Yucatán

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos

José Orpí Galí

IV

1774

La noche detenida

Cuando la noche detiene

sus pasos frente a la sombra

de un ser tatuado (se nombra

XY así conviene)

no hay argucia que la frene

ni misterio que le impida

desnudar en su estampida

el hosco ceño de un verso

(adormecido universo

en la vorágine vida).

Vida que en noche asustada

se diluye en aguacero

retando al viejo agorero

que en una estrella tatuada

devuelve la luz a cada

espacio de tiempo errante.

Silueta del caminante

detenido en crucigramas

cual Sísifo ante las llamas

en su destino rodante.

1775

La costumbre del camino

El caminante no pierde

la costumbre del camino

(¿razón, azar o destino?)

siempre que el sol le recuerde

el tiempo inútil que muerde

los escollos a su paso.

De amanecer en ocaso

va cruzando los senderos

terribles desfiladeros

entre el valor y el fracaso.

Sabe que el tiempo le alerta

del sol y la amarga fruta

perseverante en su ruta

siempre hallará alguna puerta

en su esperanza despierta

como una encendida lumbre

–salvadora certidumbre–

para que nada lo espante.

Nunca pierde el caminante

del camino la costumbre.

1776

Enemigos

Mi enemigo es el cadalso

arrinconado en la espera,

verdugo desde la artera

soledad que pisa en falso

y al encontrarme descalzo

me cercena la garganta,

mientras el miedo agiganta

paredes, sombras triviales

hacia espacios fantasmales

que ahuyentan la voz que canta.

Mi enemigo es la derrota

desde su vana acechanza

golpeándome con su lanza

el costado donde brota

la hiel de una copa rota.

Ese silencio enlodado

cual caracol enquistado

que me empuja a la deriva

y deja la historia viva

con mi verso mutilado.

1777

Tras la cintura del mundo

Asomado a la ventana

de la fijeza y la duda

el hombre en vano se anuda

la máscara más cercana.

Sabe que el tiempo le gana

espacio en cada segundo

y lo acuchilla un rotundo

miedo al reloj y la escarcha,

por eso emprende la marcha

tras la cintura del mundo.

Miedo a contar los peldaños

que lo separan del hondo

precipicio en cuyo fondo

yacen silentes los años

convertidos en extraños

paisajes donde se escuda

la realidad que desnuda.

Lo descubre la mañana

asomado a la ventana

de la fijeza y la duda.

1778

Horcas caudinas

Escrito sobre ciudades

trasmutadas en la espera

de un sol que gira en la esfera

de antiquísimas edades

¿esperar sólo verdades?

El tiempo voraz desliza

al páramo una premisa,

mueca brutal que pretende

confundirnos y se ofende

cuando negamos la risa.

Ciudades ocres y lentas

en despertar el asombro

–dédalo, inútil escombro–

que se acoge a las violentas

sinrazones de las cuentas

que algún día han de pagar:

pobres que ansían untar

su pan con mieles divinas,

aunque las horcas caudinas

por ello deban pasar.

1779

Definición

Décima es más que un latido,

rastro de lluvia en la arena

de una playa que se llena

con un vibrante sonido,

palma, laúd y gemido,

canto verde de un gorrión,

misterio luz y razón

sobre la noche cubana

repartido en la sabana

con fuego del corazón.

1780

Guitarra

Dame, guitarra, tu mano,

tu espalda vieja de amar

para contigo soñar

un sueño grande y humano

junto al sinsonte que ufano

sabe tu nombre y tu paz,

y hasta el color con que irás

a la fiesta de la vida

para curarnos la herida.

Dame tu mano y verás.