Yucatán

El T’alkú de la Tía Juana

Rafael Mis Cobá

La Tía lloró

A la mujer mestiza más hermosa que natura ha creado se le vio llorando el pasado domingo cerca del Centro Internacional de Congresos de esta ciudad, sin que nadie supiera los motivos de tan triste y preocupante cuadro escénico.

Sentada en la escarpa de la calle 62, casi frente al restaurante Siqueff, y con su terno notoriamente arrugado, la escultural mestiza enjugaba sus lágrimas con su fino rebozo de Santa María, ya que al venir a la ciudad se enfundó su traje de gala para asistir al informe de actividades de su adorado Mau.

Como pudo, el sobrino cabezón se abrió paso entre la alterada multitud que ocupaba gran parte de la calle, lanzando empujones y uno que otro “c’oyazo” para que lo dejaran pasar.

—¡Tiíta linda!, dime quién fue para darle su merecido, exclamó el cabeza de “lec” y como rayo adoptó la posición de Kung Fu Panda.

Pero la “t’int’inkí” tía Juanita no respondía y únicamente seguía limpiándose sus almendrados e irritados ojos.

—¿Acaso lloras por el juicio a Donald Trump?

—Por mí que lo destituyan, dijo entre sollozos la hembra maya.

—¿Entonces, estás triste porque Fox y Calderón están desaparecidos y abandonaron las redes sociales?

—No están desaparecidos, están guardados por las investigaciones que pesan en su contra y por temor a lo que revelará Genaro García Luna cuando boquee ante el juez que lo juzga en Nueva York.

—¿Tía, acaso lloras porque el Cruz Azul sigue de capa caída y no ha podido ganar los dos primeros partidos del torneo?

-“Macachí” “mejenkisín”, que no estoy llorando.

—Entonces alguien te hizo “cho’p”, ¿por qué entonces esas lágrimas y esos ojos rojos?

—“Mejenkisín”, es el efecto del gas lacrimógeno que nos lanzó ese “x’lá” policía contra los manifestantes.

—Uay, tía, mira tus ojos, ¡están hinchados!, parecen de Yoda.

—De joda será, sobrino.

—Tía, estabas entonces entre los revoltosos, como denunció el PAN.

—Yo no soy revoltosa “pek”, únicamente quería ingresar al recinto para estar cerca de Mau y vinieron los empujones, las mentadas y esa porquería de gas.

—¡Qué bueno que no te golpearon con la macana!

—Les caía a “uasc’opazos” si se atrevían.

—Mejor que lo evitaste, tía, porque los polis te podían repeler con sus toletes.

—¿Y por qué tantas medidas de seguridad, sobrino? si el góber goza de la simpatía ciudadana.

—“Maare”, habría que preguntárselo tía, porque ni cuando llega AMLO se extreman las medidas y menos se restringe el paso de la gente.

—Bueno, tía, lo que me tiene tranquilo es que estás bien y sólo tienes ojos de conjuntivitis.

—“Macachí” “mejenkisín”, que de todas maneras le reclamaré a Saidén.

—Tía, y yo que llegué a pensar que tu llanto era porque una vez más se rechazó el matrimonio igualitario.

—“Uay”, sobrino, es cierto, los magistrados del Poder Judicial no aprobaron ordenarle al Congreso que legisle en esa materia.

—Que porque no quieren violar la soberanía del Congreso.

—¿Y quién interviene entonces para evitar que se violen los derechos ciudadanos?

—Tía, tienes razón, el Congreso dijo “ma” a quienes son del mismo sexo y se quieran casar, y al recurrir al Tribunal Superior, los magistrados también les dijeron “ma”.

—Sobrino, este mundo es de violadores.

—Pues cuídate, tía, no vayas a ser víctima de una violación.

Ante tal majadería, la tía Juanita se reviró como relámpago y alcanzó propinarle dos “uasc’opes” en la redonda cabeza del irrespetuoso sobrino.