Yucatán

El público, los pianistas, el director polaco y la OSY

Víctor Salas

Al parecer mi pronóstico fue certero, pues el Peón Contreras durante el concierto de la OSY se vio con bastantes asistentes hasta el tercer nivel, debido a la participación de dos importantes pianistas yucatecos en su concierto del viernes 24 de mayo. Todos teníamos un manifiesto entusiasmo particular no más de ver y escuchar a dos músicos nuestros que merecen mayor participación en el desarrollo musical de la ciudad.

Muchas caras ausentes en los últimos programas retornaron a sus lugares de costumbre y otras butacas fueron ocupadas por mucha gente joven que han de ser cercanos a María Elí Sosa y Alejandro Cámara.

Mendelssohn, de catorce años de edad, decidió componer un concierto para dos manos para su hermana Fanny, el cual fue estrenado por ambos hermanos como solistas. Este apunte histórico parece repetirse en el caso de los dos yucatecos, pues María Elí fue maestra de Alejandro Cámara y ahora en este año de 2019, después de vidas profesionales desarrolladas en diferentes espacios, se unieron en Mérida para interpretar el Concierto para dos pianos en Mi Mayor.

La combinación estuvo sabrosa porque la pianista lucía un porte de clásica y exquisita mentora musical viendo, guiando y motivando al intérprete que, frente a ella, su maestra, estaba avocado a lo suyo, concentrado en brindarles a sus dígitos, la energía necesaria para transcurrir sobre las octavas del piano con desenvoltura y tono emocional correspondiente. Ella, fiel a los cánones, miraba la escritura del pentagrama dejando ir, por separado, sus manos entre el teclado blanco y el de los bemoles; los temas de uno eran transmitidos al otro en una especie de coqueteo feliz y con una dulzura sólo posible en el arte.

Ellos fueron la representación de la fuerza y la suavidad, de lo fuerte de la fuerza y de lo emotivo del cándido canto que puede brotar de los martilletes que golpean el metal de la lira íntima del piano. Así, en esos motivos, con esa complacencia de sus cuatro manos distantes y separadas por el tamaño del piano de cola completa, se ganaron una enorme ovación al concluir el primer movimiento -ya lo sabemos, no se debe aplaudir sino hasta el final, pero a los yucatecos les vale gorro esa regla y aplaude porque así le viene de su corazón efusivo, incontrolable y violador de reglas profesionales. Ni, manera-, y al terminar el tercer y último movimiento las palmas se unieron en un solo sonido prolongado y fuerte; era el público yucateco reconociendo y valorando a dos de sus hijos en el arte, era la representación del éxito esperado. ¡Bravo!

Adam Klocek hace su aparición con una camisa negra de una suavidad solo comparable a sus propios movimientos para seducir y exultar a tutti orquestal cuando así era necesario. Zapatos de charol que acentuaban una elegancia ya casi lontana, poco visible pero que señalan la preocupación de un artista por verse bien en todo momento, María Félix, decía: “Me visto bien para mis mexicanos. ¿Qué quieren, que vaya por todos lados, huarachuda como representante de mi país?”.

Adam indica la fortaleza de su espíritu interpretativo desde su pie izquierdo el cual flexiona, apoyándolo sobre el talón, para luego iniciar la indicación correspondiente. Es zurdo, con su mano izquierda sostiene una batuta corta (no tanto como la Serge Gergiev) y con una suavidad alada sus brazos trazan inmensos círculos, se elevan o apuntan con dedo flamígero a un grupo de músicos en especial.

No es una danza la que él ejecuta al compás de los párrafos de la partitura, son los movimientos que caprichosamente le provocan los temas beethovianos o de Mendelssohn, ya sea en la partitura de Las Hébridas o el Concierto para dos Pianos, es dueño de una expresión corporal muy agradable, convincente y nada estridente; Lo suyo es el buen trabajo, viene de un país donde ha existido una tradición de calidad estratosférica en muchos reglones de las artes, muchas palmas y bravos fueron el resultado de trabajo, Yucatán le asentó la rúbrica del éxito en una noche calurosa y reverberante de satisfacción.

Por muchas razones habría que hacer una nota en la que se hable en exclusiva de los intérpretes de la OSY, quienes han demostrado tener medidas para cada conductor que enfrentan. La madurez les ha llegado a muchos en el trabajo realizado por la Sinfónica yucateca desde hace años, sería muy importante emplear más a cada uno de ellos como concertistas; ¿por qué no se hace eso?, yo no se qué es más importante, si llenar el currículum de la OSY con nombres extranjeros o generar la experimentación entre sus integrantes.

De algo estoy seguro, el beneficiario mayúsculo de traer invitados es del director titular de nuestra orquesta.