PROGRESO, Yucatán, 6 de abril.- La literatura en el mundo occidental se relaciona con muchas formas de expresión artística, como toda manifestación de tipo estético y artístico, como el mismo rango de la pintura, la escultura o la música... por eso la expresión literaria, que es un fenómeno esencialmente escrito, nos lleva por inmersos mundos del pensamiento, hacia lo más sublime, prevaleciendo en el tiempo.
Considerando que la literatura poética es también un medio de comunicación en una reflexión sobre la sociedad y su realidad, como la relevante ponencia a manera de existencialismo, la joven literata Paola Astrid May Castillo nos da un brebaje del dramatismo al final de un sendero lastimoso de la vida “Querida Dama”, asociando la muerte como la belleza insufrible que le lleva en un suspiro.
Como mencionó Edoard Manet en algunas de sus notas, el intelectualismo, el ritmo, la riqueza formal y la ciudad elaboración de su poesía hacen un ejemplo antitético y expresivo del sentimiento.
“Querida Dama”, de Astrid May Castillo:
“Querida Dama”
¿Qué estás esperando querida? Ven por mí.
Me levanto todos los días a las seis de la mañana para asistir a un mundo manipulado por otros que sólo me roban tiempo y vitalidad. Les lamo los pies humillando mi honestidad por unos cuantos centavos para luego sólo llegar a casa y cerrar los ojos en una caja fría y fúnebre.
La vida está llena de intentos y sueños que se piensan y se desmoronan. Veo a diario rostros vacíos y chupados por el aire tóxico que nos consume. Camino por un sendero manchado de sangre y putrefacción y ni siquiera voy a la mitad del camino. No sé cuándo acabará; parece eterno.
Encerrado en un mundo de imposibilidades sólo quiero volar para ver un paisaje paradisíaco y más claro, si es que el cielo existe. Pero ya ven querida dama. Te estoy esperando. Es una de las pocas veces que me siento emocionado como un niño esperando entrar a un parque de diversiones, o como quien no puede esperar a mañana para abrir su regalo de Navidad. Sólo así siento que el sendero se hace cada vez más corto, y puedo vislumbrar el final. Es una sensación que jamás pensé volver a experimentar. El conocerte se me hace eterno, y a pesar de que muchos te teman, yo quiero darte la bienvenida.
Acelerar el paso, querida dama, que mi esposa está a punto de llegar, no quiero que nos descubra. La sangre corre lenta por mis muñecas y ya no puedo sostener mi último cigarro.
(Jorge Frías Castillo)