Juan Apolo Durán Castillo
Cada día se aleja la posibilidad de rescatar la cultura maya. Lo único que queda de ella es la enseñanza oral de las familias que la conservan como comunicación cotidiana con sus hijos en los hogares campesinos y que se encuentran más alejados de los centros urbanos.
Hace unas semanas, con motivo del Día de las lenguas autóctonas, se hizo ruido oficial y como nota sobresaliente se cantó el Himno Nacional Mexicano en maya, como tonada estuvo bien, ya traducido tiene mucho que desear pero es un buen intento. Se le dieron reconocimientos por su aportación a personajes de raíces mayas que seguramente hablan maya: doctor Francisco Luna Kan, de una trayectoria política que se salva de la crítica mordaz histórica por su actuación como Gobernador de Yucatán, Sra. Aracely Cab Cumí, mi coterránea y contemporánea, Briceño Chel y otro, con apellidos mayas a orgullo de ellos mismos como siempre lo han manifestado. Los dos primeros con sólidas raíces familiares en mi pueblo, mi cerro, mis cenotes y mis montes: Maxcanú.
La discusión entre los que ven que la lengua hablada por los antiguos y presentes mayas debe ser rescatada y acrecentada está superada y todos abonan por eso, pero se presentan las interrogantes: ¿quiénes?, ¿cómo?, ¿cuándo?
Ha habido acciones objetivas de ese intento como la cartilla bilingüe maya español (y de todas las etnias) que en las escuelas primarias del medio rural se distribuyeron allá por los años cuarenta del siglo, pasado con Torres Bodet de Secretario de Educación Pública. Se percibe como tiempos lejanos probablemente, pero muchos de nosotros los maestros los vimos en los armarios o en el rincón de la escuela en donde nos iniciamos como docentes. Fundamentalmente servía para la alfabetización de los campesinos yucatecos y eran modestos cuadernillos que estaban bien dosificados para un aprendizaje natural. Más acercados a nuestros días ha habido otros intentos como la corriente maya rescatista que campeó en la Dirección de Educación Indígena con el método que se llamo “coox canik mayataan”, cobijado por Milton Rubio Madera y Víctor Cervera, que tuvo intenciones de ser un programa general y que con todas sus bondades desapareció con el cambio de autoridades políticas y educativas.
Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia el panorama futuro se vislumbra radicalmente distinto y alumbran nuevas luces para un cambio profundo y justiciero.
En sus comparecencias populares y mediáticas de las mañana un interrogador le preguntó que cuál va a ser la respuesta del gobierno que encabeza ante el avasallamiento de la globalización que ha tenido una penetración sobre todo en los jóvenes, con conductas y costumbres totalmente perniciosas y contrarias a las del mexicano. La respuesta no se hizo esperar y refiriéndose primero a los mexicanos que viven en el extranjero señaló que las embajadas de México dejaban de ser paraísos turísticos de políticos y se convertirían en verdaderos defensores de los paisanos y promotores del rescate de las costumbres mexicanas, entendiéndose su música tan romántica y varonil, sus bailes y danzas tan representativas y por extensión las lenguas autóctonas que vienen siendo el verdadero rostro de México y su historia en todo el mundo.
Si lo anterior sucederá en el extranjero, con más razón debe ser en nuestro propio país y muy en particular en nuestro estado de Yucatán y por extensión en toda la península, pero por razón de razón debemos empezar en nuestra solar patrio con la lengua maya y no es misión imposible sino voluntad política y ciudadana y cariño al lugar donde vimos por primera vez el Sol, este nohoch kin.
Hay ejemplos vivos exitosos en España en donde tuvimos la oportunidad de ver por los caminos hispanos leyendas en Catalán, en Vasco y en ocasión de un descanso queriendo condescender con dos elegantes caballeros les pregunté en un restaurante en qué idioma hablaban y en perfecto español me dijeron con sumo orgullo que en Vasco. Mi acercamiento a ellos me premió con una copa de vino y nada más. No aceptaron mi respuesta porque iban a su trabajo. Así como ellos, escucho que hablan muchos albañiles que vienen a trabajar en obras de esta ciudad que son de Mayapán, Halachó y poblaciones del interior del estado: entre ellos hablan sólo maya.
Claro que sí se puede. ¿Acaso se hicieron congresos y reuniones para aprobar la asignatura de Inglés en las Secundarias y el las Preparatorias? ¿Y el francés? ¿Acaso las raíces griegas y latinas que estudiamos en la Normal tuvieron taxativas para que se incluyeran en el currículo formativo?
Tanto en Primaria como en Secundaria y en todos los niveles educativos la lengua maya debe ser rescatada del baúl de los recuerdos o como curiosidad turística e incluirla como una asignatura obligatoria.
La lengua maya está esperando, pero apurémoslo mayistas, mayólogos, maestros, ciudadanía, políticos, autoridades educativas, seudo mayistas y todos, antes que sea tarde y nuestra maya realmente sea una lengua muerta. Nuestro orgullo ancestral debe resurgir. Ramón Huertas Soris, de origen cubano y avecindado en Mérida, es un enamorado de la cultura maya y además promotor de ella y ejemplo para nosotros. No olvidemos que este es el mes de Kukulcán.