Yucatán

“Camino mucho en las calles vendiendo frutas para sostenerme, temo al COVID, pero tengo que trabajar”, dijo la señora Feliciana Cimé Molina.

A pesar de sus 73 años de edad, Feliciana siente la necesidad de trabajar, “primero para ganar unos centavos y también para estar ocupada y distraer mi mente, pues estar pensando mucho en esa enfermedad que está causando mucho daño también trae otras enfermedades”, señaló.

“Salgo de la casa desde muy temprano y mi primera parada la hago aquí debajo de esta sombra, la aprovecho y también me doy un tiempo para que los clientes se acerquen a comprar, plátanos, naranjas y mandarinas que traigo en el triciclo”, agregó.

Comentó que no obstante que le teme al coronavirus tiene que trabajar, “soy viuda desde hace casi cinco años y mis hijos son casados, el único que vive conmigo toma mucho y es muy irresponsable, incluso la semana pasada solicité a la policía para que lo lleven a la cárcel, estaba causando problemas, pero sigue con el vicio”, señaló.

Expresó que ha sufrido mucho a causa del alcoholismo de su hijo, porque dos de ellos fallecieron por enfermedades ocasionadas por las bebidas embriagantes, “es otra razón por la que me dedico a trabajar, ya que si me quedo en la casa me pongo a recordar y eso me causa mucha tristeza y dolor”, indicó.

“Tengo un techo donde dormir y estoy sana hasta hoy, me cuido de la enfermedad y de cualquier otra, el cubrebocas me sofoca, pero lo tengo puesto todo el tiempo y cuando llego a casa me lavo las manos con detergente para mi propia seguridad”, dijo.

Por José Luis López Quintal