Las características de la Universidad Pública expresadas en la gratuidad, laicidad y acceso abierto pueden irse mirando hacia atrás en el tiempo, y encontrar sus orígenes en distintos momentos históricos dependiendo de las regiones del país de que se hable; en el caso de Yucatán, estudiosos del tema han coincidido en que la impronta de la idea de educación expresada en 1922, en la Universidad Nacional del Sureste, puede rastrearse hasta el año de 1824, con la fundación de la Universidad Literaria de Mérida, mismo año en que se estableció la primera constitución republicana de tendencia federal, pero no más atrás. Querer ver sus antecedentes en la Universidad Jesuita de Mérida es un desfiguro histórico, que no se sostiene ante un análisis serio.
Cerca de ser centenaria, la Universidad Autónoma de Yucatán tiene como tronco al Instituto Literario de Yucatán que tanto debe al General Manuel Cepeda Peraza, pero sus raíces abarcan a la dicha Universidad Literaria de Mérida y al Colegio Civil Universitario, la primera, una bisagra entre la herencia educativa del antiguo régimen y las ideas propias del liberalismo gaditano y, el segundo, el primer colegio secular y laico.
Reconocer las ideas expresadas en proyectos educativos, que guiaron a los yucatecos y sus instituciones durante casi cien años hasta llegar al sábado 25 de febrero de 1922, cuando se decretó su fundación, no es cosa menor, pues permite entender la naturaleza de nuestra universidad y su identidad construida a partir de una estrecha relación con la sociedad peninsular, respondiendo a diversas coyunturas educativas, culturales, económicas, políticas, luchando contra ideas y poderes por una nueva visión del mundo más incluyente y reflexiva.
Personajes y momentos históricos destacables hay muchos, sin duda tenemos que reflexionar sobre ellos de manera crítica, pensando que nuestra universidad es dinámica y, aunque tiene hondas raíces en el tiempo que la afianzan, su sombra y frutos tienen que ser útiles al presente, eso no hay que perderlo de vista. Por eso las acciones de hoy son las bases del mañana.
En una rápida mirada a los anaqueles de una pequeña biblioteca relacionada con el tema, no puedo dejar de recomendar tres textos que atienden la vida de esta joven institución de 98 años, me refiero a Memoria de las fiestas inaugurales del nuevo edificio de la Universidad de Yucatán de 1941, Memoria de los actos realizados en el quincuagésimo aniversario de la Universidad de Yucatán publicada en 1973, y la Monografía de la Universidad de Yucatán escrita por Margarita Pacheco Cano en 1977.
Hay otros, sin duda, pero para un lector recién interesado en las raíces y acciones del alma mater, estos textos son una buena opción para celebrar leyendo, el 98 aniversario de la Universidad Autónoma de Yucatán. Incluso, en algunas de sus páginas, podremos ubicar a la primera mujer integrante del también primigenio Consejo Universitario, nos referimos a profesora Florinda Batista, entonces directora de la Escuela Normal Mixta.
Edgar A. Santiago Pacheco