Yucatán

Misticismo de la antigua civilización maya

En este municipio vive don Félix Maas Cocom, una de las personas más longevas y quien, desde muy niño, se ha dedicado a hacer el bien al prójimo al recibir la herencia de sus ancestros

SANTA ELENA, Yucatán, 2 de enero.-Las tierras del Mayab, en especial las de la Ruta Puuc que comprende los pueblos de la sierrita como Muna, Ticul, Santa Elena, Sacalum y Uxmal, envuelven un gran misticismo debido a la majestuosidad antigua de la civilización maya que un día abundó en la zona y dejó grandes precedentes.

En el municipio de Santa Elena vive don Félix Maas Cocom, de 85 años de edad, quien es una de las personas más longevas y quien, desde muy niño, se ha dedicado a hacer el bien al prójimo al recibir la herencia de sus ancestros –iniciando con su abuelo, continuando con su padre, hasta ser el más reciente– y ser un “culebrero” y conocedor de la medicina herbolaria maya.

El mote del “culebrero de Santa Elena” se le atribuyó desde años atrás debido a que en el sur del Estado es la única persona que se avoca a la curación de las mordeduras de serpientes de todos tipos, acción que se le ha reconocido el año pasado por el Indemaya del Gobierno del Estado de Yucatán.

En una humilde casita de paja, don Félix, muy amable, recibe a todos los visitantes en su lengua materna –el maya– y de manera inmediata ofrece una silla, muy dispuesto empezar a platicar acerca de su conocimiento de la medicina tradicional maya y sus hazañas históricas.

“Mi abuelo, don Lope Pastor Maas, y mi padre, Juan Pablo Maas Ayil, eran campesinos; de antes no había carretera para ir a Ticul, solamente habían brechas, al igual que para ir a Muna y Bolonchén, Campeche; entonces, la persona que quiere venir a verlos por mordedura de culebras, los vienen a buscar para sanarlos. Yo desde los 7 años ayudo a mi papá a buscar las hierbas que le sirven para curar, a raíz de eso me fui aprendiendo esta actividad.

»La primera ocasión que me libré de una enfermedad fue cuando era joven y me diagnosticaron cáncer en la mano, el primer doctor que me atendió fue el Dr. Raúl Bracamonte Novelo, el segundo fue Alonzo Medina, el tercero fue Mario Hernández, el cuarto Eduardo Laviada y el quinto fue Cheche Escalante, este último trabaja en el Hospital O’Horán dela ciudad de Mérida, quien me dijo: ‘¿Sabes, Félix? El cáncer de tu mano te afectará el brazo, por lo que tenemos que cortártelo para salvarlo’. Fue entonces que me puse muy triste, pues ya había escuchado a 5 doctores y, al saber que lo mismo me decían, regresé a mi casa y se lo platiqué a mi papá, don Juan Pablo Maas Ayil, y este muy enojado me dijo: ‘esos doctores no saben lo que dicen, ven, hijo, te voy a curar; esto va tardar un tiempo, pero lo vamos a solucionar’. Fue entonces que durante dos años estuve con una herida y mi papá me curó con las hierbas y hasta la fecha aún tengo dedos, tengo mi mano, mira (enseñando el puño). Gracias a mi padre que me lo curó, y así en total mi padre curó a 7 mujeres que padecían cáncer en la matriz; y yo a una ya curé, con las hierbas sancochadas, aplicando lavados con un irrigador que su esposo le pone mientras ella se acuesta en la hamaca. Un doctor lo primero que te dice ‘hay que quemarlo, rasparlo’.

»Para la diabetes también existe su cura y, sin mentir, en dos ocasiones se le atiende a la persona no’más y sana, igual para la piedra en la vejiga tengo los remedios mayas, el cual ha logrado sanar a muchas personas y acá los médicos me han mandado hasta personas para que yo les dé mis hierbas, que sin duda lo deshace y lo expulsan en la orina.

»Pero, sin duda alguna, lo que más me dio a conocer fue el caso de una mujer extranjera de Alemania, la cual vino de paseo a Yucatán y acudió al luz y sonido de Uxmal, al terminar el evento se fue rumbo a su cuarto del hotel, pero para ello tenía que atravesar un césped de zacate y, entonces, según ella, vio que delante de su camino había un palo no muy grueso, cual pisó en la parte de en medio, y de pronto sintió la mordedura. Se trataba de una culebra peligrosa llamada Huol poch o 4 narices, de manera inmediata se lo comunicaron al gerente del hotel, quien ordenó que a la turista se la llevaran a Mérida para su cura, allí los médicos no le buscaban la cura y buscaron a un hierbatero para que la cure cerca de Mérida, sin embargo, pasaron dos días y su lesión no sanaba y su vida ya corría riesgo; fue entonces que alguien que trabaja en el hotel le comentó al gerente que ‘en Santa Elena existe un hierbatero que se llama Félix Maas Cocom’, entonces vinieron a verme y, gracias a Dios, la mujer quedó bien. Pero yo le doy gracias a Dios por permitirme ayudar con mis conocimientos, soy solo un representante de Él en la curación, pues todo el poder Él lo da. Esa vez la muchacha me regaló un buen dinero que hasta yo me asusté, porque yo debo cobrar muy barato porque el pobre puede pagarlo, pues Dios me dio el don y eso debo darle gratitud al semejante y, aclaro, no soy chamán, brujo o hechicero, solo curo males con las plantas medicinales y la ayuda del gran poder de Dios. Eso sí, el contra de la medicina es: si una mujer embarazada te ve, no sanas hasta que nazca el bebé”.

Este acontecimiento logró que el Gobierno del Estado y las dependencias del Indemaya le hayan dado el sobrenombre del “culebrero de Santa Elena”. Además, es de las personas que comparte muchas historias reales que le sucedieron a lo largo de su vida, tales como las ruinas de Noh Pat, el actún de San Andrés y los pasadizos de Santa Elena que desembocan en Maní y Bolonchén, Campeche; lo que le hace gran candidato para participar en la elaboración de libros de historias mayas con diversos escritores –franceses, americanos y rusos–.

Sobre esto último se relatará más en los próximos días, en otras publicaciones del POR ESTO!

(Guillermo Contreras Cruz)