Pilar Faller Menéndez
El Domingo de Ramos marca el inicio de la Semana Mayor o Semana Santa para la Iglesia Católica, aunque este año se hará una celebración atípica, ya que durante estas fechas, es cuando hay más actividades en los templos, que debido a la contingencia hoy se encuentran cerrados, aunque no debemos de olvidar que nosotros somos igual templos sagrados de Dios, por lo que la conversión y la reflexión podemos realizarlas si en verdad deseamos cumplir con los preceptos que nos pide la Iglesia.
Vivir nuestra fe ha sido algo que muchos hemos dejado a un lado, tal vez porque de alguna forma pensamos que al llegar a la edad adulta no tendríamos que seguir con los preceptos que nuestros padres nos inculcaron en la religión que nos crecieron, que por lo general fue la católica, o porque hemos llenado nuestra vida de cosas vanas y vacías, que nos han alejado de nuestra vida religiosa.
La reflexión que hoy nos pide nuestra Iglesia, muchos la deberán de estar haciendo, porque cuando el hombre se siente desamparado, acude a Dios, quien nunca nos falla y siempre nos perdona. Así solemos actuar la mayoría, y el Señor lo sabe, pero todo padre espera a sus hijos, como en la parábola del Hijo Pródigo, tenemos un Padre sumamente bondadoso que nos abrazará y consolará en nuestro desasosiego. Por lo que debemos de sentir calma, y entregarle nuestra fe a quien nunca nos falla.
Amar a Dios sobre todas las cosas, no es un precepto difícil, sobre todo cuando celebramos durante la Semana Santa su pasión, recordaremos el sufrimiento que pasó para redimirnos y prometernos una vida eterna, cuando entreguemos nuestro cuerpo a la tierra, y nuestro espíritu trascienda y se encuentre con quien resucitó al tercer día, y subió al cielo.
En estos momentos difíciles que estamos pasando, recordemos que hubo alguien que en su infinito amor dio la vida por nosotros, y que hay quienes también están arriesgando la suya por amor al prójimo en los hospitales. Veremos que la semilla ha germinado, que no fue en vano el sacrificio que vivió Jesús en la Cruz, que han surgido apóstoles que lo imitan.
Ver la bondad de otros, probablemente nos haga reflexionar de qué papel es el que estamos jugando en nuestra vida, de cuánto estamos dispuestos a dar, de cuánto es nuestro sentir hacia los demás. Aquellos que no tienen la costumbre de dedicar una semana al año para dedicarse a ser misioneros, están teniendo la oportunidad de hacerlo, a través de muchas formas: mucha gente está ofreciendo sus servicios pro bono vía internet, otros se encuentran preocupados por el personal de salud y está invitando a la gente a realizar donaciones con el fin de poder dotarlos de material sanitario para que se protejan, otros han virado los ojos hacia la población vulnerable, y están llevando despensas a los mayores que se han visto desamparados. Han surgido muchas iniciativas que nos demuestran que el amor hacia el prójimo todavía existe, Jesús no nos ha abandonado, y se encuentra en los corazones de esta gente.
Las reflexiones serán diversas, pero estoy segura de que este año serán más profundas y analíticas. Nos han recordado que todavía no somos invencibles, y esto nos ha caído como un balde de agua fría. Quienes pensaban que tenían la vida resuelta, hoy se enfrentan a problemas financieros debido a esta pandemia, y desgraciadamente viviremos un efecto dominó que afectará a toda la población. Reflexionar acerca de esto nos hará más humildes si reconocemos que no tenemos el control del mundo, por lo que muchos serán más humildes al respecto, una enseñanza que nos ha traído este período de zozobra.