Yucatán

Familias de migrantes encuentran resguardo en Mérida

Familias de Guatemala y de El Salvador platican como era su vida antes y después de encontrar su nuevo hogar en Mérida
Foto: Edwin Aguilar

Elbita, como le dicen de cariño, es una niña salvadoreña, que a sus 3 cortos años realizo el recorrido más largo de su vida, caminando hasta no poder más, llevada por su padre acuestas la mayor parte del tiempo y preguntando frecuentemente cuándo llegarían a casa, sin que la travesía concluyera; ya que el objetivo de sus padres era salir de El Salvador, sin importar el destino, Mérida terminó siendo un hogar en 2019. Hoy se conmemora el Día Internacional del Migrante.

Elbita, de seis años, tiene dos hermanas: Ariel de dos y Rosa Esperanza, una bebé recién nacida. Ella es una chica muy platicadora, alegre y llena de confianza, te toma de la mano para mostrarte su cuarto, su cama y la ropa que tiene, no solo ella sino sus pequeñas hermanas. Al viaje que emprendió junto a sus padres hasta Mérida, también los acompañó Ariel, aún en el vientre de su madre, Lorena, quien aún gestante, no desistió en el camino, por muchas ampollas que tuviera en los pies. 

Noticia destacada

Crearán oficina en Palacio Nacional para proteger a migrantes

Noticia destacada

Remesas de migrantes podrían aumentar hasta un 20% en Yucatán

Lorena asegura que no imaginaron llegar a esta ciudad, aunque tampoco tenían planes de continuar su camino al norte, la constante era el cuestionamiento sobre qué harían con una niña y dónde se aliviaría, estaba embarazada, traían gran equipaje consigo más que una mochila, que debía ser liviana para caminar por días enteros, buscaban donde pasar la noche y se comunicaban con otros migrantes para seguir rutas poco comunes, pasar por donde no pudieran ser encontrados ni retornados a su país de origen.

Noticia destacada

Cerca de 3 mil indígenas migrantes enfrentan rezago y discriminación en Cancún

Noticia destacada

Los migrantes en la reactivación económica

La familia tuvo suerte de llegar a Mérida 15 días antes del nacimiento de Ariel, quien tiene un carácter muy fuerte, es valiente y no llora fácilmente, su carita es seria al principio, pero después de un rato de convivencia, no demora en mostrar sus cuatro dientecitos que ya se asoman en sus encías. Le gusta ser abrazada, llega un punto en el cual no quiere soltarte, aunque se lo pidas, hay que convencerla poco a poco, para que acepte estar nuevamente en pie.

La extorsión por parte de las pandillas fue uno de los principales motivos para dejar su tierra, advierte Lorena, su esposo es herrero “él no podía trabajar tranquilo, le cobraban piso por el lugar donde tenía el negocio, le pedían dinero para que pudiera trabajar, hacía trabajos de herrería. La verdad nos llegó a amenazar en varias ocasiones, una vez nos llegaron a decir que teníamos que dar dinero, si no ya sabíamos a lo que nos ateníamos, que algo nos podía pasar, cada que querían nos pedían dinero, molestaban a la gente y mataron al hermano de mi esposo, simplemente nos salimos de ahí”.  

Pastoral de movilidad

Se dice que nuestro estado no es paso de migrantes, y llegan a estas tierras porque se pierden o los polleros los abandonan, señala el padre Lorenzo Mex, encargado de la Pastoral de Movilidad Humana en Yucatán, quien busca que las parroquias tengan una casa para que puedan apoyar a los migrantes en esta zona. Entre su labor destaca que las personas conozcan estas acciones, que sepan que sí hay migrantes y espera que se sumen más voluntarios.

“Cuando llega un migrante se busca conocer sus necesidades, muchos de ellos piden 'ride' con los traileros, por lo que al llegar a la pastoral solo piden apoyo para comida, bañarse y descansar un rato, debido a que buscan seguir el sueño americano, pero cuando llegan familias, son otras las necesidades, por lo que se les apoya con un sitio para vivir, comida, se les brinda asesoría legal para sus trámites migratorios”, explica Enrique Puc, quien tiene amplia experiencia trabajando con migrantes y ahora colabora con el padre Mex. 

Los migrantes, continúa, no llegan en grupos masivos a Yucatán, por ello, tener un albergue implicaría más costos que beneficios tenemos que pagar luz, agua, el mantenimiento, personal, en cambio si tenemos casitas en las parroquias, es mucho más fácil y es lo que buscan incrementar el número de estas moradas para brindar refugio, aunado a esto, quieren que los migrantes sean aceptados, no sean discriminados y puedan incorporarse a la sociedad si así lo desean.  

La familia guatemalteca hizo varias veces la hazaña, permanecían en Mérida un tiempo y eventualmente regresaban a su país, lo hicieron cuatro veces. Casi en cada ocasión se sumaba un niño a la travesía, ahora llevan casi dos años en la ciudad los tres pequeños y su padre César, quien se encarga de cuidarlos, hace trabajos para salir adelante, porque la vida es difícil como padre soltero.

Estos pequeños pasaron por situaciones fuertes, aparentemente su madre se dedicaba al trabajo sexual mientras ellos estaban en la misma habitación, eso ocurría cuando convivían con su mamá, asegura el señor César, por lo cual decidió separarse de la mujer, en ese momento sus hijos le pidieron que no los dejara con ella, de manera tal que se fue de la casa con ellos. 

Los niños se llevan bien entre ellos, les emociona la navidad, ya tienen su arbolito en casa y la música navideña invade la habitación donde pernoctan, a pesar de las situaciones por las que han pasado, la psicóloga no ha detectado ninguna situación particular en ninguno de ellos, es más toman clases y están a la espera de poder enrolarse en alguna escuela de la ciudad para continuar con su educación.

El señor César cuenta que cocinaba para unos narcotraficantes en Guatemala, a sabiendas de eso, continuó con el trabajo por la necesidad, hasta que los atraparon y le  acusaron de que guardaba unos paquetes, cuestión que él niega rotundamente. La situación avanzó tanto que llegaron a balacear su casa y fue ahí cuando supo que no debía permanecer más ahí porque estaba en riesgo no solo él, sino su familia, esa fue la primera vez que trazó a México como su destino. 

Los vaivenes entre México y Guatemala se dieron prácticamente por los problemas que tenía con la madre de los niños, se separaban y volvían a reunirse en cualquiera de los dos países, hasta que el señor César decidió separarse definitivamente.  Ambas familias están a la espera de la regularización de su situación migratoria para poder permanecer de manera legal y obtener un trabajo estable. Mientras tanto, se les sigue apoyando por parte de la pastoral de movilidad humana, encabezada por el padre Lorenzo Mex. 

SY