En amena charla, el matrimonio conformado por Doris Ruiz Galindo y Oscar Hagerman subrayaron ayer la importancia de hacer partícipes a las comunidades rurales no sólo de las currículas o planes de estudio, sino también en la arquitectura de las escuelas o lugares donde se enseña.
Este matrimonio de más de 50 años participó ayer en el Foro Retos y Oportunidades de la Educación en México, como parte del Laboratorio Ciudadano: Innovando el Hábitat Escolar, que se lleva a cabo en la Universidad Modelo y la UADY.
En la charla de ayer, este matrimonio que lleva más de 30 años prestando servicios en comunidades rurales de país, él como uno de los más reconocidos arquitectos y ella como psicóloga y educadora, hablaron desde su experiencia en las necesidades educativas del ámbito rural.
Cambio de enfoque
Comentaron que el primer punto es que debe haber un cambio de enfoque en la educación, el de pasar de una idea en la que alguien enseña y los demás aprenden, o no lo hacen, para un modelo que esté basado en que “todos aprendamos”.
Señalaron que los pueblos indígenas, en su totalidad, han sido marginados de acceder a los servicios elementales de educación y, en este sentido, las comunidades enfrentan procesos de exclusión, de centralización de la educación, además de que hay muy pocos estándares de calidad y escuelas insuficientes e inadecuadas, así como no son idóneas para la diversidad lingüística y cultural.
Otro problema que enfrentan, señalaron, es el de la falta de infraestructura en educación, pues aunque ha crecido la cobertura hoy en día todavía es increíble lo lejos que queda una escuela de muchas comunidades, lo que genera muchas veces la migración.
Además la escuela, en la forma en que hoy existe, provoca la pérdida de identidad, debido a la ausencia de programas orientados a la formación intercultural, pero no sólo enfocada a las culturas indígenas, sino que quienes no lo son también acudan y conozcan estos espacios, otras culturas y tradiciones.
Mirada diferente
“Es necesario que, desde sus necesidades culturales, participen en el diseño de las currículas y, además, se debe tener una mirada diferente a los espacios en los que se genera el aprendizaje, pues no tiene ningún sentido hablar de innovación educativa sin la gente”, comentaron.
Reiteraron que, como parte del proyecto educativo, las comunidades deben ser copartícipes del diseño curricular y de los proyectos arquitectónicos, pues se debe tomar en cuenta la cosmovisión y que la gente sienta el espacio como propio.
Además se necesitan programas flexibles, interdisciplinarios, que puedan hacer frente a las necesidades de la gente, lo que implica, entre otras cosas, la interculturalidad.
“Pero no es sólo pensar en lo indígena, sino también en los no indígenas, que conozcan otras realidades de manera directa y no a través de los libros de historia o de los museos, del folclore, sino como pueblos vivos”, comentaron.
(David Rico)