Yucatán

La Salud de las Mujeres ante los Obstáculos para Autodeterminarse

Dra. Sandra Peniche Quintal

Cada 28 de mayo, a nivel mundial, el movimiento feminista pone el acento en la salud de las mujeres. Es el día de Acción por la Salud de las Mujeres.

Quisiera conversar con las lectoras y lectores de la salud de nosotras las mujeres y de su relación con la vida que estamos viviendo en nuestras localidades, comunidades y familias.

Empiezo por hacerles estas preguntas: ¿qué tan saludable está Usted ahora? ¿Cómo se siente? ¿Qué tan saludables están las mujeres de su familia, vecinas, amigas y conocidas? ¿Tienen ausencia de enfermedad?

Les comparto lo que nos dicen en nuestro trabajo cotidiano, de todos los días, en Servicios Humanitarios en Salud Sexual y Reproductiva con mujeres que acuden a consulta o que participan en talleres.

Las mujeres van a consulta, en su mayoría, porque tienen alguna dolencia, alguna enfermedad, no se sienten bien, les duele algo y se preocupan. Las hay con padecimientos transitorios como catarros, tos, bronquitis; otras con dificultad para caminar porque les duelen los pies o los talones, las rodillas, cadera o espalda. Unas más con problemas crónicos, de larga duración de circulación por la diabetes, otras porque su presión está alta. Unas más acuden para checarse y solicitan estudios de colposcopía y papanicolaou. A todas ellas, cuando les preguntamos cómo están, nos responden que un poco bien. Que qué más se le va a hacer. En las mujeres con diabetes que presentan heridas o ulceraciones en pies o piernas, se les nota la congoja, la preocupación y el miedo a perder algún dedo o que les amputen la pierna. Se lamentan porque, dice la mayoría, que van a sus consultas, que toman su medicina o se inyectan la insulina, pero que siempre las regañan porque su azúcar está alta. Hemos observado que la atención a la diabetes es bastante deficiente. En general, no tienen buen control médico. El estudio de la hemoglobina glicosilada está ausente. El conocimiento sobre su padecimiento es insuficiente y no les permite cuidarse mejor. No toman en cuenta las costumbres culinarias ni qué alimentos pueden adquirir con el poco dinero con el que cuentan, ni tampoco si viven violencia. La atención médica carece de un enfoque centrado en la persona y su circunstancia. La Educación en Salud se hace indispensable.

En los diversos talleres y círculos de crecimiento personal hablan de sus tristezas, de sus carencias y necesidades, de su precariedad en manera de vivir. Viven para otros y se viven como sacrificables para y por el bienestar de los otros. Y con todo, sacan fortalezas para continuar “aguantando” para ayudar de nueva cuenta a los otros. Han aprendido a soportar las carencias, el maltrato, el abandono, a hacer a un lado sus necesidades y a posponer todos sus deseos y hasta el descanso.

En esas condiciones, ¿podemos hablar de salud?

Recordemos que la salud no es solamente la ausencia de enfermedad. La infelicidad, la violencia, el maltrato, la ausencia o carencia de satisfacción en la vida cotidiana, configuran daño a la salud emocional con repercusiones físicas y sociales. Y de esto, casi no hablamos, prácticamente no lo abordamos.

Y si preguntamos qué derechos conocen, responden que a la salud, pero ignoran en qué consiste, sólo han memorizado las frases publicitarias.

En un taller, una joven me preguntó si yo sabía de una muchacha que se había suicidado en una población cercana, a principios de este año. Le respondí que no, que no sabía, y que si lo consideraba, pues que me contara. Me relató que era una amiga de ella, “mi mejor amiga” (sic), “yo le contaba todo lo que me pasaba y ella a mí. Un día en la madrugada, me llamó porque no soportaba lo que le había pasado. Le dijo que unos pizzeros la habían violado y lo peor es que no le creyeron. Ella ni novio había tenido y pronto cumpliría sus 15 años. Cuando desperté, tenía otra llamada de ella, pero yo no la escuché porque estaba dormida y mi celular estaba cargándose en otro cuarto. Ese día se ahorcó. En el periódico dijeron que era por depresión y problemas sentimentales, pero es falso porque no tenía novio. Fue porque no soportó que la violaran y no le creyeran. Y eso a mí me dolió mucho, y hasta ahora me acuerdo y me da mucha, pero mucha tristeza” (sic).

La salud emocional y el cuidado de la integralidad es un asunto urgente de atender. Así que hablar de salud no es hablar de enfermedad. Implica la satisfacción en la vida y la viabilidad de ser feliz. Y hay ausencia de políticas públicas que promuevan el crecimiento personal, familiar y social.

En la más reciente sesión con mujeres de tres generaciones diferentes, mi compañero, el Dr. Carlos González, les preguntó si consideraban y sentían que esos problemas de salud derivados del maltrato, de violencia por ser mujeres, esposas, hijas, de las tristezas y malestares emocionales por la vida de pobreza integral, por las cargas de enfermedad familiar y el abandono de seres queridos, las podrían tratar médicos y médicas o si necesitaban profesionales de la salud capacitados/as que las atendieran de manera especial para que puedan expresar los malestares de la vida cotidiana sin ser descalificadas y maltratadas. La respuesta fue unánime: sí necesitan ser atendidas por personal de salud altamente sensibilizado en la problemática de vida de las mujeres.

Entre tanto, Servicios Humanitarios en Salud Sexual y Reproductiva y UNASSE, continuamos aprendiendo a vivir y convivir, a hacer comunidades saludables y felices.

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