Eloy Emanuel Ucán Chuc, "Bachas", es un joven de 21 años que sufrió problemas de adicción al alcohol y las drogas, y ha encontrado en el box un gran aliado para su proceso de desintoxicación, así como para liberar sus emociones y sus energías, con lo que asegura se mantiene libre de actitudes violentas.
Desde hace cuatro años, Bachas se encuentra en El Arca de Noé, una asociación civil que contribuye a dar apoyo y orientación a personas con problemas de adicción.
Durante su estancia también ha fortalecido sus relaciones, ahora cuenta con compañeros que se han convertido en su apoyo y familia.
La historia del joven comienza con una familia disfuncional, con adicciones y abusos.
Emanuel ingresó al Centro a los 17 años, hace cuatro años y 7 meses, y desde ahí ha estado en abstinencia del consumo de drogas y alcohol.
Su apodo comenzó al entrar al Arca de Noé, debido a que era el más chico entre todos los que se encontraban ahí en ese momento y, según recuerda, “estaba más chaparrito y flaquito”, y fue por eso que le apodaron de ese modo; dicho apodo le gustó y lo ha adoptado hasta la fecha.
El joven recuerda que el día que ingresó a este lugar su mamá, la señora Berta, le dijo que únicamente irían a una consulta; sin embargo, ella llevaba en una mochila sus cosas para convencerlo de quedarse y, aunque en ese momento Emanuel no quería, al ver a su madre llorando tomó la decisión de aceptar el tratamiento.
En El Arca de Noé, dice, ha pasado por diversas circunstancias que él llamó “portarse mal”, sin embargo, le han brindado apoyo y nuevas oportunidades, por lo cual se siente muy agradecido, especialmente con David Álvarez, el fundador, pues él le ha dado consejos y le ha explicado las cosas amablemente e incluso su esposa se ha visto involucrada en esto, y también la aprecia y agradece; “son mi familia”.
Lo entrena “El Guerrero Azteca”
Al Arca llegó Luis Reyes, un hondureño que comenzó a darles entrenamientos de box y fue entonces que Bachas encontró lo que le gustaba hacer e incluso ayudaba a nivel emocional.
Los entrenamientos con Luis Reyes eran cinco, pero comenta que la mayoría se fue, entre ellos su amigo Luis Paredes, quien solía motivarlo para continuar entrenando.
Cuando Luis Reyes dejó de entrenarlos, lo inscribieron en el Centro Estatal de Box que se encontraba muy cerca de la residencia. Sin embargo, no fue tan constante, estuvo yendo por dos semanas y luego lo dejó, aproximadamente, un mes.
En ese tiempo, la residencia cambió de lugar y al llegar al nuevo sitio, aunque era más grande, no había nada para entrenar. Pero con los guantes y el punch que ya tenía comenzó a entrenar solo; tres meses después se inscribió en el Estadio “Salvador Alvarado” para continuar con sus entrenamientos, estuvo ahí por dos meses, pero al llegar Pinzón quiso abrir un gimnasio ahí mismo dentro del Centro, David Álvarez también lo impulsó a hacerlo y lo consiguieron. Todo fue poco a poco, consiguieron más punchs y guantes e incluso construyeron un ring.
“El box me ha mantenido”, dijo. Contó que es hiperactivo y que, si no entrena, incluso le cuesta dormir. Para él este deporte ha resultado ser un momento para desestresarse, disminuir sus impulsos y liberar sus emociones, lo que se ha notado también en sus relaciones interpersonales y en su trato con la gente, ya que antes solía ser violento e incluso llegaba a los golpes.
Actualmente en el Centro entrena con Giovani Segura, “El Guerrero Azteca”.
“Lo conocía, lo había visto en videos de YouTube, pero no me imaginé que llegaría aquí. Los entrenamientos con él son muy diferentes y nos motiva”: dijo.
Ahora volvió su amigo Luis Paredes y es el mismo Bachas quien lo motiva, como él lo ayudó antes.
El soporte de su hermana
Otra persona a la que impulsa Bachas es a su hermanita Elsy, quien, desde hace tres años, también forma parte del Arca de Noé.
“Ella ha intentado escapar tres veces y en todas se ha dado cuenta de que no ha sido bueno”, relata y asegura que su relación ha mejorado desde que se encuentran ahí, ya que antes él solía ser violento con ella y ahora su confianza se ha incrementado, ambos se cuentan las cosas que necesitan y se apoyan.
Elsy dijo que antes él no le hacía caso si se encontraba con sus amigos, pero ahora incluso si está con ellos pueden platicar y ya no la maltrata, sino que la apoya.
Dentro del Centro ellos entrenan juntos, aunque Giovani es el coach de todos, actualmente entrenan dos veces al día. Bachas apoya mucho a Elsy para boxear y es él mismo quien en muchas ocasiones es su entrenador.
Elsy mencionó que ella también se siente parte de una familia estando ahí, que se percibe mucho más cómoda y en confianza con su hermano y se siente apoyada por todos.
Ambos continuarán estudiando la preparatoria en línea el siguiente mes, ya que antes de la pandemia asistían al CEAMA, pero con la situación actual se decidió que lo mejor sería que continúen sus estudios de manera remota.
Bachas, quien ha percibido tantas cosas positivas tras haber comenzado a practicar box, menciona que ha pensado en llegar a ser como Giovani. Sin embargo, no quiere “soltarse” del Arca, aunque llegue a salir, quisiera continuar teniendo su apoyo, pues reconoce que su situación familiar es complicada, debido a que su madre también es alcohólica y tiene un hermano drogadicto, por lo que quisiera evitar la recaída. Dijo que le gustaría estudiar contabilidad, aunque considera que no es muy bueno con los números. Y que quisiera continuar estando en El Arca de Noé como voluntario o consejero.
El Arca, una historia de 42 años
El Arca de Noé comenzó hace 42 años como un grupo de ayuda mutua, fundado por David Álvarez. Sin embargo, dicho grupo cerró sus puertas y actualmente es un Centro de Intervención para la Prevención de Adicciones, Violencia y Suicidio, que fue fundado el 8 de enero de 2011, nuevamente por David.
Hoy en día son 110 personas las que se encuentran como usuarios, de los cuales aproximadamente el 20 por ciento está en etapa inicial, entre el 30 y el 40 por ciento en etapa intermedia y entre el 30 y 35 por ciento en formación para la inclusión, como voluntarios o en aprendizajes para conseguir un empleo, según comentó Romhmy Patricia Hidalgo, directora de Desarrollo Institucional del Centro.
Entre los usuarios se llaman “familia espiritual” y es que mucho más allá que un simple título es así como se sienten todos, ya que se brindan apoyo y soporte continúo.
Se trabaja en la auto reconstrucción con base en el modelo de atención que se denomina “comunidad terapéutica”, el cual, explica Carlos Ascencio, es único a nivel nacional.
Se tiene conocimiento de que este modelo es utilizado en Europa, sin embargo, sus costos son elevados. Mediante este modelo se brindan apoyo entre todos y, al mismo tiempo, trabajan de forma multifacética, ya que el fin es que todos puedan tener una reinserción en la sociedad, convirtiéndose en personas que aporten a la misma de forma positiva.
“Ante una problemática multifactorial, deben realizarse soluciones multifactoriales”, mencionó Romhmy Hidalgo.
Existen diversos factores que pueden llevar al abuso de sustancias, como lo son familiares, situaciones de abuso, circunstancias de la niñez, entre otras. En el Centro se reconoce a todos como iguales porque los que se encuentran allí han vivido situaciones de adicción y la terapia se brinda desde el testimonio de vida personal.
“Somos un Estado con alto grado de adicciones y suicidios, pero nadie quiere hablar de eso”, comentó Carlos Ascencio, e hizo mención de que ahora se enfocan en llamarle Centro de Prevención para poder acercarse a la gente, debido a que en cuanto se escucha “Centro para Adictos” (o similares) la gente suele huir y lo que se desea es brindarles apoyo.
Para que este tratamiento se dé de forma integral y multifacética, como mencionaron Carlos y Romhmy, se trabaja en diversas áreas como lo son: nutrición (funcional, incluso para deportistas de alto rendimiento), psicoterapia, consultas médicas mensuales, trabajo social, tribuna y voluntariado.
Uno de sus objetivos principales es reconocer a todos como personas valiosas y que cada uno se reconozca a sí mismo como tal, es por ello que en cada uno de los usuarios se identifica cuáles han sido sus experiencias, fortalezas y debilidades, de manera que consigan enseñarles, desde el modelo de necesidades biopsicosociales del ser humano, cómo vivir; incluyendo hábitos saludables, autodisciplina, aprender a pedir ayuda, entre otros.
Lo más importante, según comentaron, es que encuentren el equilibrio y, con ello, la sobriedad, no solamente hablando de sustancias, sino la cualidad como personas. Para esto, se les brindan herramientas con las cuales puedan enfrentar sus debilidades y defectos; pero se posiciona como imprescindible identificar sus fortalezas para pulirlas y potencializarlas, convirtiéndolas en una oportunidad para ellos de reinsertarse en la sociedad.
Precisamente para la reinserción, también se tiene un proceso y diversas estrategias, desde la psicoterapia que involucra también a sus familias o terapias asistidas por animales para quienes lo requieran, así como la canalización a las áreas que requieran e incluso su contribución como voluntarios cuando se requiera (por ejemplo, ante la situación de pandemia actual, fueron a entregar despensas a quienes más lo necesitaban), hasta otorgarles la oportunidad de convertirse en consejeros del lugar.
La consejería para ellos es el acompañamiento entre pares, se proporciona desde la primera visita al sitio, con un tour por el lugar. Pero también involucra el proceso personalizado para la canalización en las áreas que requiera cada uno.
Con ayuda de la canalización en las áreas que requieren y con el conocimiento de sus fortalezas, se les capacita y forma en función de eso; por ejemplo, Pablo, uno de los residentes, está llevando el proceso de formación para ser psicólogo en un futuro.
Él llegó por problemas con las adicciones y buscaba encontrar ese sentido de pertenencia, entonces se da cuenta de su necesidad y deseos por ayudar, es por ello que se le brindan las herramientas para no caer y tener una meta acorde con sus fortalezas.
Por Cecilia Abreu