VALLADOLID, Yucatán, 6 de junio.- El juego del palo ensebado es una legendaria tradición adoptada en los pueblos de la Península de Yucatán, se organizan en las fiestas religiosas y los días festivos como el 16 de septiembre y 20 de noviembre para la conmemoración de la Independencia de México y de la Revolución Social Mexicana.
Forma parte de un atractivo más de las festividades tradicionales de las comunidades. Permite la sana diversión de chicos y grandes. Un juego popular muy practicado en las fiestas de muchos países latinoamericanos. Su origen parece estar en un pasatiempo practicado en Nápoles, Italia, en el siglo XVI, sin que se hayan producido demasiados cambios en sus reglas.
El juego consiste en trepar por todo lo alto de un palo de unos seis metros de altura y 20 centímetros de diámetro para conseguir el premio final.
El palo normalmente es cubierto de grasa o jabón para que al intentar subir, uno resbale de manera chusca y que cause gracia a los asistentes.
El poste se entierra en el suelo, procurando que se mantenga firme y que no se tambalee. Después se cubre completamente con sebo, grasa o jabón, con el fin de que resbale y dificulte la subida.
En la parte superior se colocan los premios que, aunque tradicionalmente han sido alimentos, pueden ser cualquier objeto atractivo como cartones de cerveza, vinos y licores, refrescos y golosinas de botana.
Una vez que la estructura está preparada, los que deseen probar suerte se colocan en fila, esperando su turno. En algunos sitios se sortea el orden, ya que los primeros lo tienen más complicado.
La forma de subir más habitual es que los concursantes intenten alcanzar el premio de manera individual, aunque también hay una variante en el que se participa por equipos.
En ambos casos es necesaria la existencia de un juez que debe controlar que nadie intente hacer trampas y que todos asciendan limpiamente.
En el caso de los juegos individuales, la mecánica es bastante simple, aunque no lo sea el poder conseguir el objetivo.
El participante solo puede usar su propia fuerza para lograrlo, intentando no resbalar por la grasa untada en el poste.
Aunque no existe una técnica estándar que asegure el éxito, la mayoría trepa de la misma forma que al subir a una palmera, aprovechando su ropa para eliminar parte del material resbaladizo. Cuando ven que pueden alcanzar el premio extendiendo el brazo, intentan arrancarlo con fuerza para bajar deslizándose de nuevo.
La modalidad por equipos es bastante diferente. En ese caso, los participantes forman una especie de escalera humana, ayudándose para intentar llegar hasta el final.
Lo esencial es mantener el equilibrio de todos los que formen escalera humana, sin sobrecargar al que está en la base.
En cambio, otros se agarran con brazos y piernas y van avanzando poco a poco hasta lograr llegar a su meta.
Bellos recuerdos de los juegos tradicionales de antaño, que aún se siguen practicando en la Villa de Temozón.
Para muestra una fotografía de la antigüedad donde se organizaba el juego del palo ensebado en el centro del poblado.
(Federico Osorio)