Cristóbal León Campos
La tormenta más grande que los seres humanos enfrentamos a lo largo de la vida es la búsqueda de la paz, encontrar el equilibrio entre los sueños y la realidad, su materialización y conquista, sentirnos dignos, valorados y amados, ser en plenitud lo que deseamos, poder ejercer sin miedos o represalias muestro carácter y libertad, construir para nosotros y los otros, para los nuestros y para todos, sonreír en plenitud y amar con total entrega, saber que somos seres con valor y amor propio, saber que somos valorados por quienes en nuestro corazón tienen un lugar especial, que nada nos haga sentir menos o que no merecemos la felicidad, la paz es una utopía, la más grande de la historia humana, un ideal al que todo ser humano sueña con llegar en vida. La paz es saber que merecemos la felicidad.
Durante muchos siglos se asoció la paz con el descanso eterno, llegar a la paz, silenciosa existencia en un mundo jamás visto, vivir para morir, al morir encontrar la vida, pero ello significa que el tránsito a la muerte debía ser una pena, una prueba constante para saber si somos o no merecedores de la tranquilidad, la paz se confunde con la falta de problemas o la vida ideal sin retos que superar, “ideal el mundo” en que habremos de llegar sin haber vivido.
Lejos de la anterior concepción la paz es armonía, es el justo equilibrio entre las partes del todo y el grato concierto de las libertades plenas, armónico el mundo será cuando de la libertad hagamos un hecho y no un decreto, tormentas siempre existirán, la naturaleza se expresa a través de ellas y encuentra su equilibrio, los seres humanos en el ejercicio de nuestras libertades exaltamos en ocasiones nuestras diferencias, pero cuando entendamos que “entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” como dijo Benito Juárez, sabremos como la naturaleza buscar los equilibrios y sobreponer las virtudes, armónica utopía realizable en libertad.
La paz es el movimiento de los seres que buscan y alcanzan sus sueños, la paz es la conquista de uno mismo, cuando aceptamos lo que somos y comenzamos a transformarnos en lo que soñamos iniciamos el camino hacia la paz individual, la paz está en nosotros, no como un hecho místico o religioso, es un hecho interior, saber llegar a ella requiere de conocimiento, fortaleza y mucho valor, reconocernos y aceptarnos, ese es el gran reto para estar en paz, vivir en paz, en ese camino, en el de amarnos a nosotros mismos, habremos de desprendernos de muchas cosas, viejos rencores, amistades falsas, amores sin amor, relaciones tóxicas y tóxicos sentimientos, cerraremos círculos y abriremos nuevos senderos, sensibilizaremos el entorno para que él pueda ayudarnos a construir esa edificación y fortaleza interior llamada paz.
Las naciones viven en guerra desde siglos atrás, la codicia supervisa las políticas, las armas se fabrican masivamente mientras los alimentos son tirados a la basura, hambrunas de humanidad, vivimos tiempos de dolor porque la fuerza se impone al sentimiento, vale más un lujo material que una flor cultivada con esmero, la humanidad se desvirtúa cuando habla de paz como sinónimo de dominación, quien somete territorios no domina su propio espíritu, quien el espíritu en armonía desarrolla alcanza la paz verdadera.
Vivir en paz refiere a la condición de hacer de la sabiduría un elemento esencial de la cotidianidad, vivir en paz no es ausencia de conflictos o dolores, es el equilibrio justo entre la sabiduría y el sentimiento, es comprender y saber cómo lidiar con esos dolores que no podemos controlar y evitar los que sí podemos, la sabiduría es paz porque es el conjunto de aprendizajes que vamos adquiriendo conforme la vida avanza, la paz no es un sitio al cual llegaremos un día, la paz es el sitio donde ubicamos cada cosa de nuestra vida, es poner todo en su lugar, los dolores hacerlos enseñanza, el pasado ubicarlo en la memoria y valorarlo como tal, el presente vivirlo de manera consciente, afrontar es transformar, transformarnos es vivir, vivir es valorarnos con todos los elementos que nos hacen ser, el derecho a la paz no es una frase escrita en antiguos documentos y sellados con buenas voluntades, el derecho a la paz o mejor dicho a vivir en paz, es el reconocimiento de que todos somos poseedores de la virtud más grande de la humanidad, la sabiduría es el camino a la paz, alcanzar la paz es cultivar las enseñanzas de la vida con la sensibilidad propia de quien el mundo reconstruye a cada instante en que sueña, crece y se valora a sí mismo, vivir en paz es simplemente hacer del amor a la humanidad lo esencial de la vida.
*Integrante del Colectivo Disyuntivas