Yucatán

El lado oscuro de los videojuegos

Ariel Juárez García

Un niño de 12 años “arrinconó a un rival desarmado y le apuntó muy cerca de la cabeza. –¡Estás perdido! –exclamó el niño, sonriendo demencialmente y burlándose del personaje–. ¡Te tengo en mis manos! –Entonces oprimió el botón y le disparó en la cara al personaje, que dio un giro y cayó con la bata manchada de sangre.

–¡Te maté! –añadió el niño, riendo.”

Esta escena de un niño jugando con un videojuego ha sido extraída del artículo de Stephen Barr titulado “Violencia, pornografía y videojuegos”. Este es ahora el lado oscuro de los videojuegos: la violencia.

Ya en 1976, el público había condenado los juegos violentos a raíz del lanzamiento al mercado del videojuego Death Race, cuyo objetivo era atropellar a los peatones que caminaban de un lado a otro de la pantalla. El usuario que arrollara la mayor cantidad de peatones era el ganador.

Sobre este tema, un estudio que se realizó en Estados Unidos reveló que casi el ochenta por ciento de los videojuegos que prefieren los jóvenes contienen violencia. Rick Dyer, presidente de la compañía Virtual Image Productions, dice: “Ya no se trata de simples juegos, sino de mecanismos para aprender. Estamos enseñando a los niños, de la manera más increíble, qué se siente al apretar el gatillo [...]. Lo que no están aprendiendo son las consecuencias de hacerlo en la vida real”.

David Grossman, militar experto en psicología y escritor del libro On Killing (Sobre la conducta asesina), afirma que la violencia que contienen los videojuegos entrena a los niños de la misma manera que el adiestramiento militar consigue que los soldados superen su resistencia innata a matar.

Por ejemplo, se descubrió que un alto porcentaje de soldados de infantería estaban más dispuestos a matar, con solo reemplazar en sus prácticas de tiro los blancos normales por blancos con forma humana. De igual modo, sostiene Grossman, los juegos violentos hacen que los niños desarrollen “la habilidad y el deseo de matar”.

Según un trabajo de investigación publicado en la revista Journal of Personality and Social Psychology, la violencia que contienen los juegos electrónicos pudiera ser aún más peligrosa que la que se presenta por televisión o en el cine, dado que el jugador experimenta la sensación de ejecutar los actos violentos.

Tomemos como ejemplo el juego Carmageddon: el jugador habrá atropellado y matado a 33,000 personas para cuando haya terminado el último nivel del juego. La siguiente es una descripción de Carmageddon 2: “Las víctimas quedan aplastadas bajo los neumáticos y salpican de sangre el parabrisas; también se arrodillan e imploran misericordia, o se suicidan. Y si el jugador lo desea, puede despedazarlas”.

Los estudios de niños expuestos a la violencia han demostrado que ellos pueden: ponerse “inmunes” o insensibles al horror de la violencia, imitar la violencia que ellos ven y demostrar un comportamiento más agresivo debido a una mayor exposición a la violencia. Algunos niños aceptan la violencia como una forma de manejar los problemas.

“Las personas que tenemos problemas de familia hallamos un lugar adonde escapar. No tenemos que encararnos a todos los problemas en los que fracasamos o que no podemos resolver”. “En los videojuegos siento que estoy en el lugar donde tengo éxito en todo.” declaró Felipe Vargas.

Estudios también han demostrado que mientras más realista y repetida sea la exposición a la violencia, mayor será el impacto en los niños. En adición, los niños con problemas emocionales, de comportamiento y de aprendizaje se pueden afectar más por las imágenes violentas.

Es posible que la televisión convierta al niño en espectador de la violencia, pero los videojuegos pueden hacerle partícipe de ella. Además, ver una película quizá le tome tan solo un par de horas, mientras que dominar un videojuego típico puede tomarle hasta cien horas.

“‘Estoy rodeada de enemigos extraterrestres que están disparando contra mi avión. ¿Cómo puedo proteger a mis ‘hombres’ de que sean secuestrados por el enemigo?’, meditaba Karen, de 18 años de edad, mientras mantenía la vista fija en una pantalla grande en colores llena de palpitantes imágenes y sonidos de batalla. ‘Ya sé’, pensó Karen, mientras apretaba con los dedos ampollados una serie de botones. ‘Dispararé mi bomba astuta. ¡Eso volará a todos en pedazos! ¡Estupendo! Lo logré,… destruí cuatro naves de transporte... ¡10,000 puntos sólo por eso!... En esta ocasión no pararé hasta conseguir los 100,000 puntos.”

Algunos defensores de los videojuegos violentos dicen que éstos meramente te enseñan a defenderte o a protegerte. “En vez de reventar de cólera contra la maestra de historia, puedo desahogarme jugando, dijo un joven de 16 años de edad.

“Algunos juegos fomentan problemas sociales como la violencia, la pornografía y el lenguaje obsceno –dice David Walsh, director del National Institute on Media and the Family–. Lo triste es que dichos juegos son muy populares entre los chicos de 8 a 15 años de edad.”

La CNN reportó el caso de un niño de 8 años que le disparó a su abuela de 90 años por jugar un videojuego violento. Aunque al principio todo parecía un accidente, al interrogar al niño se descubrió que lo hizo a propósito tras haber jugado el famoso juego Grand Theft Auto IV.15

La cuestión de que los videojuegos puedan incitar a la violencia es un debate antiguo tanto en el público como en la psicología clínica. Este tipo de discusión tiende a surgir siempre que se revela que un asesino de alto perfil los jugaba.

¿Es dañina esta simulación de actos violentos? Se han realizado aproximadamente tres mil estudios sobre este asunto, muchos de los cuales han indicado que existe una conexión entre la violencia que contienen los juegos y el aumento de la agresividad en los pequeños jugadores. Los incidentes violentos protagonizados por jóvenes suelen verse como indicativo de dicha conexión.

Sólo el tiempo dirá si es que los “videojuegos” seguirán promoviéndose, o si es que han llegado para luego desaparecer como ha sucedido con otras manías. Pero el hecho es que, respecto a estos juegos, hay más de lo que parece a primera vista. Lo que comienza como diversión inocente se convierte en un juego insensibilizador que fanatiza y controla a los jugadores... tanto la mente como el cuerpo.

Por lo tanto, los padres responsables tienen que considerar si los “videojuegos violentos” son el entretenimiento apropiado para sus hijos o no, y hasta qué grado se recrearán con ellos. Si permiten esos juegos y, si las inversiones de tiempo y dinero pudieran emplearse mejor en otras actividades de la vida familiar.

Dichos padres harían bien en familiarizarse con los hechos y decidir lo que sus familias deben hacer, a fin de evitar la violencia, y cultivar valores morales que les beneficien a sus hijos.