún municipio de nuestro estado para que podamos alegrarnos el oído y la vista ante las melodías de las jaranas y ante los vistosos trajes y ternos que engalanan las mestizas guapas de Yucatán. De igual manera las autoridades municipales aportan por medio de su vaquería de cada lunes en los bajos del palacio municipal un programa en donde se incluye nuestras vistosas jaranas.

Los ternos que portan las mestizas son una vitrina de color, destreza y de un conjunto de formas que pueden ser desde flores, pasando por frutas, aves o motivos geométricos. La elegancia y presencia de las mestizas hacen lucir de una mejor manera esos ternos tan nuestros y que nos identifica. En nuestra ciudad los domingos al mediodía enfrente del Palacio Municipal es mudo testigo de la jarana, boda mestiza y los diversos ritmos que tanto niños, como jóvenes y adultos hacen gala de su pericia y destreza en el baile. Pero no hay que olvidar que los hipiles y ternos forman parte del vestir de nuestras mujeres mayas, tanto del interior de nuestro Estado como dentro de nuestra ciudad. Hay personas que de manera ordinaria visten de hipil, lo podemos ver en nuestras calles y sobre todo en el mercado municipal.

Una nota importante a destacar es que, desde ya hace muchos años, los mestizos de edad y provenientes del interior del Estado ya no lucen una prenda que era habitual verla durante la época de oro del henequén, mismo que se usaba en las haciendas y también se podía ver en la ciudad, me refiero al cotín. Pequeña pieza de tela cruzada debajo de la cintura de dibujo llamado mil rayas. Ya no se usa.

No hablemos de los zapatos de las mestizas, refirámonos a los que los hombres del campo usan hasta hoy, me refiero a las alpargatas, zapatos de uso común de los hombres del campo y mestizos, los hay de varios tipos, los de uso común de suela de llanta y con tiras cruzadas de manera diagonal o bien de dos tiras. Las de lujo de nombre xanaquehueles o alpargatas chillonas, de suela de cuero y con una preparación que cuando se camina hacen que chille o produzcan un ruidito muy característico. Muchos son los municipios que las producen y también pueden adquirirse en el mercado grande “Lucas de Gálvez” de nuestra ciudad de Mérida,

La música que nos hace ser embajadores de nuestra cultura con ritmo y musicalidad de sus notas, está presente en cada rincón de nuestra ciudad, cada jueves en el parque de Santa Lucía, se lleva a cabo la tradicional “Serenata Yucateca”, en donde tríos locales, cantantes y de vez en cuando se engalana con la Orquesta Típica “Yucalpetén”, llena ese espacio de recreación en donde se reúnen al filo de las nueve de la noche para comenzar una aventura musical.

Pero para los que no quieren esperar hasta el jueves, en muchos lugares nocturnos de nuestra ciudad y uno que otro hotel, brindan este tipo de música denominada de trova yucateca, aunque también en los alrededores de nuestra Plaza Grande se pueden encontrar todas las noches de todo el año tríos dispuestos a desgranar cada una de las piezas que les soliciten.

Hay un elemento cultural que día a día se mantiene en el gusto de propios y extraños y que es sinónimo de elegancia y distinción, me refiero a la guayabera, imprescindible para algunos -como el de la tinta- que constituye una forma de vida en su manera de vestir. En una época se confeccionaron con vistos bordados que le dieron la vuelta al mundo. Hubo un comerciante que hizo su vida con esta adecuación.

Nuestra forma de hablar, tan singular por sus sonidos y acentos es sin duda una peculiaridad que hoy día sufre de la modernidad y no pocos de los maya hablantes ya quieren hacer a un lado esta forma de comunicación, la lengua maya, que es nuestra identidad cultural, sufre por la intromisión de elementos ajenos a nuestra forma de vivir, debemos de hacer todo lo que esté de nuestro lado para defenderla y tratar de preservarla.

Si la música, la ropa y la lengua son elementos que constituyen una forma de nuestra cultura, la comida es algo que nos distingue de los demás, no sólo por sus colores vivos sino también por sus olores y sabores. El negro del relleno, combinado con el blanco y amarillo de los huevos cocidos, el amarillo verdoso del pipián, con su testigo impertérrito de la ciruela, que mudo y lejano se mantiene apacible. El olor de los recados se conjugan para el famoso puchero de tres carnes que de tradición se degusta los domingos. Y del frijol con puerco, ni hablar, eso merece un artículo aparte.

Estos, mis caros y caras lectoras, constituyen solamente una pequeña parte de lo que es nuestra cultura y a la que debemos de defender a toda costa, aún por los grandes pasos de la globalización, es menester el luchar y defenderla por sobre todas las cosas.