Yucatán

Notas sobre marxismo, feminismo y liberación de la mujer

Delfín Quezada Domínguez

El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de los Derechos de la Mujer, cuyos orígenes se remontan a las iniciativas de mujeres de ideas socialistas. Mostramos algunos ejemplos de estas memorables fechas para entender posteriormente el fondo de estas notas que me atrevo a dar a conocer y cuya autora, Sharon Smith expresa con un compromiso muy propio. He aquí las históricas fechas de inicio de la lucha feminista:

1909 De conformidad con una declaración del Partido Socialista de los Estados Unidos de América el día 28 de febrero se celebró en todos los Estados Unidos el primer Día Nacional de la Mujer, que éstas siguieron celebrando el último domingo de febrero hasta 1913.

1910 La Internacional Socialista, reunida en Copenhague, proclamó el Día de la Mujer, de carácter internacional como homenaje al movimiento en favor de los derechos de la mujer y para ayudar a conseguir el sufragio femenino universal. No se estableció una fecha fija para la celebración.

1911 Como consecuencia de la decisión adoptada en Copenhague el año anterior, el Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez (el 19 de marzo) en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, con mítines a los que asistieron más de 1 millón de mujeres y hombres. Además del derecho de voto y de ocupar cargos públicos, exigieron el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.

Sharon Smith, feminista marxista estadounidense, autora de “Mujeres y Socialismo: Ensayos sobre la liberación de la mujer” hace un extraordinario recorrido por los escritos de los creadores de la teoría filosófica materialista, en donde éstos (los marxistas) analizan desde su perspectiva el papel de la mujer en su tiempo y lo que debería hacerse para la liberación total de ellas. En este sentido, Smith afirma que la tradición marxista asume, desde sus orígenes, con los escritos de Karl Marx y Friedrich Engels, la lucha por la liberación de la mujer. Ya desde el Manifiesto Comunista, Marx y Engels argumentaron cómo la clase dominante oprime a las mujeres, relegándolas a ciudadanas de segunda clase en la sociedad y dentro de la familia: el burgués ve en su mujer un mero instrumento de producción, no sospecha siquiera que el verdadero objetivo que perseguimos [los comunistas] es el de acabar con esa situación de las mujeres como mero instrumento de producción.

Marx no dedicó mucho espacio en El Capital a describir el papel que cumple el trabajo doméstico de las mujeres bajo el capitalismo. Tampoco examinó el origen de la opresión de la mujer en la sociedad de clases, a pesar de que tomó extensas notas etnológicas sobre este tema hacia el final de su vida. Después de la muerte de Marx, Engels utilizó algunas de aquellas notas para su libro: “El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado”, donde analizaba el surgimiento de la opresión de las mujeres como el producto de la aparición de la sociedad de clases y de la familia nuclear. A pesar de que han sido necesarias varias revisiones para actualizar las tesis del libro de Engels, fueron pioneras, en su momento, como contribución a la comprensión de la opresión de las mujeres; en particular porque Engels escribía en la Inglaterra victoriana, que no era, desde luego, una era ilustrada en lo que se refiere a la situación de las mujeres. De hecho, en El origen es más que notable la cuidadosa atención que Engels dedica a los aspectos personales de la opresión de las mujeres dentro del marco familiar, incluyendo la extrema degradación sufrida por las mujeres a manos de sus maridos, con un grado de desigualdad desconocida en las sociedades anteriores. Engels califica el surgimiento de la familia nuclear como la derrota histórica del sexo femenino a nivel mundial. Aunque las notas de Marx sugieren que esta derrota histórica mundial se inicia y desarrolla durante un período de tiempo más extenso, precediendo y conduciendo a la aparición de la sociedad de clases, con el resultado final de un enorme retroceso en la igualdad de las mujeres respecto de los hombres. Además, Engels sostiene explícitamente que la violación y la violencia contra las mujeres se iniciaron dentro de la familia, en sus mismos orígenes:

“El hombre tomó el mando también en el hogar; la mujer fue degradada y reducida a la servidumbre; se convirtió en la esclava de su lujuria y en un mero instrumento para la producción de hijos. Para asegurar la fidelidad de su mujer y, por tanto, la paternidad de sus hijos, es entregada sin condiciones al poder del marido; si él la mata, sólo está ejerciendo sus derechos.

Engels también explicó cómo el ideal de la familia monógama en la sociedad de clases se basa en una hipocresía fundamental. Desde sus inicios, la familia ha estado marcada por el “carácter específico de la monogamia sólo para la mujer, pero no para el hombre”. Mientras que los actos de infidelidad de las mujeres son duramente condenados, sin embargo, se consideran “honorables en el hombre o, en el peor de los casos, un leve pecadillo contra la moral que se puede asumir alegremente”.

Esclavitud doméstica. Si algo se puede destacar, desde el inicio de la tradición marxista en cuanto a la emancipación de la mujer, es que el problema no ha sido nunca contemplado teóricamente como un asunto que concierne sólo a las mujeres, sino como un tema en el que se debe implicar el conjunto de los líderes revolucionarios, tanto hombres como mujeres. El revolucionario ruso León Trotsky escribió: “Para cambiar nuestras condiciones de vida, debemos aprender a mirar a través de los ojos de las mujeres”. Del mismo modo, V.I. Lenin, solía referirse a la opresión de las mujeres dentro de la familia como “esclavitud doméstica”. La esclavitud doméstica, a la que Lenin hace referencia, es un elemento central en la teoría marxista sobre la opresión de las mujeres: la fuente de la opresión de las mujeres radica en el papel de la familia como reproductora de la fuerza de trabajo para el capitalismo, y en el papel desigual de la mujer en su seno. Mientras que la familia de las clases dominantes ha funcionado históricamente como una institución a través de la que transmitir la herencia entre generaciones, con el surgimiento del capitalismo, la familia de la clase obrera asumió la función de proporcionar al sistema una oferta abundante de mano de obra.

El surgimiento de la familia de la clase obrera también comenzó a diferenciar claramente el carácter de la opresión que sufren las mujeres de distintas clases: el papel de las mujeres de clase alta es producir descendencia para heredar la riqueza de la familia, mientras que la función de las mujeres de la clase obrera es mantener las generaciones de trabajadores para hoy y mañana dentro de su propia familia; esto es, la reproducción de la fuerza de trabajo para el sistema. Engels sostenía que el papel de la mujer proletaria significa que “la esposa se convertía en la sirvienta principal y que, si lleva a cabo sus tareas al servicio privado de su familia, permanece excluida de la producción pública y sin salario; y si quiere tomar parte en la producción pública y obtener un salario independiente, no puede atender sus deberes familiares. Actualmente, las exigencias del trabajo y de la familia compiten entre sí y son una fuente importante de estrés para las madres trabajadoras. Sobre todo, en las familias obreras que no pueden permitirse el lujo de pagar servicios externos de lavandería, limpieza, cocina y ayuda en las tareas domésticas.

Muchas feministas no sólo han jugado un papel clave en el avance de la teoría marxista sobre la opresión de las mujeres, sino que además nos recuerdan que el marxismo es una teoría viva y de plena actualidad que está aún en proceso de desarrollo. Y que profundizar en la teoría marxista y feminista significa también profundizar y ampliar el potencial de futuro de nuestra práctica en la lucha contra la opresión de la mujer.