DZIDZANTUN, Yucatán, 18 de abril.- No se tiene fecha exacta del inicio de la construcción del mercado municipal de Dzidzantún, pero se estima que fue a mediados de los años treinta, ya que aún existía en el período de Don Gonzalo Torres Muñoz en 1936.
La construcción entonces era de paredes de mampostería con techo de lámina galvanizada. Sus dimensiones eran de 20 x 30 metros, lo que daba una superficie de 600 metros cuadrados, su altura era de cuatro metros y contaba con cuatro puertas, una en cada punto cardinal, para dar entrada a las personas que venían de esos rumbos de la población. Sus paredes internas fueron escenario propicio para que el Dr. Benjamín López Martínez plasmara sus famosos murales que por desgracia no se pudieron conservar a través del tiempo.
Era común ver movimiento en el mercado desde las cuatro de la mañana, cuando la gente acudía a comprar lo que necesitaba para su alimentación diaria. Esa costumbre no se conserva también, pues ahora las labores de los comerciantes son un poco más tarde.
Entre los puestos y mesas de frutas y verduras, destacaba la presencia de doña Panchita May Homá, que estaba ubicada en el centro del mercado. Alrededor, pegado a la pared, estaban los carniceros: don Gerardo Villanueva, don Abundio Avilés Coral, don Herminio Magaña Perera, quienes vendía carne de puerco y res. Don Honorio Coral Vivas además de puerco, vendía pollo y carne de tortuga de mar. Todos llevaban sus productos en cajas que cargaban con el útil mecapal.
Don Honorio fue el primero en adquirir una pequeña carreta que arrastraba con su caballo llamada “Melingo”, misma que fue bautizada como la “diligencia de la muerte”, quizás por el motivo de transportar animales descuartizados.
Es digno hacer mención que las carnes, frutas y verduras que se consumían, eran producidas en nuestro pueblo y estaban en ese entonces libres de impurezas de tantos herbicidas y anabólicos que ahora se utilizan para acelerar los ciclos de producción.
En el año 1974-1975 del profesor Víctor Coral Campos como presidente municipal, el mercado fue ampliado y reconstruido para dar un mejor servicio a la población, pero por desgracia esto hizo perder las pinturas del Dr. López Martínez. Dichos murales, considerados como obras de arte, se dijo que estuvieron al nivel de Diego Rivera, que fueron en su momento parte de nuestro patrimonio cultural. A partir de esa remodelación, ya luce más amplio y cuenta con seis puertas: dos al norte, dos al sur y una al este y otra al oeste.
En 1984, cuando era Alcalde el profesor Francisco Martínez May, se construyó el bazar municipal, un anexo por la parte norte que consta de 14 puestos donde se expenden comidas, fritangas, una joyería y una peluquería. En la parte de arriba funcionaba, hasta hace unos años, la biblioteca municipal “Rosita Lizama y Sobrino”, que en la actualidad se considera un “elefante blanco”.
En el año 2001, la parte delantera y el costado derecho, fue cubierto con arcos que conjugan con los del palacio municipal. Estos pasillos fueron cubiertos con lámina de zinc, así como también este techo unió que el mercado con el bazar, protegiendo a los puestos de las inclemencias del tiempo. Esta obra se realizó en el período del profesor Hervé Zaldívar Avilés como presidente municipal.
Finalmente en el año 2000, por acuerdo de cabildo, se le puso por nombre: “Profr. Víctor Coral Campos” y se colocó un busto de dicho profesor en la parte frontal (calle 21), todo esto se realizó cuando fue presidente municipal el Br. Miguel Ángel Zaldívar Flores, específicamente el dos de mayo de ese año. Dicho busto se debería trasladar a la escuela primaria “Benito Juárez García”, donde Coral Campos fue director varios años, ya que el lugar donde se encuentra lo han manchado varias veces.
Nuestro mercado representa la columna vertebral para nuestra salud, debido a que ahí se manejan y expenden productos como carnes, frutas y hortalizas, así como comidas y fritangas que son la base de nuestra alimentación diaria. Las autoridades deben cuidar esto e imponer sanciones a los que alteren su buen funcionamiento. Es, además, parte de nuestro pueblo, ya que es visitado en vacaciones por personas de otras partes del país que vienen todos los años a participar en la tradicional de fiesta de agosto en honor a la Virgen de Santa Clara de Asís. Como buenos dzidzantunenses, debemos procurar que se lleven una buena impresión de él, sobre todo que presumimos de generar nuestra propia riqueza y producir también nuestros propios alimentos y que nuestra producción en una época llegó a representar más del 30% de la producción estatal.
Es lamentable que hasta hoy, este mercado funcione sin agua potable, pues se abastece a través de un pozo profundo hecho en la administración de Cornelio Aguilar Puc. También es triste y deplorable ver cucarachas en las coladeras, debido a un mal drenaje.
El precio de los productos que se ofertan, no se supervisan y que los carniceros no utilizan herramientas modernas, pues siguen cortando los huesos con hacha dejando astillas causando perjuicios a pesar que ya les fue donado una sierra cinta para hacerlo, en el periodo del Profr. Ismael Aguilar Puc (2012-2015)
También a veces se observa que hay épocas del año, que es utilizado para exhibir propagandas de comercios o eventos, para lo cual es cubierto en su parte frontal con espectaculares que en un su momento dan un mal aspecto a su estructura de arcos tipo colonial.
En la actualidad los baños que funcionan en este mercado dejan mucho que desear. Posiblemente se necesite hacer más conciencia en el uso de los estos servicios.
Las autoridades deben tomar en cuenta lo anterior, quizás para realizar una remodelación para tener un mejor mercado que beneficie al pueblo. Hacer una construcción funcional, a la altura de un pueblo que demanda mejores servicios públicos…. Y usted, ¿qué opina?
Ing. Lorenzo Cohuó Ku
Escritor Comunitario y Cronista de Dzidzantún