Yucatán

Conrado Roche Reyes

La incomprensión es un sentimiento egoísta que la mayoría de las veces desencadena una fuente de violencia entre los seres humanos.

Ya que con la incomprensión no tomamos en cuenta la forma de pensar o sentir de nuestros congéneres, sino que de una manera egocéntrica deseamos que los demás piensen, laboren, actúen y vivan sus vidas como nosotros queremos y cuando vemos que esto no es así, chocamos de manera frontal y brutalmente, como en un grave accidente de carretera, al ver que no cumplen nuestros deseos y expectativas, no lo entendemos, no deseamos confraternizar con ellos y llegamos hasta el punto de repudiarlos.

Yo diría que, sin lugar a dudas, la incomprensión sí es una fuente inagotable de violencia y maldad.

Por la incomprensión se provoca violencia y la falta de entendimiento familiar, se odia hasta el límite más extremo, se desprecia, se ataca sin tener en consideración las ideas o sentimientos humanos ni derechos del otro.

A la persona que se deja dominar por la incomprensión no le importa quitar los obstáculos que considere que entorpecen sus ideas, en su forma de andar por la vida, si considera que éstos le entorpecen su forma única, perfecta y buena de llevar la vida.

Al hacer esto se violan los derechos fundamentales de los demás, el libre albedrío y se traspasa una barrera de derechos que no debería ser franqueada, si en realidad somos seres racionales y no animales.

Los problemas de la vida diaria nos han hecho incomprensivos, hasta el punto de insensibilizarnos y acabamos actuando en forma mecánica, como autómatas, ya que no discernimos, sólo actuamos y llevamos una vida estática como una planta o un animal descontrolado, porque aunque no lo parezca, al menos los animales viven bajo una rutina y disciplina en sus actos.

La incomprensión tiene su parte afectiva y ésta es la falta de empatía y conocimiento de la persona con la que nos estamos relacionando -así sea sin frecuentarse- y no aceptamos.

La realidad es completamente distinta con sus vanas palabras y su falta de ética y moral ocultan su oscura realidad. La incomprensión al semejante es, finalmente, una manera de envidiarlo, de odiar al semejante distinto y reducimos todo esto a una palabra. La incomprensión es una de las formas más altas de ser perverso. Y los/as perversos no tienen límites.