Ariel Juárez García
Según algunos expertos, la mujer corre más riesgo de morir a manos de su pareja que a manos de cualquier otro agresor. Con objeto de poner un hasta aquí al maltrato conyugal, se han llevado a cabo numerosos estudios para explicar: ¿Qué clase de hombres atacan a sus esposas? ¿Qué infancia tuvieron? ¿Fueron violentos durante el noviazgo? ¿Cómo responden al tratamiento médico?
Como cabría esperar, muchos agresores vivieron en su propia familia el abuso. “La mayoría... se crió en ‘campos de batalla’ domésticos. Desde su más tierna infancia crecieron en ambientes hostiles donde la violencia era ‘normal’.” –señala Michael Groetsch, quien pasó más de veinte años estudiando el abuso conyugal.
Según una mujer especialista en el tema, el varón que se desarrolle en tal medio “puede asimilar muy tempranamente el desprecio que su padre siente por las mujeres. El niño aprende que un hombre debe tener siempre controladas a las mujeres, y que la forma de conseguirlo es asustarlas, hacerles daño y humillarlas. Al mismo tiempo, aprende que la única forma segura de conseguir la aprobación del padre es conducirse como él se conduce”.
Es patente que este criterio tan distorsionado suele adquirirse en la niñez. Por ejemplo, un estudio realizado en Gran Bretaña indicó que el 75% de los varones de 11 y 12 años consideran apropiado que un hombre golpee a una mujer si ésta le provoca. Para bien o para mal, la conducta paterna incide significativamente en el hijo. Sin embargo, aunque el ambiente familiar no excusa nunca al agresor, tal vez ayude a explicar las raíces de su personalidad violenta.
Hay países donde resulta aceptable, e incluso normal, agredir a las mujeres. “En muchas sociedades es una convicción profundamente arraigada que el esposo tiene derecho a golpear o intimidar físicamente a su esposa”, señala un informe de la ONU.
La expresión violencia contra la mujer comprende “todo acto de violencia hacia el sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para ella, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”. El hecho de que la violencia de un individuo sea menos frecuente o menos intensa que la de otro no constituye una excusa. No existen palizas “aceptables”.
Los especialistas en el tema han descubierto que no existe un único tipo de hombre violento, sino toda una gama. En un extremo se encuentra el que recurre a la violencia de forma esporádica, sin tener armas ni antecedentes de abuso conyugal; en su caso, el episodio violento es de carácter aislado y parece estar motivado por factores externos. En el otro extremo se halla quien ha convertido los golpes en un fenómeno crónico, continuo, y llegar hasta el hecho de causar la muerte a una mujer, dando pocas muestras de remordimiento, o ninguna.
La existencia de varias categorías de agresores no significa que algunas modalidades de abuso no revistan gravedad. Todo maltrato físico puede causar lesiones de diversa gravedad e incluso la muerte. “La razón principal por la que se perpetúan las agresiones es por su eficacia para controlar, intimidar y subyugar a las mujeres –señalan los autores del libro When Men Batter Women (Cuando los hombres pegan a las mujeres)”.
Según un estudio dirigido por Richard J. Gelles en la Universidad de Rhode Island (EEUU), los siguientes factores constituyen indicadores de riesgo de que el hombre abusa física y emocionalmente de su compañera, entre ellos: a) ya ha cometido antes alguna agresión doméstica; b) está desempleado; c) consume drogas al menos una vez al año; d) vio al padre golpear a la madre cuando vivía con ellos; e) cohabita sin haberse casado; f) percibe un salario bajo; g) no ha finalizado los estudios de secundaria; h) tiene entre 18 y 30 años; i) él (o su mujer) maltrata a los hijos; j) se encuentra por debajo del umbral de la pobreza; k) proviene de una cultura diferente a la de su pareja.
Vale la pena mencionar que, hasta en naciones donde se consideran intolerables tales agresiones contra la mujer, muchos varones recurren a la violencia. En algunos casos es pasmosa la irracionalidad de su forma de pensar.
Sin pasarlo por alto, hay que tener en cuenta el vocablo que se usa comúnmente para designar el término conocido como machismo –que ha pasado del español a otros idiomas–, con el que se designa la ideología de los hombres que se sienten superiores a las mujeres y cuya actitud se traduce en un comportamiento abusivo y violento contra ellas.
Este fenómeno de conducta del hombre –el machismo–, no se limita en modo alguno al mundo hispano, se ha extendido explosivamente hacia todo lugar como lo indican las siguientes noticias que se citan de otros países:
* Nicaragua: “Se disparan los ataques contra la mujer en Nicaragua. Según un estudio, el 52% de las ciudadanas sufrieron el año pasado alguna agresión a manos de los hombres con quienes conviven” (BBC News).
* Gran Bretaña: “Cada seis segundos se viola, golpea o apuñala a alguien en un hogar británico”. Según un informe de Scotland Yard, “la policía recibe 1,300 llamadas diarias de víctimas de la violencia doméstica: más de 570,000 cada año. En el 81% de los casos se trata de mujeres agredidas por varones” (The Times).
* Tailandia: En el mayor suburbio de Bangkok, el 50% de las casadas padecen palizas frecuentes (Pacific Institute for Women’s Health).
* Egipto: Un estudio de tres meses de duración realizado en Alejandría indicó que la violencia doméstica es la causa principal de lesiones entre las mujeres, así como del 27.9% de sus consultas a los servicios de traumatología (Resumen analítico 5 de la cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer).
* Hong Kong: “El número de mujeres que denuncian los abusos sufridos a manos de sus compañeros ha aumentado en más de un cuarenta por ciento durante el año pasado” (South China Morning Post).
* Rusia: “En un año, 14,500 rusas murieron a manos del esposo, y 56,400 quedaron incapacitadas o malheridas en ataques domésticos” (The Guardian).
* Perú: El 70% de los delitos denunciados son obra de maridos que golpean a sus mujeres (Pacific Institute for Women’s Health).
* China: “Es un nuevo problema que se extiende con rapidez, sobre todo en las zonas urbanas. La presión de los vecinos ya no frena a la violencia en el hogar” –señala la profesora Chen Yiyun, directora del Centro Familiar Jinglun (The Guardian).
Como se puede observar, el maltrato hacia la mujer, en especial el conyugal, es un asunto complejo. Para apoyar a la víctima, se le debe escuchar con actitud compasiva, pues por lo general no le resultará fácil hablar de lo que le pasa. El objetivo es fortalecerla y apoyarla para que enfrente la situación al paso que estime oportuno.
En algunos casos, es necesario que la mujer tenga que recurrir a las autoridades. A veces tiene que presentarse una situación crítica –como la intervención policial– para que el maltratador cercano a ella o el que vive en casa comprenda la gravedad de sus actos. Pero muy a menudo este tipo de hombre violento pierde la motivación de cambiar tan pronto pasa el difícil trance.
¿Pueden modificar su conducta los hombres violentos?... Algunos lo han hecho. Pero por lo general no cambiarán a menos que 1) admitan que obran mal, 2) deseen enmendarse y 3) pidan ayuda.