El grupo de Jugadores Anónimos “Vuelve a vivir” celebró ayer su 7o. aniversario, una opción de vida y recuperación para quienes han caído en las garras de la ludopatía o juego compulsivo.
Ayer se llevó a cabo, en la sede de grupo, un evento en el que algunos miembros dieron su testimonio, y también algunos invitados hablaron de la importancia de contar con organizaciones de este tipo, en el marco de un creciente fenómeno que es la ludopatía.
Uno de los integrantes del grupo, de nombre Hugo, expuso que por este grupo, en sus 7 años de existencia, han pasado alrededor de 600 personas en busca de ayuda, desde luego que no todos se quedan, es más, la mayoría se va, pues hoy el grupo cuenta sólo con alrededor de 55 miembros activos.
Lo anterior, resulta muy poco si se toma en cuenta la cantidad de casinos que existen en Mérida, así como que cada vez son más jóvenes los que caen en las redes del juego compulsivo. Aún así, dijo, se hace un esfuerzo para dar ayuda a quien lo necesite.
En promedio, acuden a buscar ayuda unas 5 o 6 personas al mes, pero de ellos es probable que uno se quede en el grupo y una buena parte se retira del programa de 12 pasos más o menos a los 3 meses, por lo que al final es difícil que una persona llegue a cumplir su primer aniversario.
Agregó que, de los que dejan el grupo en esos 3 meses, es casi seguro que vuelven a recaer en el juego.
Sin embargo, hay muchos que lo han logrado y hoy en día llevan varias 24 horas sin jugar, como en su caso, luego de haberse hundido en el juego por más o menos 2 años y medio.
Las consecuencias
El problema, comentó, es que cuando una persona juega tiene dinero, pero lo tiene porque pide prestado, empeña cosas e incluso roba. Mas cuando deja de jugar no tiene ese dinero. Así, dijo que el jugador compulsivo llega a creer que cuando jugaba le iba bien, que tenía dinero, pero la realidad es que lo tenía por las razones antes señaladas, y más adelante vienen las consecuencias de las deudas, problemas legales y demás.
En su caso, expuso que empezó a jugar en los casinos apostando poco y con la idea de ganar y lo veía como una inversión, pero fue aumentando la frecuencia y el monto de lo que se jugaba, convirtiéndose en un problema.
Dijo que la adicción al juego no respeta edades ni estratos socioeconómicos, por lo que dijo que el problema no está en el monto de lo que se pierde en el juego, sino en la proporcionalidad, pues resulta lo mismo que alguien gaste los únicos 50 pesos que tiene, a alguien que tiene los miles o millones.
Por ello, afirmó que la gravedad está en la proporcionalidad y en que la mente engaña al adicto al juego de que está haciendo una inversión para hacer un ingreso extra, porque eso es una falacia.
Doce pasos
Se expuso que en el grupo de Jugadores Anónimos se cuenta con un programa de 12 pasos, similar al de AA, con el que se aprende a hacer frente a la enfermedad que resulta la ludopatía o juego compulsivo, aunque la parte más difícil es aceptar y entender que se trata de una enfermedad progresiva y que, incluso, puede resultar mortal.
En el grupo, sin embargo y de acuerdo con los testimonios, la gente encuentra esperanza, una forma de cambiar su vida, personas en las qué apoyarse y un programa que los guía en el camino para salir adelante, porque en el grupo se encuentran personas que han pasado por la misma situación y por ello se aprende a través de los testimonios.
En su caso, Janet expuso que ella empezó acudiendo a los casinos como diversión, con sus amigas, una vez cada 15 días, pero sin darse cuenta el problema se empezó a agudizar y, de repente, ya iba sola a los casinos e incluso se escondía de sus amigas, aumentó la frecuencia y ya no era cada quince días, sino cada semana y cada vez más.
Dijo que, por desgracia, hay una línea muy delgada que divide lo que es el juego social y el juego compulsivo y por ello la gente, sin darse cuenta, cae en las garras del juego. En este sentido, consideró que se necesitan más acciones de prevención e información, pues dijo que en su caso si hubiera tenido más datos sobre la ludopatía o información en general, tal vez hubiera podido evitar tantos problemas con el juego.
Consideró que se trata de una adicción difícil y engañosa, pues a diferencia de la adicción por sustancias, el ludópata no aparenta estar mal e incluso pasa que cuando juega y sale de casino se siente la peor persona, pero tal vez al día siguiente se le olvida su situación y vuelve a caer.
Por su parte, Alberto narró que él empezó a jugar cuando acudía con su novia como esparcimiento, de vez en cuando al casino, pero luego esta actividad empezó a suplir a las otras actividades que tenían y ya no iban al cine o salían a cenar, simplemente iban al casino.
“Ahí empezó el infierno”
Luego rompió con su novia y fue entonces que se enganchó con el casino y “ahí empezó el infierno”. Estuvo activo jugando 8 años, dejó la escuela, la carrera, se metió en problemas legales, pisó la cárcel, hasta que finalmente entró al grupo y consideró que con el apoyo de éste ha logrado mucho, pues se ha logrado mantener sin jugar y ha encontrado las herramientas para salir adelante.
Gracias al grupo, comentó, logró terminar una carrera, tener un trabajo y ser autosuficiente, por lo que dijo hoy tiene mucho que agradecerle.
Jacqueline Vázquez, del Grupo Gam-Anon “Sólo por hoy”, que es un grupo que también proporciona apoyo a los familiares de ludópatas, felicitó lo hecho por el grupo “Vuelve a vivir” pues dijo que en esta adicción el que sufre no sólo es el ludópata, sino también la familia.
Porque, dijo, la familia se obsesiona por controlar al jugador, por que éste no juegue y terminan también muy enfermos de sus adicciones. Dijo que hay que tener en cuenta que una persona enferma no puede controlar su forma de jugar y por ello las familias necesitan también herramientas para comprender al jugador compulsivo y saber cómo actuar.
Dijo que se trata de recuperar familias y poder vivir de la mejor manera, aunque el ludópata siga atrapado en el laberinto del juego.
Presente como invitado, el diputado Manuel Díaz Suárez, presidente de la Comisión de Salud, destacó que muchas son las cifras que se manejan, como que en la entidad hay de 7 mil 500 a 8 mil personas con la patología de juego compulsivo, pero reiteró que en México no hay cifras precisas.
Tema de fondo
Señaló que el tema de fondo es el sufrimiento de las personas y de sus familias y en este tema refirió que en Yucatán hay una Ley de Salud obsoleta, por lo que ya se trabaja en su actualización y en este tenor se proponen una regulación más estricta para los casinos.
En este caso, dijo que esto deberá estar a más de 500 metros de distancia de escuelas, unidades deportivas, centros de salud y otros, además que las instalaciones deberán ser adecuadas para evitar mayores problemas de salud, como que no haya salones exclusivos o cerrados.
Que en el lugar se dé informes para que las personas realicen un juego responsable, que pongan a la vista carteles legibles que indiquen que los juegos de azar pueden resultar en conductas adictivas, que se dé al cliente la posibilidad de que pueda renunciar a jugar y lo puedan excluir y no se le vuelva a permitir la entrada.
En el evento estuvo también el director del Centro de Integración Juvenil, Víctor Roa Muñoz, así como el psiquiatra Erick Acosta Espadas.
El grupo “Vuelve a vivir” está ubicado en la avenida Alemán No. 99-A entre 19 y 19-A y sesiona de lunes a domingo, de 8 a 9:30 de la noche.
(David Rico)