Yucatán

Madres de hijos con discapacidad no desean que las vean como víctimas

—Las mamás que tenemos un hijo o una hija con discapacidad somos mamás diferentes, pero no nos sentimos víctimas, somos guerreras, somos resilientes, porque somos capaces de sobreponernos a las situaciones que hemos pasado. Estamos acostumbradas a caer y a levantarnos, retomando fuerzas de la mano de Dios. Por eso no queremos que nos vean débiles, ni que piense la sociedad que somos vulnerables y tenemos que aguantar todo, pues también tenemos derecho a la igualdad de oportunidades en todos sentidos, aseveró ayer Luz Elena Reyes Calderón, mamá de la niña Clavel Elena Calvario Reyes y fundadora de la Asociación Centro de Desarrollo Integral Clavel y Amigos en Yucatán (IAP).

En entrevista que le hicimos en su local sede con motivo del próximo 10 de mayo, le preguntamos:

—Entonces, doña Luz Elena, ¿qué es lo que piden?

—Lo que pedimos es comprensión, que en un momento dado dirigieran su comprensión hacia nosotras y en vez de juzgarnos por lo que hacemos bien y lo que hacemos mal, o en vez de hacernos “mobing” laboral, nos brinden una mano amiga que nos sepa preguntar en un determinado momento: ¿Qué necesitas? Porque si nosotras como mamás estamos bien, nuestros hijos por ende estarán bien.

Hablo por todas

—Esto es algo que la trasciende a usted, que abarca a muchas mamás diferentes que tienen hijos con discapacidades. ¿Por qué tipo de mamá está hablando usted, doña Luz Elena?

—Hablo por las mamás invisibles que nunca verán los primeros pasos de sus hijos ya sea porque ellos tengan discapacidad motriz o porque ellas sean invidentes, como es el caso de una mamá de Tekax que siendo invidente tiene que traer a su hijo a terapias, y lo tiene que cargar para venir en el autobús, y tiene que soportar que en las ocasiones en las que no la puede traer el camión del DIF Municipal, no le quieran dar paradas los choferes.

Hablo por las mamás que tienen hijos que nunca van a poder escuchar sus arrullos porque son sordos. Hablo por las mamás que tienen hijos que no pueden hablar y que jamás les podrán decir un “te quiero, mamá”.

Hablo por las mamás cuyos hijos tienen discapacidad intelectual y siempre van a ser indiferentes ante ellas, por lo que en las fechas de su cumpleaños, o del 10 de mayo, jamás van las van a felicitar, ni les darán un regalo, a veces ni siquiera una sonrisa.

Hablo por las mamás de niños con autismo que no van a encontrar la mirada de amor de sus hijos ni van a escuchar nunca un: “Te quiero, mamá”.

Hablo por las mamás que tienen hijos o hijas con discapacidad y epilepsia y que por lo mismo necesitan más cuidados, requieren una mayor atención, porque en un ataque, al caer, con un golpe que se den pueden perder la vida. Hablo por las mamás que viven situaciones así de difíciles y a las que cuando piden un poco, aunque sea un poco de comprensión, sus jefes, incluso si trabajan en oficinas gubernamentales, les dicen: “Renuncia o jubílate”.

Hablo por las mujeres que teniendo un hijo o una hija, a veces hasta 2 o 3, con discapacidad, y necesitando una pensión alimenticia cuando la tramitan ante alguna institución oficial de las que deberían defenderlas, en vez de recibir una atención jurídica eficiente, oportuna y humanista les hacen dar vueltas y vueltas e incluso venden a la parte contraria sus casos y se quedan años y años sin recibir justicia.

Hablo por las mamás que teniendo algún hijo con discapacidad lo llevan a la escuela donde tienen que dejarlo en un salón con 35 alumnos donde el maestro o la maestra no tienen tiempo para brindarle la atención que requiere.

Hablo por las mamás que son tan pobres que no tienen dinero para tomar el camión que las lleve con su hijo o su hija al CREE o alguna otra institución donde tiene cita para que le den sus terapias.

Hablo por las mamás que tienen que dejar a sus hijos o hijas con discapacidad acostados todo el día en una hamaca rota porque las abandonó el marido y tienen que salir a trabajar.

Hablo por todas esas guerreras del bien y del amor a quienes a pesar de tener hijos o hijas con alguna discapacidad, nadie quiere escuchar, hablo por todas ellas porque a mí nadie me va a enseñar lo duro de la vida: he pasado por todo.

Petición al gobernador

—Bien. Así lo escribiremos, maestra Luz Elena. ¿Algo más?

—Sí. Quiero pedirle al señor Gobernador Mauricio Vila que en su momento dirija su mirada hacia nosotras, las madres diferentes, y que nos tenga ese gesto humanitario e incluso igualitario que nos ofreció cuando asumió el Gobierno del Estado.

(Roberto López Méndez)