El cristal, una de las drogas sintéticas más adictivas y mortales circula por todos los rincones no sólo de la capital yucateca, sino de otros puntos del Estado.
Esta metanfetamina es preparada con sosa cáustica, raticida y ácido para batería de autos, entre otros químicos, lo que también causa daño cerebral severo entre la juventud de todo el Sureste.
La asociación civil Drogadictos Anónimos, en sus 37 grupos distribuidos en 16 Estados de la República, atienden a 3,500 personas cada año y cuenta con un grupo para niños de 8 a 14 años en la ciudad de León, Guanajuato; otro para adolescentes de 15 a 17 años en la ciudad de Puebla, y dos casas-albergues para mujeres en León, Guanajuato, y la Ciudad de México, respectivamente.
El caso de Lorenzo
A Lorenzo sólo le bastaron nueve meses para perder a toda su familia, su empleo y hasta su hogar; su trabajo fue conducir un auto de alquiler de una plataforma, pero nunca se imaginó lo que le deparaba el destino: una vida de soledad, de miseria, de locura cuando conoció a un sujeto que le pidió que lo trasladara de la colonia Juan Pablo II a un bar del Centro de la ciudad.
Nada se le hizo sospechoso, parecía un usuario “decente y amigable”; en el trayecto, le sacó plática y le ofreció su amistad, pero de pronto vio que sacó una pequeña bolsa de plástico de su saco y sustrajo algo brilloso en forma de diamante o cristalino, pero no le dio mucha importancia; sin embargo, de pronto observó que lo colocó sobre una pipa y le prendió fuego, cuenta Lorenzo a POR ESTO! a un año de haber llegado al Grupo Fraternidad de Drogadictos Anónimos, A.C., donde se recupera de su enfermedad.
“Me ofreció fumarle a la pipa, pero como yo nunca había fumado pipa me dio curiosidad y acepté; sin embargo, la cabeza me empezó a dar vueltas, sentía ansiedad, como taquicardia, desesperación y me faltaba aire; recuerdo que este sujeto que me había dicho que se llamaba Francisco trataba de calmarme y, lo que alcancé a hacer, fue estacionarme a una orilla sobre la calle 60, antes de llegar a la Plaza Grande; entonces, pasaron unos minutos y como que volvía a la normalidad”, señala este joven vecino de una de las colonias del Sur de Mérida.
Después de esta primera experiencia, a Lorenzo le quedó la espinita de volverlo a hacer porque por un momento se olvidó de los problemas económicos y familiares; por ello decidió a los pocos días, contactar vía telefónica a Francisco.
Eso cuesta
“Cuando lo dejé en un bar del Centro de la ciudad se despidió de mí y me dejó su número de celular; por eso, como a las cuatro días en que fumé por primera vez esa cosa sentí que debía llamarle y pedirle que me invitara otra vez, pero ya cuando lo vi me dijo que eso costaba; no me importó porque le di 50 pesos y volví a hacer uso de esa droga que, según me dijo, se llama cristal; yo la verdad siempre me había dedicado a mi trabajo; en ocasiones llegué a trabajar hasta 14 o 16 horas porque si había mucho trabajo en el taxi yo aprovechaba para tener más ingresos y sacar adelante a mi hija de 9 años de edad”, agrega Lorenzo.
Más adelante conocería a otros consumidores y vendedores más grandes en las colonias Francisco I. Madero, Juan Pablo II, Pensiones, Ciudad Caucel, Piedra del Agua y Umán, entre otros lugares.
“Yo ya no trabajaba como habitualmente lo hacía, para mí cada vez era más importante drogarme; perdí el interés de salir a buscar el sustento de mi familia, no me daba cuenta del daño que les estaba causando con mi drogadicción; mi esposa me preguntaba qué me estaba sucediendo, incluso llegó a afirmar que me estaba drogando, pero yo lo negaba; como a los seis meses, mi esposa se cansó, yo ya no llevaba dinero, yo andaba vagando por las calles y lloraba porque mis padres habían fallecido poco tiempo antes; extrañaba a mi hija, pero no podía dejarme de drogar; a pesar de que mis hermanos me decían que ya no siguiera por este camino, yo no hacía caso, era más fuerte la necesidad, la obsesión por seguir consumiendo cristal”, añade este joven que en los próximos días festejará su primer aniversario alejado de las drogas.
“Un día, yo iba pasando por una iglesia, había una misa y me hinqué, me persigné y le pedí a Dios que me ayudara, que ya estaba cansado de esta vida; en nueve meses ya mis hermanos me habían pedido que no regresara a mi hogar, mi familia ya no estaba, mis padres habían muerto, no tenía a nadie y entonces levanté la vista y vi a un joven que estaba hablando al micrófono, estaba ofreciendo información a quien conociera a alguien que tuviera el problema de la drogadicción y eso me hizo despertar, puse atención y en cuanto se acabó la misa le pregunté cómo le habían hecho para salir adelante y me habló de la existencia del grupo Fraternidad de Drogadictos Anónimos, me dijo que se encontraba en la calle 189 número 509 por 100 diagonal y 187-M del fraccionamiento Santa Cruz, que acudiera a conocer esta casa albergue, que la atención que brindaban era totalmente gratuita, que se trabaja sin fines de lucro”, manifestó.
Unico requisito: cambiar
Acudió al grupo, conoció las instalaciones y confirmó que era verdad la forma en que trabajaban y que nadie se encontraba ahí contra su voluntad, que todas estaban voluntariamente y ello lo motivó a aceptar la ayuda.
“Me dijeron que el único requisito era que yo quisiera cambiar el rumbo de mi vida, pero que todo era gratuito, que mi familia no tenía que pagar un solo centavo; eso me gustó porque además ya no tenía a nadie y cuando empecé a militar me gustó porque dentro de las terapias hay actividades deportivas; a mí me gusta mucho el futbol y los martes y los jueves hacemos deporte; también hay talleres de lectura, terapia grupal y audiovisual pero una cosa que me ha sorprendido es que para los que no tenemos una profesión como tal, aquí hay una panadería donde nos enseñan a elaborar empanaditas que son las que vendemos en las iglesias y a veces en las colonias de la ciudad y pueblos del estado; eso me está permitiendo que cuando yo me reincorpore a la sociedad pueda encontrar fácilmente un empleo pero al igual quiero recuperar a mi familia; estoy feliz porque ya vinieron a verme; mi hija y mi esposa están también felices, las amo y he recuperado mi dignidad como ser humano, como ciudadano”, apuntó.
21 años de servicio
El grupo Fraternidad cumple 21 años de servicio el 28 y 29 de abril. Su presidente Antonio Morales dijo que en este lugar se trabaja también con grupos de familiares de las personas que se encuentran en rehabilitación.
Asimismo señaló que todos los grupos se encuentran registrados ante la Secretaría de Salud y se apegan a la normatividad vigente.
“Se celebran sesiones grupales donde, de usuario a usuario, se comparten experiencias tanto de dolor como de superación. Estas estimulan a los escuchas para hacer lo mismo con la plena libertad y total seguridad de que están rodeados de personas que los comprenden. Al mismo tiempo logra la concientización de la enfermedad que padece, al enfrentarse a las causas que originaron sus problemas emocionales y espirituales”, manifestó.
Apadrinamiento
“Consiste en que cada una de las personas en rehabilitación elige a un compañero (del mismo sexo) a quien, sin presiones y en confianza, le comenta sus problemáticas. Esto por sí mismo proporciona un sentido de pertenencia y un alivio al lograr comentar con alguien los problemas que a nadie ha querido externar.
Actividades deportivas
Fomentamos actividades físicas al interior y fuera de los centros de recuperación; estas permiten que el usuario desarrolle valores como la sana competencia, la unidad y la honestidad. Todas estas actividades contribuyen al control de estrés, ansiedad y el fomento a la salud.
Actividades recreativas
Son actividades encaminadas a la elaboración de manualidades, organización de bailables, obras de teatro, juegos de mesa, con el objeto de fomentar la sociabilidad de los usuarios, cuyas características por lo general son las de aislamiento”.
Albergue transitorio
“En Drogadictos Anónimos, A. C. consideramos que durante la primera etapa de rehabilitación del usuario, este debe alejarse del medio en el que se ha desenvuelto y así concentrar toda su atención al programa de rehabilitación que se le ofrece; por ello, se solicita una permanencia de tres meses como mínimo, ofreciendo durante este tiempo alojamiento y alimentación sin costo alguno.
Drogadictos Anónimos, A.C. es una asociación civil que dedica sus esfuerzos a ayudar a mujeres, hombres y adolescentes que tienen problemas de drogadicción y que de manera voluntaria solicitan ayuda.
La rehabilitación que ofrece Drogadictos Anónimos, A.C. es mediante la práctica de un conjunto de actividades basadas en un programa espiritual conocido como Los Doce Pasos”, concluyó don Antonio.
(Texto y foto José Luis Díaz Pérez)