PROGRESO, Yucatán, 11 de marzo.- A la espera de que mejoraran las condiciones del viento y la creciente, pescadores de la flota tiburonera de Dzilam de Bravo aguardaban en Chuburná tras avituallar las embarcaciones en las cuales saldrían.
Antonio Herrera y Juan Kiní May, el primero responsable de las dos embarcaciones tiburoneras de la congeladora Lopezca, aguardaban en la embarcación tras que esta fue dotada.
Se invirtieron cerca de 22 mil pesos en abastecimiento, carnada consistente en ejemplares de pescado denominado “bonito” y de balá o raya, hielo en abundancia, cerca de tres toneladas y sus víveres, carne de pollo, puerco, galletas, café, refrescos, unos 23 kilos de tortillas, decenas de barras de pan francés, legumbres y verduras.
Los barcos tiburoneros salen cerca de 15 días y se van a las aguas profundas de 40 brazas de profundidad frente a Celestún así como Campeche, Isla Arena y Seybaplaya.
Los hombres de mar mencionaron que están logrando capturas regulares, en ocasiones dos toneladas de escualo, tres o cuando muy bien les va hasta cuatro.
Para la pesca de tiburón utilizan el cobralínea con palangre y anzuelos tipo huachinangueros, de los mas grandes de unas nueve pulgadas niquelados.
El cobralínea tiene unos cinco kilómetros de cordel y unos 250 anzuelos, uno cada 25 metros los cuales están a media agua con los ejemplares de carnada antes señalados.
El ejemplar de pescado bonito es el ideal debido la densidad y la cantidad de grasa de su sangre, el principal engodo es la sangre para los escualos.
En una noche pueden capturarse uno dos, hasta en ocasiones 20 ejemplares cuando es una jornada de pesca extraordinaria, relatan los pescadores.
Cada embarcación lleva en promedio unos 800 litros de diésel cuyo precio, señalaron los pescadores, está por las nubes y comienza afectar los costos.
En el anterior viaje se logró una buena captura en pocos días, no se llegó a 15 días el viaje.
En una ocasión en Seybaplaya, a 6 brazas de profundidad, se logró muy buena captura en una sola noche.
En cada embarcación va un equipo de tres pescadores, todos ellos hábiles en el manejo del tiburón.
Tras lograr la captura de varios o de un ejemplar este se arrastra hasta la embarcación con el cobralínea y una pluma monopié o palo mayor dotado de ganchos, un carrillo y arneses para sacar a los ejemplares vivos, manipularlos y dejarlos caer sobre la cubierta y los pescadores puedan maniobrar y para lo cual se les colocan varios ganchos o los “snapean” para evitar que caigan al agua.
Debido a que los ejemplares de tiburón son de enorme fuerza y llevan un largo proceso para morir, los pescadores los ejecutan de un batazo que le propinan en la punta del hocico, el cual es su mayor punto débil.
Tras la captura, los ejemplares son colocados en congelador cabeceados, sin eviscerar, ya que todo es aprovechable, su piel, las aletas, las vísceras, su carne, todo se aprovecha y se le paga al pescador unos 22 pesos el kilogramo.
Si se logra una captura de tonelada y media o dos toneladas de producto se considera un viaje regular, en el que se logra costear el avituallamiento y pago de los pescadores, quienes generalmente reciben anticipos de tres mil pesos antes de salir a pescar a fin de dejarle a su familia.
Los entrevistados informaron que para julio y agosto entra en veda la especie.
Ayer por la mañana en Chuburná, dos embarcaciones tiburoneras descargaron varias toneladas de escualo de diferentes tamaños de ejemplares y se trasladaron a Dzilam por carretera.
Las embarcaciones tiburoneras permanecen en Chuburná a fin de acortar mayores distancias y ahorrar un poco de diésel y un día de viaje.
(José Manrique)