Yucatán

La cochinilla, un insecto que produce el tinte más potente del color rojo, fue probablemente uno de los más valiosos descubrimientos durante la conquista

Pilar Faller MenéndezEn Europa no era fácil conseguir ese color que significaba poder y riqueza

 

Al llegar Cortés y sus hombres a Tenochtitlan en 1519 no conocían una de las sustancias más valiosas en México, que era la cochinilla, la cual era la fuente del tinte rojo más potente del mundo y que se convirtió en una gran sensación en Europa, ya que tanto reyes como reinas anhelaban ese nuevo rojo, así como los Papas y mercaderes europeos.

Las cantidades de cochinilla que se comerciaban eran muy grandes, a pesar de que los europeos mostraban muy poco interés en los productos indígenas de Mesoamérica, motivo por el cual tuvo que transcurrir más de un siglo para que los granos de cacao fueran apreciados en Europa.

El valor de la cochinilla fue reconocido rápidamente ya que este colorante cubría la necesidad que los europeos tenían del color rojo, debido a que era de una calidad superior a los tintes que los artesanos utilizaban y ésta podía utilizarse con la combinación de otros artículos europeos para la fabricación de telas lujosas. En Europa el rojo tenía un significado y poder que ningún otro color podía igualar.

Durante la época del Renacimiento los europeos apreciaban el rojo por su rareza. Por muchos años, el rojo fue un color que los humanos podían identificar claramente en sus cuerpos y en la sangre, pero que les era muy difícil de reproducir. Los pintores de las cuevas de Francia en Lascaux, utilizaron un rojo anaranjado apagado, proveniente del óxido de hierro. Para los tintoreros, era imposible que su trabajo perdurase, ya que el color se desgastaba con el lavado, por lo que la idea de un rojo de tono vivo que perdurara, se encontraba fuera de su alcance.

Muchos años después, durante el neolítico y su etapa posterior, los artistas de Turquía, España y China, desarrollaron el color cinabrio, al que también se le llamaba bermellón, el cual era muy intenso, y resultaba menos costoso, pero era altamente tóxico. Los teñidores, que experimentaron exitosamente con un rojo auténtico, fueron los que habitaban en las antiguas tierras altas del Sur de México.

Mientras tanto, la Europa renacentista perspicaz e inventiva, al utilizar el bermellón en las paredes, los aparatos escarlata así como los adornos de color carmín de las camas, resultaban sumamente difíciles de alcanzar, por lo cual el color resultaba sumamente atractivo por su rareza y alto costo. Las telas rojas manifestaban una jerarquía social, y proclamaba poder. En aquella época en la que existían muchos analfabetas, el rojo era un rango social que todos sabían leer.

Los antiguos significados simbólicos del color rojo para muchos europeos renacentistas acrecentaba el encanto que sentían por ese color. Sobre todo para los cristianos, ya que el rojo encerraba un sinnúmero de potentes significados: era el color de la zarza ardiente, así como del sacrificio, el martirio y de la sangre de Cristo. Además, la Iglesia Católica hacía mucho hincapié en la importancia de ese color, ya que durante siglos las túnicas de las representaciones de la Virgen María, la mostraban con mucha frecuencia en color rojo, en vez del color azul, que más tarde volvió a hacerse, al igual que los caballeros que participaban en las Cruzadas, portaban en sus escudos frecuentemente cruces rojas.

Sin embargo, al mismo tiempo, el rojo en Europa fue asociado durante mucho tiempo con la magia. Existía la creencia que tanto a las brujas como a la fiebre, se les podía ahuyentar con un hilo rojo, y que tanto las telas rojas como los rubíes eran protectores contra la enfermedad o el envenenamiento. Incluso existía la creencia en algunas partes que las personas pelirrojas estaban vinculadas con lo sobrenatural.

El rojo no ha dejado de ser popular, sobre todo entre la jerarquía católica, ya que con ese color pueden identificarse los círculos más altos que se encuentran en el organigrama eclesiástico y que corresponde a las vestimentas tanto de los obispos como de los cardenales.

El rojo cochinilla era una moda en toda la Europa de mediados del siglo XVI. Tenía la cualidad de ser diez veces más potente que los mejores tintes europeos, por lo que este hecho marcó una nueva época y un furor para este color en Europa. A pesar de que la provisión y la gama de los tintes rojos de alta calidad habían crecido, todavía no correspondían a la demanda. Ya en el año de 1585 dos familias de mercaderes acapararon el mercado europeo de la cochinilla, y a pesar de que la oferta se incrementaba, la avaricia hacía que el precio se cuadruplicara, pero aun así se pagara dado lo atractivo que el color resultaba.

A todas éstas ¿qué es la cochinilla? Es nada menos que un pequeño insecto parásito que vive en las pencas de los nopales, que como se ha mencionado anteriormente, produce uno de los colorantes más preciados en el mundo: el ácido carmínico o el color carmín.