Yucatán

Artesanos de Yucatán esperan recuperar su situación económica

Los artesanos saben que la reactivación económica será gradual, pero esperan que la situación mejore.
Don Rey desde pequeño es urdidor de hamacas. / Cuauhtémoc Moreno

Los artesanos han enfrentado tiempos difíciles en esta pandemia, don Reymundo y doña Mary contaron su historia, pues sus artesanías son el medio que tienen para vivir; don Rey aprendió a urdir hamacas desde que era un niño y doña Mary se dedicaba a la costura hasta que la organización Educampo le brindó su apoyo.

Aunque don Rey contó que comenzó en el urdido de hamacas desde niño, señaló que “me dedico a esto desde hace unos 10-12 años”.

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“A nosotros desde niños nuestro papá nos decía, ¿quieres hamaca nueva? Ahí está el bastidor, úrdela”, narró.

Y abundó que “antes hacíamos un solo tipo de urdido y ahora hacemos tres tipos de urdido, o sea, la necesidad nos ha obligado a ir aprendiendo un poquito más”.

Asimismo, destacó que “a veces salgo a caminar con mis fundas a vender una o dos para que salga aunque sea para comer, hemos estado buscando cómo hacerle y ahorita que ya hay eventos estamos aprovechando”.

“Generalmente salimos a los eventos, pero igual estamos en lo que antes era Mega Balcones, ahí también manejamos hamaqueros y sogas”.

Apuntó que a raíz de la pandemia “vendemos muy poquito, la gente compra lo necesario, lo indispensable y si tienen una hamaca que aún les dure un tiempo se aguantan; prefieren no invertir el dinero por dejarlo para la comida”.

Entre los productos que vende don Reymundo se encuentran las hamacas y sus derivados, por ejemplo, también manejan las fundas para lavar las hamacas, bolsas y diferentes tipos de hamacas, entre las que destacó “hamaca chiquita, hamaca playera y hamaca normal”.

Indicó que tienen hamacas desde $600, también tienen unas de $1,500 y otras que se pueden personalizar con escudos de fútbol que llegan hasta los $3,500.

Aseguró que la reactivación económica será gradual y que probablemente no será igual que antes, pero espera que las cosas ya mejoren.

Por otro lado, doña Mary contó que ella se dedicaba a la costura e incluso tenía un trabajo, pero cuando conoció Educampo comenzó a aprender sobre la elaboración de productos con miel melipona y poco a poco fue dejando la costura.

“Antes de conocer la fundación yo trabajaba en un taller de costura en el cual hubo un tiempo en el que tenía que salir de mi casa y dejar a mis hijos para ir a trabajar, y era muy poco tiempo el que estaba en mi casa y durante un tiempo mi esposo no tuvo trabajo, entonces yo tenía que salir a buscar el sustento”.

“Cuando empecé con lo de las abejas fue difícil porque dejé algo que tenía seguro por algo que no sabía si iba a funcionar”, recordó.

Y aunque no todas las de su grupo inicial quisieron aventurarse a intentarlo, ella quiso tomar el riesgo y ahora lleva 7 años y espera continuar en esta labor.

“Antes de conocer la fundación no sabía hacer los productos, ni siquiera teníamos abejas, no conocíamos de las abejas. A través de la llegada de la fundación formamos un grupo donde nos hablaron de la parte de desarrollo humano y nos ayudaron a gestionar un recurso ante las instituciones para poder tener nuestras primeras colmenas y, de ahí, nos apoyaron para las capacitaciones de la cosecha y cría de la abeja melipona, extracción de la miel y elaboración del producto. O sea, nosotras no sabíamos absolutamente nada”, contó.

“Los grupos se forman siempre y cuando quieran trabajar, pues la fundación está ahí para apoyarlos. No solamente están ahí al principio, sino que les dan seguimiento para administrar los recursos y que se pueda seguir incrementando”, aseguró.

Por otro lado, indicó que los productos les sirven para su comercialización y son su sustento, pero al mismo tiempo les permite conservar la especie de abejas de la zona, que se encuentra en peligro de extinción.

“El objetivo es que tengamos una mejor calidad de vida y, al mismo tiempo, estamos rescatando a la abeja melipona que está en peligro de extinción y, además, aprovechamos los beneficios de la miel que es medicinal”.

Sin embargo, no todo ha sido tan fácil, especialmente ahora que tuvieron que pasar un tiempo en casa y los eventos fueron cancelados debido a la contingencia, tuvieron muchos retos que afrontar y apenas comienzan a salir nuevamente.

“Ahorita claro que por la contingencia se vieron afectadas muchas cosas, bajaron mucho las ventas y no podemos salir, hoy es nuestra primera salida después de mucho tiempo, pero creo que con espacios como éste se podrá reactivar la economía y volver a salir para continuar con la venta de nuestros productos”.

Mencionó que también hubo compañeras que perdieron colmenas debido a las tormentas tropicales y huracanes, sin embargo, nuevamente cuentan con el apoyo de Educampo y se encuentran en vías de incrementar las poblaciones de las colmenas que les quedaron.

Asimismo, “se les brindarán capacitaciones técnicas y de prevención de riesgos para que aprendan a manejar la situación cuando se presenten circunstancias como los desastres naturales”, complementó Leticia Basulto, encargada de la administración y comercialización.

También añadió que la misma doña Mary estará brindando capacitaciones, pues ellas son quienes han adquirido la mayor experiencia y pueden transmitir sus conocimientos a quienes recién comienzan y no cuentan con la suficiente experiencia o conocimientos para que no repitan los errores”.

Además, “la pandemia cambió las reglas del juego a las que estaban acostumbradas y se les ha orientado para que creen páginas de Facebook y aprendan a utilizar desde el celular y medios digitales para concretar las ventas”.

Actualmente los grupos de mujeres pertenecientes a esta organización manejan dos marcas, puesto que tienen la línea productiva de la miel y la de textiles; para los productos provenientes de la miel cuentan con Yaal Kaab y, para los productos textiles, cuentan con Koleelo’ob.

Por Cecilia Abreu