Dios nos creó a su imagen y semejanza; es por ello que podemos aspirar a la perfección de la santidad, pero para ello tenemos que dejar a un lado la tibieza y mediocridad cristianas. No debemos conformarnos con cualquier cosa; el Señor nos pide todo, expresó ayer durante su homilía dominical el Arzobispo de Yucatán, Monseñor Gustavo Rodríguez Vega.
Dijo que ya desde el Antiguo Testamento se llamaba al pueblo de Israel a ser santo. Se hablaba de amor al prójimo y de no buscar la venganza.
–¿Qué quiere Dios de ti?, ¿qué te portes más o menos?, ¿que seas bueno? El Señor quiere todo, quiere que seas santo, reiteró.
–Jesús también pide lo mismo pero dejando en claro que más allá de la ley de Israel, todos seamos perfectos como es perfecto nuestro Padre celestial. El mandamiento de Cristo no se limita únicamente al pueblo de Israel, pues los israelitas tenían una fraternidad muy fuerte dentro del pueblo pero no fuera de él; hacia los paganos no había ninguna obligación, mientras que el Señor pide que amemos a todos en absoluto y aún más que amemos a nuestros enemigos. Si amamos a los que nos aman, saludamos a los que nos saludan ¿Qué hacemos de extraordinario?, señaló.
Dijo que hasta los peores criminales tienen gente a quien aman y quienes los aman. “Amor hacia nuestra familia y amigos cualquiera lo tiene, pero amar según la fe es poner todo nuestro esfuerzo para amar a los desconocidos, a los lejanos, a los que no han hecho algo a nuestro favor, a nuestros enemigos. Todos somos capaces de amar en la fe con la gracia de Dios, si nos lo proponemos, señaló.
El prelado puso como ejemplo el Evangelio en el que Jesús dice: “Si alguien te golpea en la mejilla derecha preséntale también la otra. Este mensaje de Cristo todos lo saben, aun los que no han leído el Evangelio, pero muchos se burlan y de esta manera lo anulan, lo desprestigian y lo dejan a un lado. Si Cristo lo manda es que se puede, si lo manda es porque nos conviene, apuntó.
Nueva oportunidad
Aclaró que “si una persona me golpea, no lo voy a seguir para que me pegue del otro lado de la mejilla; no, no se trata de eso; se trata que demos una nueva oportunidad al prójimo. Tampoco se trata de creer que por no tomar venganza ya cumplimos, sino que demos otra oportunidad al prójimo; en eso consiste precisamente poner la otra mejilla.
Si nos dan un golpe físico podemos hablar como lo hizo Cristo cuando fue abofeteado: “Si he hablado mal, demuéstrame en qué, si no, por qué me pegas”. Esto no es lo mismo que devolver un golpe. Nuestro Señor es claro y estricto al describir el amor al prójimo, externó.
–El Señor nos llama a tener un corazón católico, no solo en cuanto a la fe, sino también en cuanto al amor, pues católico significa universal. Con un corazón católico podemos abrirnos a todos, preocuparnos, ocuparnos y esforzarnos para amar a todos. Todos lo podemos hacer y muestra de ello son los que la iglesia ha canonizado pues ellos han llevado la virtud a un grado heroico, dijo.
Enfatizó que si el Señor lo pide, es porque se puede con su gracia e invitó a que nos decidamos a amar de esa manera y pretendamos una santidad semejante.
–Nuestra santidad comenzó desde el bautismo, pero pudiera llegar a ser ejemplar si nos lo proponemos y con la gracia de Dios. No debemos conformarnos con lo que amamos pues siempre podemos amar más y mejor a nuestro prójimo, concluyó.
Al término de su mensaje, el arzobispo otorgó el sacramento de la confirmación a Santiago Nieves Buendía, José Gilberto Keb Canul, Gael Alejandro Medina Ek, José Adrián Pisté Oy y a Janet Estéfany Canto Escamilla.
(Elena Gómez)