Yucatán

Valladolid

Leonel Escalante Aguilar

Recorro sin las prisas de un viajero

tus calles de real categoría,

Trazadas por Montejo sobre otero

de esa raza de luz y de agonía.

Desciendo por las aguas cristalinas

del cenote que baña tus rizomas,

tus encantos de mieles ambarinas,

que con frágil caricia los asomas.

Eres reina de sutil aristocracia

mi ciudad de hidalguía soberana,

de torres espigadas de arrogancia

en iglesias de estirpe castellana.

Tierra de paz y nobles caminantes

Iturralde, Cantón e Inés Novelo

surcaron tus calzadas fascinantes

Entre novias de tul y suaves velos.

Adoro las plegarias que recitan

tus pájaros canoros que reclaman,

los cielos del Mayab donde gravitan

esperanzas de aquellos que te aman.

Añoro las pueblerinas verbenas

de estandartes gremiales en santuario,

con fervores a esa luz, siempre serena

de la Virgen de fiel escapulario.

Tropiezas entre ceibas y algodones,

piedras de canto, cal y filigrana,

y vuelas entre albos gavilanes

que gobiernan, añejos, tus mañanas.

Oh, Zací, permíteme en este canto

ofrendarte a ti, en lontananza,

todos mis credos tendidos en el manto

que lleno está de versos y alabanza.