Yucatán

–Desde el punto de vista del budismo, lo más importante de la vida debe ser aprovechar el tiempo, porque necesariamente un ser que ha sido concebido tiene todas las condiciones para que tarde o temprano fallezca, ya sea a unos minutos de nacido o 120 años después, y su renacimiento dependerá de cómo usó su tiempo de vida.

Eso dijo ayer Alam Murillo Saldaña, estudiante de budismo tibetano desde hace 23 años e instructor de esa tradición de conocimiento espiritual desde hace 18 años en la Casa Tíbet México, al ser entrevistado por POR ESTO! sobre la posición que toma el budismo respecto a la muerte y a la resurrección.

Y agregó:

–La muerte en el budismo se ve como un proceso absolutamente natural, pues todos los organismos vivos tienen un cierto tiempo, tienen un deterioro natural, tanto el ser humano como cualquier ser vivo, son procesos biológicos internos. Y como esta vida que tenemos que es muy hermosa, la vida humana, especialmente cuando tenemos todas las condiciones para conectarnos con la enseñanza espiritual, sea la budista o la que sea, hay que tratar de aprovechar al máximo esta vida, para ser de beneficio a todos los seres y a nosotros mismos.

Evitar conflictos y aflicciones

–Entonces vemos la vida como un proceso totalmente natural. Así se trata de ver, y más que nada también como una enseñanza para nosotros de aprovechar el tiempo. De no perdernos en situaciones conflictivas, aflictivas y demás, porque sabemos que los tiempos están contados, y que en cualquier momento podemos morir, y que si morimos en un estado mental de aflicción, de enojo, de miedo, etcétera, esto tiene repercusiones importantes para nuestra mente.

La mente, flujo de energía consciente

–¿La reencarnación y la resurrección tienen diferencias?

–En el budismo no se habla tanto como en el catolicismo de resurrección, sino más bien se habla de renacimiento. Es decir: la mente se considera como un flujo de energía consciente que adopta una configuración orgánica, o adopta un cuerpo de acuerdo con muchos, muchos factores, muchas variables, y eso hace que nosotros tengamos un tipo de cuerpo distinto, no tanto porque lo escojamos, sino por nuestros hábitos y nuestras tendencias emocionales, etcétera.

Entonces el renacimiento se ve como una nueva forma en que la mente se manifiesta, y que hemos tenido a lo largo de infinitas vidas, infinitas formas o manifestaciones.

–¿Cuándo vuelve uno a nacer?, por ejemplo, en este flujo de energía mental, ¿vuelve a nacer en una persona o en un animal?

–Depende, no hay nada establecido en ese sentido. Depende del tipo de mente que tenemos habituada. Del tipo de hábitos, de patrones mentales, emocionales, reactivos, que nosotros hemos ido generando a lo largo de esta vida y de muchas otras. Eso es lo que en un momento dado va a configurar un cierto tipo de nacimiento. Entonces en el budismo se ve que la vida humana, especialmente una vida humana con todas las condiciones necesarias para llevar una vida tranquila, de bien, ser buenas personas, ayudar a los demás, esa es la mejor, podríamos decir, la mejor plataforma para poder en algún momento dado liberarnos de todos nuestros problemas y ayudar a otros. Entonces se ve esta vida humana como un don, como una oportunidad increíblemente importante. Y tratamos de hacer que esta vida sea lo más significativa, de mayor servicio a todos los seres.

–¿Entonces de ese modo sí creceríamos? ¿Sí iríamos a otra forma de vida humana?

–Exactamente. Muy bien, eso es, eso es lo que nos ha llevado a esta forma de vida humana, es aspirar a tener este tipo de vida humana, es llevar una conducta ética, llevar una conducta de no daño a los demás, de no violencia a los demás, ni tampoco de violencia a uno mismo.

–¿Y también se puede involucionar, es decir, reencarnar en otra forma de vida de las consideradas inferiores, como en un animal?

–Por supuesto. Claro que en el budismo se ve que como la mente es un flujo. No ha sido creado, eso es importante distinguirlo de otro tipo de tradiciones espirituales, quiere decir que la configuración del tipo de cuerpo que tenemos no es para siempre. Es decir: tal vez podamos nacer en una forma no humana, pero si tenemos en nosotros semillas de bondad, etcétera, que hayamos sembrado en otras vidas, podemos regresar otra vez como seres humanos, y aprovecharlo.

El nivel más alto

–¿Y hay otro nivel más alto?

–Sí, por supuesto; hay niveles de desarrollo espiritual cada vez más avanzados.

–¿A dónde iríamos si después de ser seres humanos ascendemos?

–El nivel más alto del budismo es el despertar. Por eso se le llama budismo, porque en esta tradición se ve que la forma de existencia más pura, más profunda, más bondadosa, más sabia, es el ser despierto, un Buda. Entonces esa sería como nuestra meta final, porque un Buda puede ayudar a todos los seres en todo momento.

Invitación para meditar

Finalmente Alan Murillo manifestó su intención de invitar a las personas que tengan una conexión, un interés de saber qué es el budismo; o que tengan interés, por ejemplo, en meditar y adentrarse en el aspecto más práctico, para que vean un beneficio real en su vida, a que vayan y mediten en Casa Tíbet Mérida los miércoles de 8 a 9 y media de la noche.

–Hay un grupo abierto a todo el público, budistas y no budistas, y aquí se les va a ir guiando en los aspectos básicos de la meditación, para que vean de primera mano, de experiencia personal, los beneficios que pueden obtener.

–¿Tiene costo esta instrucción para meditar?

–No, bueno, es una aportación que se fija en 50 pesos, pero se puede dar menos, lo que se quiera, no es obligatoria.

Alan recordó que Casa Tíbet México se fundó hace 30 años e informó que Casa Tíbet Mérida se encuentra en la calle 10 por 15 No. 402 de la colonia Díaz Ordaz, cerca de Plaza Fiesta. Teléfono para informes: 9992-288-816.

(Roberto López Méndez)