Creados como pulmones verdes y espacios de esparcimiento, los tres acuaparques o parques hundidos de Mérida están haciendo un efecto contrario entre la población, al menos eso es lo que indican los vecinos de estos sitios verdes, quienes señalan que en los últimos meses se sienten inseguros; algunos por la falta de iluminación y otros por el crecimiento de la hierba.
Desde las tormentas tropicales y huracanes, el agua de las pequeñas lagunas de estos sitios verdes aumentó considerablemente, los encharcamientos altos han permanecido por casi seis meses, para quienes viven en sus alrededores ha sido un atractivo incluso, pero no dejan de ser un criadero de moscos, no solo por el nivel del agua, sino también porque está sucia, motivo por el que los vecinos entrevistados dicen estar temerosos por los posibles brotes de dengue, enfermedad que se agrava con la pandemia del COVID-19.
Ayer, POR ESTO!, reportó la muerte de un joven de 22 años de edad, en el Parque Hundido de la colonia San José Tecoh, ubicado en los cruces de la calle 60 con 153 y 155, cuando jugaba con sus dos hermanos, y al querer recuperar un balón que cayó a la aguada y no logró salir.
Vecinos como el señor José Antonio Moguel y una persona que se identificó como María Guadalupe, quienes viven frente al mencionado parte consideraron que el lamentable suceso, se pudo evitar, si tan sólo las personas a cargo de los parques hubiesen prestado más atención y vigilancia a este espacio.
Don José comentó que desde que iniciaron las fuertes lluvias, a eso de junio, no se le “ha hecho caso al parque”, y que por las condiciones actuales del área no está exento de que otra desgracia vuelva ocurrir.
“Donde están los juegos hay una resbaladilla de concreto, muy empinada y que termina en aguas estancadas llenas de verdín lo que podría causar otro accidente”, dijo.
Por su parte, la señora María Guadalupe, quien vive enfrente a esta resbaladilla, señaló que esta estructura ya ha dejado consecuencias, causado varias fracturas de huesos a algunos pequeños, por lo que le preocupa, “además termina en una hondonada llena de agua podrida y ya huele mal”.
Hasta el mediodía de ayer este parque ubicado al Sur de la ciudad de Mérida, lucía con cintas que delimitaban la zona en donde las autoridades trabajaron para recuperar el cuerpo del joven, eso sí, no se observó vigilancia y la resbaladilla que mencionaron los vecinos, no tiene estructura alguna que impida que las personas accedan a ella.
Durante la cuarentena los juegos infantiles de estos parques permanecieron cerrados, sin embargo, con la reapertura, ya se pueden utilizar, sin mayor restricción, aunque la maleza alta impide de alguna manera que los niños no puedan usarlos.
El señor Miguel Cetina, quien tiene un taller mecánico a un lado del sitio, manifestó la falta de vigilancia, incluso mencionó los pocos faroles que están encendidos tienen una luz muy tenue.
“Desde junio está así, las autoridades se han olvidado de nosotros, basta con ver lugar para darse cuenta, no han hecho nada”, lamentó.
Relató que al principio de las lluvias se ocuparon las autoridades municipales de drenar el agua, sin embargo, comentó que desde meses atrás ya no han regresado. Asimismo, dijo que también solían fumigar el espacio, pero estas acciones cada vez son menos frecuentes.
Opinó que el parque representa un peligro para los vecinos del lugar, sobre todo de los más pequeños, pues pueden sufrir un accidente, dadas las condiciones en las que está actualmente este lugar.
En el Parque Hundido del Poniente, localizado a un lado del Hospital Psiquiátrico, las condiciones no son diferentes del resto, si bien el lugar ha aprovechado por los vecinos, para su convivencia, algunos de ellos alimentan a las aves acuáticas que ahí se congregan, sin embargo, estas personas, suelen ignorar los límites y restricciones para evitar accidentes.
Durante el recorrido de POR ESTO!, se observaron a familias que saltan las vallas de restricción sin que el guadaparques les advirtiera del riesgo,
Quienes viven en los alrededores coincidieron que hace falta vigilancia, iluminación y podar las áreas verdes.
Por Guillermo Castillo