El libro “Los Buscadores” retrata la manera de cómo miles de familias en México buscan a sus seres queridos en cerros, montañas, baldíos, en fosas clandestinas, dijo ayer José Gil Olmos, quien junto con Noé Zavaleta y Germán Carrasco presentó esta obra resultado de diez años de trabajo e investigaciones.
En el marco de la Feria Internacional de la Lectura de Yucatán (FILEY 2019), Gil Olmos destacó que en el libro “Los Buscadores”, editado por Editorial Proceso, dijo que el problema de personas desaparecidas no ha sido resuelto por ningún gobierno desde la administración de Felipe Calderón hasta la fecha.
Andrés Manuel López Obrador, como Enrique Peña Nieto en su momento, tampoco sabe cómo tratarlo y resolverlo, “porque hablamos de miles de personas que han sido enterradas o que han sido desaparecidas en el mar o en muchos lugares”.
Consideró que, hasta ahora, las autoridades han sido ineficaces para profesionalizar a los Ministerios Públicos, a las policías y pronto a los militares o a las personas que van a estar en la Guardia Nacional, ya que las investigaciones dejan mucho que desear.
Realidad lacerante
“Los Buscadores” es producto del recorrido realizado por nosotros –reporteros de Proceso– por todo el país, acompañando a las familias que están en esa situación y que, en algún momento, lo único que quieren es encontrar un jirón de tela, un zapato o algo que les indique que ahí estuvieron sus familiares o que ahí están para poder hacer el duelo, porque ni siquiera pueden hacer un duelo.
Por lo tanto, buscamos la manera de retratar cómo es que se está viviendo esa tragedia en todo el país.
Son hechos que vivimos de cerca esa realidad y de alguna manera nos convertimos en buscadores de la información, pero estamos tan involucrados que nos convertimos en parte de esa necesidad y como parte de nuestra responsabilidad social, al ayudar a encontrar a los seres queridos de una familia que se encuentran desaparecidos.
Hemos ido por todos lados y hemos podido constatar el sufrimiento, la angustia, la preocupación de los familiares por encontrar a su ser querido tanto en Sinaloa como en Veracruz o Guerrero, donde no hay colonia o área de trabajo donde no haya una persona desaparecida, casos que todavía no se ha dado en Yucatán, Colima o Querétaro, dijo.
Detalló que en la Ciudad de México hubo un reportero que fue secuestrado dos veces; la primera vez lo regresaron Los Zetas, pero en la segunda no se volvió a saber nada de él.
Crisis global
Por lo tanto, estamos ante un problema de crisis global, que las autoridades, insistió, no han logrado resolver.
—Se puede tener toda la buena voluntad del mundo, pero el problema es que no hay el conocimiento, la capacidad y que no se quiera etiquetar el recurso para ello, apuntó.
También se dijo que, a más de diez años de trabajo por parte de los familiares de personas desaparecidas, apenas ahora las autoridades hablan de crear un manual de búsqueda. “Todo indica que nos estamos acostumbrando a que las personas desaparezcan, pero lo peor que le puede pasar a un humano es que desaparezcan a un ser querido, porque simplemente éstos ya no duermen tranquilos, no comen, etc., y su modo de vida cambia, mientras que las autoridades lo ven como números o simplemente los involucran con los narcos, pero aún así hay leyes; lamentablemente todo parece que la mejor justificación en México es que “ha de ser que andaba en malos pasos”, y eso indica que son las propias madres que se han visto obligadas a convertirse en forenses para encontrar a su ser querido y evitar que les vean la cara, recibiendo un hueso de animal y no de humano”, concluyó.
(Víctor Lara Martínez)