Yucatán

El alumno supera al maestro

Eliseo Martín Burgos

El mejor ajedrecista del mundo, el cubano Raúl Capablanca, aprendió a jugar observando los movimientos de su padre, en el tablero. Tenía cinco años cuando, al término de una mano que su padre ganó a un amigo, le dijo:

-Papá, ganaste a pesar de haber cometido un error, en un movimiento del caballo.

La sorpresa de su padre fue mayúscula, porque hasta ese momento no tenía idea de los conocimientos de su hijo, y le respondió:

-Siéntate frente a mí y demuéstrame lo que afirmas, mocoso.

Su derrota fue el principio de la sorprendente carrera del gran Capablanca.

Antología del Chascarrillo

Segunda Epoca