Yucatán

El intenso movimiento comercial que se registraba en los casi 200 locales del tradicional mercado García Rejón, quedó reducido prácticamente a nada por el cierre de todos los puestos, excepto una solitaria farmacia que opera al interior en un ambiente de silencio y aparente soledad.

Atrás quedó el bullicio y el trajín de miles de personas que a diario acudían a ese espacio a comprar artesanías, ropa típica, alpargatas, un maquech de adorno, o bien, a comer deliciosas tortas de pavo, tacos de cochinita, relleno negro, tamales, mondongo y demás alimentos del amplio menú de la gastronomía yucateca.

Para el reportero resultó triste, nostálgico y hasta extraño encontrar ayer al mediodía la totalidad de los puestos cerrados sin la algarabía cotidiana que le daba vida a este mercado popular.

Silencio y oscuro

Desde hace días y por quién sabe cuánto tiempo más, ya no se escuchaba el pregón de los empleados de Punto y Coma, o del Pavo Feliz, o de la Taquería Salas, quienes sin descanso invitaban a los clientes desde muy temprano a sus mejores guisos: “¡Pase marchan, pase marchan, qué le servimos, acá hay lugar para dos personas!”, “¡Tenemos tamales colados y horneados, cuántos les servimos!”, “¡Hay tacos de cochinita y de lechón con su tostadito…!”

Nada de eso había, todo estaba en silencio y hasta oscuro a pleno mediodía, porque los accesos de entrada estaban cerrados, excepto una entrada sobre la calle 60 que permitía llegar hasta la farmacia San Martín, el único negocio que estaba abierto por ser de tipo esencial.

El tradicional restaurante “Moncho” igualmente tenía las cortinas bajadas, sin espacio para los fieles veteranos consumidores de café y que por horas y horas se la pasaban en las mesas tratando de “componer al mundo”. Los deliciosos sándwich club con la especialidad de Moncho también se extrañaban.

Los alrededores del García Rejón también se veían semi-desiertos y de los negocios que se ubican sobre la calle 60, solo los restaurantes La Parrilla y Los Trompos estaban abiertos, pero únicamente con servicio para llevar. A un costado, la Panadería La Vieja, era el tercer establecimiento de todo el sector que funcionaba.

(Rafael Mis Cobá)