El galán de media noche es una flor que al caer la noche despide un agradable aroma. Se dice que:
En una época muy remota vivió una hermosa doncella de tez blanca, ojos color miel y larga cabellera negra. Por la acentuada blancura de su piel le pusieron por nombre Zac Nikté (Flor Blanca). La fama de su hermosura era conocida hasta los más lejanos lugares, de manera que constantemente desfilaban bajo su ventana gran cantidad de pretendientes que se disputaban el amor de la bella…pero su padre, celoso guardián de la felicidad de su hija, desde que ella era muy pequeña, había acordado que llegado el momento, la casaría con el hijo de un rico hacendado, dueño de miles de cabezas de ganado y de grandes plantaciones de maíz, de café y de caña de azúcar, merced a unos cuantos favores que él había recibido años atrás del rico hacendado.
Desde luego que Sak Nicté ignoraba esto y por eso, entre tantos pretendientes que la cortejaban, había decidido entregar su corazón a un humilde muchacho que era muy trabajador y que cada año hacía su milpa obteniendo excelentes cosechas. Al principio los encuentros de Sac Nikté con su afortunado galán se daban en el más absoluto secreto…pero los demás pretendientes que no tuvieron la fortuna de ser elegidos, se encargaron de divulgar la noticia que pronto llegó a oídos del padre del que, según él, debería ser el esposo de su hija y se apresuró a enviarle un mensaje para que se apersonara con su hijo a fin de que dieran cumplimiento al trato que habían pactado desde mucho tiempo atrás.
Mientras tanto, en casa de Sac Nikté comenzaron los preparativos para recepcionar a los invitados, pero ella no estuvo de acuerdo y se lo hizo saber a su padre.
-Padre, yo siempre te he honrado y obedecido en todo lo que me has ordenado, pero ahora hay algo en lo que, aunque quisiera, no te puedo obedecer, pues los designios del corazón nunca se dan por contrato, así es que desde ahora te digo que nunca me casaré con ese Ak’ab Yom.
Ese era el verdadero nombre del lejano galán desconocido que llegaría a tomar posesión del corazón que desde hacía tiempo le pertenecía, merced a un descabellado convenio de oscuros intereses. Al escuchar esto, el padre de Sac Nikté no pudo contener su cólera y le replicó duramente a su hija:
-Hija, tú eres la muchacha más bella de estos lugares y no voy a permitir que el primer patán que llegue te arranque de mis brazos y te lleve a sufrir pobreza e incomodidades. Por eso desde tu más tierna infancia acordé con el padre de Ak’ab Yom que tú serías la esposa de su hijo y gracias a eso hemos vivido sin estrecheces y he podido darte lo mejor.
-Te repito, padre, yo que siempre te he respetado, pero ahora no tengo palabras que puedan describir tu egoísmo, pues vendiste mi corazón para que puedas vivir con holgura, pero sin dignidad. Desde ahora te digo que el día que venga Ak’ab Yom, el hombre que mi corazón eligió libremente estará a mi lado para impedir que se consume la más aberrante transacción que me hundiría en la más abyecta humillación.
-Pero, hija, comprende que es por tu felicidad ¿Qué puede ofrecerte ese pobre muchacho que te pretende? Ak’ab Yom en cambio es riquísimo y a su lado nada te faltará.
-Nada, padre, sólo el amor, pues yo seré como uno de sus más caros trofeos, pero no tendré el amor que no se puede comprar ni con todo el oro del mundo.
Después Sak Nikté se retiró a su habitación a dar rienda suelta a su dolor, no sin antes enviar un recado a su amado para que estuviera presente y poder rescatarla del infierno del que su padre quería hundirla.
Llegado el día del fatal encuentro, al anochecer llegaron a la casa de Sak Nikté, Ak’ab Yom, su padre y algunos invitados, quienes fueron recibidos por el padre de Sak Nikté. Después de las invitaciones de rigor, el padre de la doncella fue por ella a su habitación. Ella le dijo que no tardaría en presentarse.
Continuó la ceremonia de bienvenida y mientras tanto Ak’ab Yom empezó a desempacar los ostentosos regalos que le había traído a Sak Nikté. Finísimos vestidos, costosas alhajas y un frasco de un raro perfume traído de no sé qué lejano país oriental. Estaba sosteniendo el frasco en sus manos mientras daba las explicaciones correspondientes, cuando hizo su aparición la belle Sak Nikté del brazo de su amado. Cuando su padre vio esto, no supo cómo explicarles a los padres de Ak’ab Yom y éste, muy enojado preguntó:
-¿Pero qué burla es ésta? ¿Quién es ese intruso?
Y para su asombro, Sak Nikté le contestó:
-Esta es la persona que se ha ganado mi corazón con amor y no con dinero, pero si tú quieres ser digno de mi amor, puedes conquistarlo con valor, ven a arrancarme de sus brazos, si lo logras, me casaré contigo. Sin esperar a que se lo repitan, Ak’ab Yom se apresuró a arrebatar de los brazos del “intruso” a la que consideraba como algo de su propiedad.
Con gran insolencia le dio un empujón al pretendiente de Sak Nikté, pero éste sacó de entre sus ropas un filoso cuchillo y lo hundió en el corazón de Ak’ab Yom, quien al caer, hizo añicos el frasco que contenía el costoso perfume que dejó sentir su rico aroma en todo el ambiente. Los dos enamorados huyeron y nunca más se supo de ellos. Tiempo después, en el lugar donde murió Ak’ab Yom, brotó una plantita cuyas blancas flores despiden de noche un delicioso aroma, por eso le llaman “Galán de Noche”, “Ak’ab Yom” en maya.
Se cuenta que las muchachas casaderas que cultivan en su jardín esta planta, no consiguen casarse, porque el “Galán de Noche” aleja a los enamorados. Tienen que arrancar la planta si desean lograr su objetivo.
*Escritor comunitario y cronista de Hunucmá