Durante 29 años, Lourdes Martínez Cauich, una persona de talla baja, ha tenido que batallar con un mundo hecho para personas de estatura regular y lidiar con la discriminación, la falta de oportunidades y el bullying, sin embargo, ha aprendido a embonar y ahora tiene una casa, una moto adaptada, un trabajo estable y, sobre todo, muchos sueños y planes de consolidar un negocio a futuro.
En este contexto, los escalones, los cajeros automáticos, los camiones del transporte público, incluso la ropa, representan un reto en el día a día para las personas pequeñas, además de la lucha contra la discriminación, la falta de oportunidades laborales y, hasta hace poco, con el no reconocimiento de sus derechos.
Gracias al impulso de la organización Gente Pequeña de Mérida, se logró que este 25 de octubre sea considerado como Día Estatal de las Personas de Talla Baja, que coincide con la conmemoración mundial, aprobado en mayo por el Congreso del Estado, que destaca las reformas a la Ley para la Protección de los Derechos de las Personas con Discapacidad y la Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación, mismas que reconocen a la acondroplasia como una discapacidad, lo que otorga derechos a este grupo hasta entonces no reconocido.
Lulú, como la conocen, tiene un trabajo de secretaria en una bodega de alimentos desde hace seis años. Es la única en su familia de talla pequeña, tiene tres hermanos, pero ninguno con la condición, tampoco sus padres.
Hoy recuerda con claridad que su mamá le dijo cuando era más joven tienes que salir adelante, no seas la chacha de tus hermanos y hoy se asume como una persona independiente y autosuficiente, aunque no ha sido fácil.
Desde hace dos años tiene su casa en el fraccionamiento Gran Roble, adaptada a su condición, una moto modificada en la que va y viene del trabajo, va al supermercado y ha llegado hasta Xcumpich y al Centro de Convenciones Siglo XXI.
Nadie me detiene, aunque sí hay que tener valor y paciencia porque la gente te avienta el auto o te insultan; creen que es necedad que vas lento, expuso.
La señora María Paulita Cuich, madre de Lulú, narró que ella gestionó la moto adaptada que hoy usa su hija y aunque tardó varios meses finalmente el gobierno se la dio y uno de sus hijos le ayudó con las adaptaciones.
Yo pensé en conseguirle la moto, pero yo la traía y la llevaba en el camión, era muy cansado levantarla y demás. Además, los camiones no te dan parada. Lo que yo hacía era que la ponía detrás de mí, la escondía, y hacía la parada al camión y ya cuando pegaba la sacaba, pero los choferes veían que la cargaba para subirla, de plano se arrancaban, expuso.
La señora menciona que ella siempre ha impulsado a su hija, incluso ante las adversidades y recuerda que siempre le dijo que no quería que fuera como un pájaro en una jaula, que cuando lo sacaran no sabe qué hacer, sino que fuera una persona libre.
Lulú señala que su experiencia en el transporte público ha sido terrible, incluso se cayó más de una vez, una vez se luxó el hombro, otra vez un pie y se lastimó también la rodilla.
El bachillerato tuvo que terminarlo en el Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario 13, que se encuentra en X’Matkuil, tras una etapa de depresión por el bullying que sufrió de una maestra del Cobay de Xoclán, zona donde antes vivía.
Recordó que cuando estudiaba en el Cobay una vez presentó una exposición y quiso hacerla diferente e hizo figuras que pegó en el pizarrón.
Yo me aprendí todo y quise hacerlo diferente, hice figuras y una maqueta. Expliqué muy bien el tema y al final me dijo que lo había hecho bien, pero que me iba a poner un 6, porque no creía que yo hubiera hecho el trabajo, porque una persona como yo no creía que tuviera la habilidad de hacer algo así.
Me desanimé por completo, porque además me dijo que si me quejaba me reprobaba y no pude continuar, comentó.
Gracias al impulso y apoyo de su mamá pudo salir adelante e incluso, antes de continuar en otro bachillerato, tuvo una tiendita, estudió inglés, computación, y pasó por varios trabajos como en un Call Center, en una refaccionaria y también hizo limpieza en el Centro de Convenciones Siglo XXI.
Yo le dije que para salir adelante sólo tenía sus manos y su cabeza, y que o sales adelante o te hundes y hasta ahora lo ha logrado, señaló su mamá.
Lulú comentó que ahora ella continúa adelante y que, incluso, ya probó el amor, vivió con una pareja y no le gustó, no se dio y terminó por la paz.
Ahora, dijo que uno de sus sueños es tener un negocio, todavía no sé de qué, pero tener un negocio porque tarde o temprano me van a correr del trabajo y quiero tener una seguridad, dijo.
Reconocen, al fin, sus derechos
Geisell Noemi Valdez González, presidenta de la agrupación Gente Pequeña de Mérida, dijo que luego de trabajar ocho años, este 2020 se han logrado importantes logros en materia legislativa y por ello hoy está reconocida como discapacidad la acondroplasia, una condición que tenemos las personas de talla baja y eso nos permite tener y acceder a ciertos derechos, servicios y apoyos, que hasta antes no teníamos, expuso.
Puso como ejemplo que ahora pueden acceder con este reconocimiento a fuentes de empleo, porque hasta hace poco su condición ni siquiera era identificada como discapacidad.
Ahora podemos pelear también si en ciertas situaciones hay discriminación. Ya podemos exigir nuestros derechos por ser personas que se nos reconoce la condición que tenemos, expuso.
Expuso que ahora hay otros retos y trabajo que se hace para seguir avanzando. En este sentido, en el Cabildo de Mérida hay una iniciativa para un Escalón Universal que se presentó por un regidor, con la idea de que las dependencias de la administración municipal cuenten con un banquito que les permita alcanzar los mostradores y para poder hacer trámites.
Todas las ventanillas están a una altura de un metro o más y muchas veces no podemos realizar trámites. Esperamos que se pueda aprobar en lo municipal y que también se pueda extender al estado o a las mismas empresas, señaló.
Narró que la condición de persona de talla pequeña es un reto diario, aunque dijo que para las personas de este sector cada realidad es diferente.
Por ejemplo, hay casos que los papás, desde pequeños, guardan a sus hijos, por temor a la discriminación y al rechazo y desde luego que eso les quita oportunidades y por eso es importante para nosotros el 25 de octubre, para que los papás empiecen a tener una cultura de inclusión y respeto, señaló.
Los obstáculos son incluso en la ropa, porque tienen que fabricar la suya, además en el transporte público, que es uno de los espacios más críticos, porque hay veces que los camiones no les dan parada, o no les dan el tiempo suficiente para acceder a las unidades, que para ellos están muy altas.
Cuando hablamos de transporte público, la mayoría sufre mucho, porque los camiones no paran cuando te ven o, si lo hacen, no se pegan a la acera o no te esperan a que subas, comentó.
Dijo que también en las escuelas se ha tornado difícil, porque existe la discriminación, por parte incluso de los mismos compañeros y hay bullying, y las adecuaciones que se han dado han sido lentas.
El aspecto laboral es uno de los temas en los que hay que trabajar pues en su caso dijo es Licenciada en Diseño de Interiores, pero no pudo desempeñarse en su carrera pues no consiguió un trabajo debido a su condición. Ahora trabaja como secretaria en el DIF Yucatán.
Señaló que esta falta de oportunidades hace que la mayoría de las personas en esta condición sea de escasos recursos pues no tienen oportunidades, además que muchos se encuentran en municipios de interior del estado.
Hace muchos años ser persona de talla baja se relacionaba con el espectáculo, con las risas y las burlas y eso aun es inevitable en la calle, el señalamiento, que te volteen a ver, pero todo es un proceso de adaptación y trabajamos para tener una mayor seguridad y tratamos de que la gente en nuestro grupo entienda que somos personas como las demás, que reímos y lloramos, y sólo de esa forma vamos a poder caminar libres en la vida.
A pesar de las adversidades, comentó, se han logrado avances y como ejemplo mencionó que como parte de las actividades que se llevan a cabo año con año, se hizo un selectivo de fútbol para personas de talla baja que participará en próximas fechas en un torneo en Perú. Se llevaron a cabo visorias en la Ciudad de México y una persona de Mérida quedó seleccionada.
Pero también hay personas con la condición que han conseguido trabajos estables y que participan en otras actividades y cada vez tienen más visibilidad. Mencionó en este sentido que cuando empezó la organización no pasaban de 8, 10, 12 integrantes, pero luego de un trabajo hecho en municipios la agrupación cuenta actualmente con alrededor de 24 miembros.
El problema que tenemos acá es que ningún estado en el país tiene un censo de discapacidad y si existiera podríamos identificarnos y para poder llegar a quienes tienen necesidades, porque a veces los papás prefieren no sacar a sus hijos con esta condición, expuso.
Señaló que incluso en el interior del estado se ha detectado que a veces la gente mantiene creencias de que la condición que mantienen es debido a algún hechizo o porque le hicieron maldad.
Sin embargo, explicó que la acondroplasia se debe a un gen dañado, del papá o de la mamá y se da un caso en cada 25 mil nacimientos. Dijo que puede ser hereditario cuando ambos padres son de talla baja y existe el 80 por ciento de probabilidades que el hijo también lo sea.
Pero también hay papás de talla baja que tienen hijo de talla promedio e incluso muy alto o papás de talla promedio que tienen un hijo de talla baja. En su caso, por ejemplo, dijo que sus padres son de talla regular y ella nació con esa condición y en su familia no hay antecedentes o ningún otro familiar que haya sido persona pequeña.
Tenemos 200 tipos de displasias y sólo a través de un estudio genéticos podemos saber de cuál se trata comentó.
En este nulo reconocimiento a su condición, expuso que ahora les han beneficiado algunas adaptaciones que se han hecho para las personas que usan sillas de rueda, como por ejemplo las rampas que se han puesto en los edificios, o los lavabos que se han colocado más bajos en los baños en sitios.
“En realidad, gracias a las personas que usan silla de ruedas nos hemos beneficiado, con rampas, lavabos, e incluso casas que ya hacen adaptadas en algunos programas de gobierno que nos benefician, aunque no estén hechas específicamente para nosotros": expuso.
Por David Rico