Aquí la única regla que se tiene en la casa es que se viene a divertirse, no a pelear, expresa la abuela doña Luisa Aurora Paredes Juárez, de quien sus nietos y nietas dicen que se divierte como niña.
Y es que, con su experiencia de vida, doña Aurorita ha cambiado el modelo tradicional del abuelo o la abuela convertido en autoridad, para convertirse en amiga y compañera de juegos. Por eso nos dice:
–Soy sobreviviente de cáncer, y eso me ha dado otra forma de ver la vida. Siento que volví a nacer, y eso se lo he transmitido a mis hijos también.
Madre de 4 hijos y abuela de una parejita: un niño de 9, Saíd, y una niña de 7, Sahía; y de una niña, Sofía, de 9 años y medio, y de otra niña, Valentina, que tiene 3 años, además de otro nieto, Gael, que viene en camino, y una nieta por adopción de simpatía mutua, Camila, doña Aurorita, como le dicen sus amistades, nos relata:
–Normalmente me traen a mis nietos los viernes o los lunes, dos y dos. Cuando no había la contingencia se quedaban uno o dos días en casa, porque les encanta estar aquí.
En verdad cuando ellos llegan si no han desayunado me ayudan a hacer el desayuno, me ayudan a poner la mesa, son muy atentos. Siempre me dicen: ¿En qué te ayudo, abu? Sacan las tortillas, les ponen el jamón y el queso.
Y luego nos sentamos a desayunar, después me ayudan a levantar la mesa, se lavan los trastes y empiezo a preparar el almuerzo; también hago que me ayuden a limpiar los frijoles, porque eso es algo que a ellos les gusta mucho. Antes de ver televisión, antes de todo, les gusta ayudar.
El poder del agua
El otro día le dije a una de ellas: hay que lavar el espagueti, pues ya lo cocí. En realidad, ya le había echado agua, pero me gusta que ellos toquen mucho el agua, porque cuando los niños se ponen muy inquietos, eso los calma. Y resulta que me dice: “Lo estoy lavando, abue, ya le eché jabón líquido para lavarlo”. Ni modo.
–¿Entonces es importante que jueguen agua?
–Sí, el agua los desestresa, los ayuda a estar tranquilos. Ayer estuvieron aquí. Entonces, ¿qué fue lo que hice? Lavar la casa, y ellos participan echando agua, resbalando en el agua, y terminaron bañándose en el agua. Lavaron la casa y disfrutaron del baño.
Y después de lavar la casa, a la hora de regar, le dije al grandecito: ahora te toca regar, riega todas las plantas, si no riegas una, se muere. Y el que regó las plantas, Saíd, acabó empapado de agua, mojadísimo.
–¿Decía que también juega con ellos?
–Sí, porque aquí la única regla es que se vienen a divertir, no a pelear. Yo juego con ellos al lobo feroz porque es lo primero que me piden: “Abu, vamos a jugar al lobo feroz”, y yo siempre soy el lobo, ellos se esconden, se encierran en los cuartos. Y me dedico a correr con ellos. Pueden gritar todo lo que quieran. De verdad, yo también disfruto porque también grito, es una forma de desestresarme, volver a correr y a gritar con ellos. Claro que me canso más rápido que ellos.
–Esa es otra forma de ver las cosas, ¿no? Porque antes los niños estaban para obedecer, se les pedía que no corrieran, que no gritaran, que se portaran “bien”.
–Sí, con sólo los ojos teníamos para callarlos. En cambio aquí les doy esa libertad. Es más, hasta sus papás dicen: Ay, mamá, gritan mucho. Y yo les digo: pero les descansa, les aliviana, les da alegría.
Cuando jugamos, yo hago como que no veo dónde se esconden. Como que me descuido y meten base. Yo creo que eso les gusta, porque mi nieta la mayor siempre me dice: “Abu, te quiero mucho, te amo mucho”.
Y es que esa es una de las palabras que les digo siempre cuando los veo: “Te amo mucho”.
Puros refrescos naturales
Otra norma que tengo es que me gusta que aquí en casa no tomen refrescos embotellados. Dicen que hago la limonada más rica del mundo mundial. Y para hacerla les pido que me ayuden, que saquen los limones, yo corto los limones, ellos los exprimen, traen el hielo. Hago que participen. Y también me gusta jugar almohadazos con ellos. En épocas de calor, compramos bolsas de globos y a tirarnos globos, terminamos empapados todos. Y hago que participen mis hijos con ellos.
A Sofía le encanta hacer canciones, y me hizo mi canción: Ella me la grabó y la letra dice que yo soy la abuelita más buena del mundo, la que parezco una niña junto con ellos.
–Cambió usted la forma de ser de los abuelos
–Así es. Antes los abuelos eran la autoridad, ahora no, uno tiene que ponerse a la altura de los niños, porque muchos están estresados. A mí me recomendó una psicóloga que para ver cómo me vislumbran mis nietos les pidiera una carta dedicada a mí, con lo malo de la abuelita. Y escribieron que no tengo nada malo. ¿Qué es lo bueno? Que soy una buena abuela. ¿Y qué es lo malo? Que nada, que no tenía yo nada de malo.
Mi nieta Sofía puso en ¿Qué son las cosas buenas?: “Que siempre sonríes, y juegas con nosotros, tienes alegría”.
¿Y que son las cosas malas?: “Nada”.
Y también me puso esto: “Nos consiente, prepara la mejor comida del mundo, se divierte como niña, nos quiere y nos ayuda siempre, siempre”.
Es muy bonito tener esas palabras sobre todo escritas por ellos. Y mi nieto Saíd puso: ¿Qué de buena tiene? “Todo”. ¿Y de mala? “Fútbol”, nada más, que yo no juego fútbol.
“Se divierte como niña”
En pocas palabras los niños expresan lo que de uno ven, lo que perciben de las abuelas, me gustó mucho que ellos, de sus propias palabras, sin intervención de nadie, digan: “Se divierte como niña”. Los nietos de verdad son extensión de los hijos y es lo más maravilloso que puede existir, ese amor puro y sincero de los niños. Cuando les digo: abrázame fuerte, fuerte, como un oso. Se siente ese cariño, esa alegría de que te están abrazando con amor. Ya viene mi quinto nieto, se va a llamar Gael, y nacerá en septiembre. Ya vi sus latidos, y fue emocionante.
También tengo una nietecita que es adoptada, que siempre que viene a la casa me dice que soy su abuelita, porque le gusta como juego también, le gusta estar aquí, le gusta convivir. Así que tengo nietos biológicos 5, y una adoptadita, Camila, de 8 años. Y también soy su abu. Igual viene, me abraza. Los quiero a todos. Ella también dice que su abuela Aurorita “es bonita, juega con nosotras, tiene alegría”. ¿Y de mala? Nada.
Ni gritos ni golpes
–¿No las regaña?
–Trato de no regañarlas, de hacerles entender las cosas, que comprendan, no soy la abuela que los va a reprender a gritos, ni a gritos ni a golpes.
–¿Les compra juguetes?
–Con los niños no necesitas dinero, no necesitas cosas de lujo ni juguetes de lujo, a veces hasta con una pelota de 15 pesos, a veces con una caja de cartón para hacer casitas de muñecas, a veces con el agua, a veces con jugar gato: con sólo una hoja de papel y un lápiz. A veces: un nombre con C, o un animal. Y a veces me dejo ganar por ellos y se sienten felices.
También les enseño a querer a los animales: por ejemplo, les corto todas las tortillas que quedan, incluso ellos me traen sus tortillitas, todo eso lo junto y se lo ponen a los pájaros junto con una charolita de agua. Es algo que no nos cuesta, algo que le podemos dar a otro ser vivo. Esas son cosas que se les pueden enseñar a los nietos también.
–Precisamente publicamos hace unos días que la asociación Proyecto Santa María tiene un concurso de bebederos artesanales para pájaros…
Piletas en cada parque
Responde doña Aurorita:
–Qué bueno, yo creo que junto a las llaves de agua deberían en cada parque hacer piletas para ponerles agua a los pájaros, a los perros, a los gatos. Hay que pensar en la naturaleza, sobre todo en esta pandemia. Hace apenas unos días me dijo mi hijo: “Mamá, ahora me estoy dando cuenta de que no somos autosuficientes. No tenemos muchas plantas, pero si tuviéramos las cosas podrían ser diferentes”.
Y ya tiene naranja agria, limón, muchas plantas que acaba de sembrar y ya han empezado a salir.
También me dijo: “Yo creo que es el momento de que todos hagamos algo por el planeta y por nosotros mismos. Hoy por hoy esto de la pandemia nos debe servir de experiencia para ser sustentables”.
Doña Aurorita tiene 57 años, es LAE y se desempeña como asesora independiente de bienes raíces.
(Roberto López Méndez)