En vísperas de las celebraciones a la Virgen de Guadalupe en todo el Estado, autoridades eclesiásticas exhortaron a la comunidad católica a festejar estos actos de fe con mucha responsabilidad y en sus casas, para reducir en la medida de lo posible el riesgo de contagios por el coronavirus, que aún sigue activo.
Fue celebrada una misa en la Iglesia de San Lorenzo Mártir con papás y padrinos de los católicos a realizar sus próximos sacramentos de fe, el párroco Federico Santos Sánchez indicó que hay que celebrar a la “Guadalupana” con mucha fe, pero también con responsabilidad y orden.
A las personas que realizarán sus promesas de fe al correr la antorcha, les pidió realizarlo en el menor tiempo posible y entre lugares cercanos, pues este año por la pandemia no deben alejarse a otros Estados o incluso a la Ciudad de México, dado que ahí, la Basílica de Guadalupe permanecerá cerrada para reducir el riesgo de contagios.
Por ello, insistió en que las personas muy devotas a la “Morenita del Tepeyac” podrán celebrar novenas, rosarios y demás oraciones en la comunidad de sus casas y frente a sus sagradas imágenes, además de hacerlo con un número reducido de personas y de preferencia, que sean familiares cercanos.
El líder pastoral puntualizó que la pandemia por el COVID-19 aún sigue activa en el Estado y por ello, pidió a hacer conciencia para festejar no sólo a la Virgen de Guadalupe sino a las futuras fiestas decembrinas, en un ambiente muy familiar, con los debidos cuidados y con mucha austeridad.
Hay que recordar que en la población, desde los primeros días del mes de diciembre varios grupos de Antorchistas acostumbraban a emprender su viaje de promesa de fe y retornar la noche del 11 de diciembre, para participar en las mañanitas a la Virgen de Guadalupe.
No obstante, se espera que la celebración sea distinta este año, dado que serán muy pocas las personas que realicen dicho viaje, además de que otros preferirán quedarse en sus hogares y ofrecerles novenas o serenatas a la sagrada imagen, ante el contexto actual que se vive.
Por Enrique Chan